El jueves 2 de octubre por la mañana fue presentado, en la Pontificia Universidad de Salamanca, el documento Recordar la santidad en la Iglesia particular. Orientaciones pastorales para recordar a los santos, beatos, venerables y siervos de Dios en cada diócesis de España aprobado en la última Asamblea Plenaria del episcopado español.
Como se indica en dichas Orientaciones: «la realidad española es muy rica y diversa […] Cada Iglesia particular encontrará el modo propio para llevar a cabo esta iniciativa. Se trata de una oportunidad para evidenciar que la santidad impregna toda la obra evangelizadora de la Iglesia». Por esto la Oficina para las Causas de los Santos de la CEE ha querido organizar en esta diócesis un acto académico y otro acto pastoral como ejemplo marco que pueda reproducirse en otras diócesis o servir de impulso para desarrollar otras iniciativas.
Se comenzó con una sesión académica en el Aula de Grados de la Universidad Pontificia. Tras un saludo institucional del decano de la Facultad de Teología, Román Á. Pardo Manrique, agradeciendo que Salamanca fuera elegida como marco para esta presentación oficial, el profesor Gonzalo Tejerina Arias, catedrático de Teología Fundamental, pronunció la ponencia titulada “La llamada universal a la santidad. El Concilio Vaticano II y el posconcilio”.
En una primera parte disertó sobre cómo la llamada a la santidad ha sido comprendida a lo largo del tiempo, y cómo durante un período largo fue reducida a los miembros de la vida religiosa. Destacó, con gracia, cómo esta tesis se verifica en lo descompensado que se encuentra el santoral entre religiosos, sacerdotes y laicos, indicando que hay honrosas excepciones a esta situación.
A continuación, presentó un recorrido de la llamada a la santidad en el magisterio pontificio posterior tomando como referencia las exhortaciones apostólicas postsinodales relativas a las distintas vocaciones: Christifidelis laici (1988), Pastores dabo vobis (1992), Vita consecrata (1996) y Pastor gregis (2003). Para concluir recordó que el mejor resorte de renovación de la vida de la Iglesia es la santidad y que, por tanto, es un contrasentido conformarnos con una vida mediocre cuando estamos llamados por el bautismo a participar de la santidad de Dios. En un segundo momento, la directora de la Oficina para las Causas de los Santos de la Conferencia Episcopal Española, Lourdes Grosso García M.Id, y el adjunto a la dirección, Fernando del Moral Acha, presentaron el nuevo documento de la CEE. En su intervención quisieron destacar que la santidad es una dimensión esencial de la vida cristiana, no reservada a unos pocos, sino llamada a impregnar la vida de todas las comunidades diocesanas. Expusieron la conveniencia de estas Orientaciones: para promover la pastoral de la santidad, para dar a conocer en las distintas iglesias particulares quiénes son aquellos fieles que se encuentran en proceso de canonización y para aclarar algunos conceptos relativos a estos procesos que pueden ser desconocidos por el pueblo cristiano. Para terminar, ofrecieron el ejemplo de santidad de algunos fieles de la diócesis salmantina.
La jornada se completó por la tarde con un acto diocesano en la Iglesia de la Purísima, con la conferencia “Huellas de santidad en la Diócesis de Salamanca”. Doña Lourdes Grosso y D. Fernando del Moral hicieron un recorrido por la santidad en la iglesia diocesana. Presentaron los rostros de los santos, beatos, venerables y siervos de Dios de la Iglesia particular de Salamanca. A través de fotografías y textos acercaron las figuras de esos «discípulos extraordinarios de Cristo que han dejado un signo vivo de la presencia del Señor resucitado y siguen siendo guías seguros en nuestro camino común hacia Dios, protegiéndonos y sosteniéndonos». Además del Sr. Obispo, estuvieron presentes el Vice Decano de la Facultad de Teología de la UPSA, el Delegado diocesano de liturgia, el párroco de la Purísima y un nutrido grupo de asistentes, laicos y miembros de la vida consagrada.
Como broche del día el Obispo de la diócesis, D. José Luis Retana, presidió la eucaristía en la misma Iglesia. En su homilía glosó la importancia de esta jornada en una doble vertiente: la de no perder la memoria de aquellos que nos precedieron y son un tesoro para la iglesia diocesana y la de sentirnos impulsados cada uno de nosotros a seguir sus pasos en nuestro propio camino de santidad. La santidad, explicó, se forja en la vida diaria de la ciudad y del campo, en los hospitales, universidades, familias y comunidades, aunque muchas veces no dé frutos inmediatos. «Es una entrega sin recompensa, gratuita, conocida solo por Cristo que es la luz y el consuelo del corazón».