¡Aquí hay petróleo! - Círculo de Bellas Artes

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Esta exposición aborda las relaciones entre los combustibles fósiles, las formas contemporáneas del poder y los imaginarios del deseo. La exposición se centra en la historia cultural de la modernidad fósil en España y, en particular, durante el franquismo, trazando una línea genealógica que conecta el pasado y el presente.

La dictadura fomentó una serie de prospecciones petrolíferas destinadas a garantizar la soberanía energética del país durante el periodo de la autarquía, al tiempo que promovía relaciones de cooperación internacional que redujeran el aislamiento del régimen. A modo de sátira de esa ansiedad fósil, la película de Rafael J. Salvia ¡Aquí hay petróleo! (1955), que da título a la exposición, mostraba cómo las expectativas de hallar petróleo se veían defraudadas en el pueblo castellano de Castilviejo.

A través de numerosas imágenes procedentes de diferentes archivos estatales y privados se evidencia cómo la dictadura generó una serie de imaginarios culturales destinados a conjurar y superar la percepción de atraso en su incorporación a los ritmos de la modernidad industrial. Tras el fracaso de los proyectos coloniales, la estética vanguardista de las infraestructuras e industrias energéticas cumplía un rol redentor en la historia del franquismo. A ellas se atribuía la posibilidad de cerrar la brecha entre la grandeza del espíritu nacional y la escasez de los recursos naturales requeridos por las políticas de modernización. Esas infraestructuras establecían un vínculo entre la energía y el bienestar que, sin olvidar la legitimidad de origen del régimen, lo proyectaba hacia un futuro que dejaba atrás el trauma de la Guerra Civil.

¡Aquí hay petróleo! plantea una idea fundamental: la modernidad fósil no es solo un programa de política industrial. Es además una fuente de producción de imaginarios colectivos. La narrativa curatorial incorpora las reflexiones de la investigadora Cara Daggett, quien ha definido la relación entre la subjetividad masculina y el recurso a los combustibles fósiles a través del concepto de «petromasculinidad». Una de sus fuentes de emergencia fue la exaltación fascista de la cultura de la guerra y el culto al líder durante el periodo de entreguerras. El franquismo reprodujo esos imaginarios en torno a la cruzada de la guerra civil y al tractor como símbolo de la autarquía económica. Más tarde, con el ascenso de las políticas desarrollistas, el automóvil privado concitó las expectativas de felicidad y libertad que asociamos con la idea de progreso, al tiempo que reforzaba las estructuras del patriarcado.

Actualizando esa matriz histórica, la exposición muestra cómo esas cosmovisiones constituyen el sustrato subjetivo sobre el que se reconstruyen las culturas petromasculinas contemporáneas, recurriendo para ello a nuevos formatos como la imagen digital, las redes sociales o los videojuegos. Esto sucede en un momento en el que la configuración del mundo fósil salido de la Segunda Guerra Mundial se ve convulsionado por la amenaza del cambio climático, la necesidad de implementar una transición energética acelerada, la reacción antifeminista y la emergencia de líderes mundiales sádicos, fascistas y genocidas.

Créditos imagen: Calatrava. Complejo Calvo Sotelo en Puertollano [Vista general. Nocturna] Juan Miguel Pando Barrero, febrero de 1971. Archivo Pando, Instituto del Patrimonio Cultural de España, IPCE, Ministerio de Cultura y Deporte MCD
Recapiti
María Azurmendi