Vivienda: un problema intergeneracional y transversal

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Vivienda: un problema intergeneracional y transversal

Por Paulino Mata · Consultor de comunicación en GAD3.

Hablar de vivienda en España es hablar de una preocupación que une a todos: jóvenes y mayores, inquilinos y propietarios, madrileños y sorianos. La vivienda ya no es solo un techo, sino el reflejo de un problema que atraviesa generaciones y territorios.  

El II Barómetro de Vivienda, elaborado por el Consejo General de la Arquitectura Técnica de España (CGATE) y GAD3, lo deja claro: más del 40% de los españoles sitúan la vivienda entre los dos principales problemas del país. No es solo una cuestión económica; también es una preocupación emocional y social que condiciona cómo vivimos, cómo trabajamos y cómo imaginamos nuestro futuro. 

El estudio revela algo más profundo: no hablamos solo de ladrillos o hipotecas, sino de bienestar, de estabilidad y de cohesión social. El acceso a la vivienda ya no depende únicamente del esfuerzo personal, sino del contexto en el que se nace o se vive. No es igual buscar piso en Madrid que hacerlo en Soria, ni emanciparse con un contrato indefinido que con uno temporal. Y mientras tanto, el impacto psicológico crece: la incertidumbre, el estrés y la ansiedad se han convertido en compañeros de viaje para quienes intentan estabilizar su proyecto vital. 

La dificultad de acceder a una vivienda no afecta solo a los jóvenes, aunque ellos sean el rostro más visible del problema. Su imposibilidad de independizarse rompe el equilibrio generacional sobre el que se apoya la familia y la comunidad. Cuando un joven no puede comenzar su vida adulta, formar su propio hogar o construir un futuro, se frena también el relevo económico y social del país. La emancipación, más que una elección, se ha transformado en un privilegio condicionado por el entorno. 


El peso de las barreras

¿Por qué no se independizan los jóvenes? La respuesta parece obvia, pero es más compleja de lo que parece. El acceso a la vivienda sigue dependiendo de un capital inicial elevado y de unas condiciones laborales inestables que impiden planificar a largo plazo. 

Según el barómetro, uno de cada cinco españoles necesitó ayuda familiar para emanciparse, una cifra que alcanza el 36% entre los menores de 30 años. La emancipación, más que una decisión personal, se ha convertido en un privilegio condicionado por el entorno económico, laboral y, en muchos casos, familiar.  

Cuando el hogar pesa en la mente 

La vivienda no solo define nuestra economía, sino también nuestro bienestar emocional. Uno de cada cuatro jóvenes reconoce haber sentido estrés o ansiedad durante la búsqueda de casa, y no es difícil entender por qué: un 25% de los menores de 30 años destina más de la mitad de sus ingresos a pagar vivienda. Sin margen para ahorrar o invertir, construir un futuro se convierte en una quimera. 

A ello se suma la inseguridad residencial, especialmente entre los jóvenes con empleos inestables, que viven con el temor constante a perder su hogar. Y sin embargo, incluso en medio de esa incertidumbre, la vivienda sigue siendo un refugio emocional: el 70% de los españoles afirma que su casa tiene un impacto positivo en su bienestar, porcentaje que sube al 78% entre los propietarios, frente al 49% de los inquilinos. 

En este articulo de Idealista, explican detalladamente los resultados del estudio. Puedes consultarlo y ver como fue el evento de presentación en el Senado.


Un espejo de la sociedad 

El barómetro lanza una conclusión clara: hablar de vivienda es hablar de desigualdad, de salud mental y de proyecto vital. Es el reflejo de la sociedad que somos y del país que queremos construir. 

Resolver este reto exige una visión a largo plazo que devuelva certidumbre y oportunidades a todas las generaciones. Desde el padre que busca estabilidad para sus hijos, hasta el joven que no encuentra un lugar donde empezar su vida o el abuelo que aún sostiene a la familia. 

Mientras tanto, muchos españoles siguen mirando al futuro con una pregunta en común: 

¿Podré algún día tener un espacio en propiedad al que llamar “hogar”? 

Recapiti
maria.martin