La semana pasada, en la Residencia Soto Fresnos, vivimos una jornada muy especial en la Unidad de Convivencia, gracias al cariño y la dedicación de nuestra querida Felicidad Díaz. Vecina de Llanes, en Asturias, Felicidad quiso compartir un pedacito de su tierra con todas las personas que convivimos en el centro, preparando una deliciosa y auténtica fabada asturiana.
La receta, elaborada con productos traídos directamente de su tierra natal, no solo llenó el comedor de aromas reconfortantes, sino también de recuerdos y emociones. La fabada, más allá de su sabor, se convirtió en un vehículo para conectar generaciones, culturas y experiencias de vida, fortaleciendo los lazos comunitarios que cultivamos día a día en nuestro entorno.
Este encuentro gastronómico fue mucho más que una comida. Fue una experiencia cargada de historia personal, identidad y afecto. Felicidad, con su gesto generoso, nos permitió viajar con los sentidos hasta Asturias y rememorar tradiciones que forman parte de la memoria colectiva de muchas personas mayores.
En ASISPA valoramos profundamente este tipo de iniciativas, que favorecen el envejecimiento activo y significativo, y promueven espacios de participación donde cada persona puede aportar desde su historia y su saber. Actividades como esta refuerzan nuestro compromiso con una atención centrada en la persona, donde los vínculos, las emociones y la cultura tienen un papel protagonista.
Agradecemos a Felicidad por regalarnos esta experiencia tan auténtica y entrañable, y por recordarnos que, a través de algo tan cotidiano como un plato de comida, podemos compartir quiénes somos y de dónde venimos.
¡Gracias por tanto sabor y tanta humanidad, Felicidad!