Sabías qué? Las enfermedades de Gaudí y los amigos que lo cuidaron - Obra Modernista de Antoni Gaudí en Barcelona | Torre Bellesguard

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octubre 24, 2025

Por Ferran Garcés

El año 2026 estará dedicado a conmemorar el arquitecto catalán Antoni Gaudí i Cornet, coincidiendo con el centenario de su muerte el 10 de junio de 1926. Ahora bien, el inicio de la celebración será el 31 de octubre, con actividades conjuntas y propias de cada edificio. Pronto anunciaremos las de Torre Bellesguard.

Es sabido que Gaudí murió a causa de las múltiples heridas sufridas después de ser atropellado por un tranvía. Menos conocido es el hecho que, con anterioridad, estuvo a punto de morir un par de veces. Hoy hablaremos de estas “otras posibles muertes” y de los amigos que se ocuparon de él. Para acabar, recordaremos una faceta todavía más ignorada, la del mismo arquitecto como cuidador de sus amigos enfermos.

Antecedente de muertes prematuras
El primer susto en la vida de Gaudí fue solo al llegar al mundo. El futuro arquitecto fue el último de los cinco hijos que tuvieron Francesc Gaudí i Antònia Cornet. Los únicos que llegaron a edad adulta fueron Rosa, la hija mayor, Francesc, el siguiente, y Anton, que así era como lo denominaban. Los dos restantes fueron enterrados poco antes del nacimiento de Gaudí.  María, antes de cumplir los cinco años, y Francesc, con dos años. El embarazo de Antón fue difícil y el parto, traumático. En consecuencia, “para salvar el alma de la criatura, lo llevaron deprisa y corriendo, con solo unas horas de vida, a la iglesia de Sant Pere Apóstol” (1).

Fiebres reumáticas
De bebé, el futuro Gaudí se desarrolla con dificultades. Fue un bebé afectado intermitentemente de fiebres reumáticas hasta los seis años. Estas fiebres lo privaban de ir a clase y jugar con los compañeros. En lugar del colegio, entonces su “escuela” será el paisaje que rodea Mas de la Calderera, la casa de sus padres en Riudoms. Allí, aislado, según una tradición biográfica muy conocida, Gaudí se aficionó a observar con detenimiento la naturaleza, hábito que, de mayor, se convertirá en una fuente constante de inspiración. Sin embargo, algunos autores -como Juan José Lahuerta Alsina, director de la Cátedra Gaudí entre 2016 y 2022- consideran que este episodio forma parte del anecdotario idealizado que se ha tejido alrededor del arquitecto (2) En cualquier caso, al final de sus años, el reumatismo volvió a perjudicar la salud del arquitecto.

Más muertes prematuras
El año 1868 es famoso por “La Gloriosa” una revuelta a causa de la cual, Isabel II, la reina de España, renunció al trono y huyó. Aquel año, un joven Gaudí hacía las maletas y se iba a Barcelona, donde ya vivía su hermano Francesc, estudiando de medicina. Poco después, para ayudar a los dos chicos, los padres vendieron sus pocas posesiones de Reus y se trasladaron con ellos en la capital catalana, donde vivirán en diferentes apartamentos de alquiler (ver: las casas de Gaudí).

Para ganarse la vida, mientras estudiaba, Gaudí trabajó de delineante en el estudio de conocidos arquitectos. En su tiempo libre, iba a la biblioteca, paseaba por la ciudad descubriendo sus monumentos y frecuentaba los talleres de los artesanos del barri Vell. En uno de ellos, hizo una gran amistad con Llorenç Matamala, que hacía figuras de barro y yeso. Con él aprendió a trabajar con estos materiales. Más tarde, Llorenç será el jefe de los escultores de la Sagrada Familia y uno de los responsables de hacer las famosas maquetas de yeso que el arquitecto usaba para ver sus obras en tres dimensiones. También será uno de sus amigos más íntimos.

En el año 1876 el destino empezó a jugar una mala pasada al prometedor arquitecto. Primero, su hermano Francesc, con los estudios de medicina ya acabados, murió súbitamente, con solo veinticinco años, a causa de una hemoptisis. La madre, inconsolable, lo siguió a la tumba poco tiempo después, con sesenta y tres años. Las desgracies siempre vienen juntas. En el 1879 le tocó a su hermana Rosa, con treinta y cinco años. Dejaba una hija de tres años, Roseta Egea y Gaudí, pero el viudo, que era músico alcohólico, la abandonó. Entonces, la pequeña quedó al cargo del abuelo Francesc y del tío Anton. Los tres vivirán juntos las siguientes tres décadas. Gaudí podía ser soltero, pero, siempre vivió en familia.

Riesgo de caída mortal
Alrededor de 1892, el arquitecto quería acabar el ábside de la Sagrada Familia. Al acabar el primer pináculo, para comprobar la ejecución, don Anton quiso subir acompañado de Llorenç Matamala y del encargado de los paletas. Un vez arriba, resbaló, y sus acompañantes lo cogieron de la ropa y lo reintegran al tablón. Una vez en tierra, visiblemente conmocionado, dijo: “Hoy Sant Antoni nos ha dado un aviso, protegiéndonos. Tenemos que dar gracias. Desde ahora, no subiré a los andamios. Puesto que me distraigo, evitaré el peligro”. Y cumplió el propósito (3), pero no, por eso, desaparecieron los sustos…

Riesgo de inanición

Durante la Cuaresma del 1894, la creciente tendencia religiosa de Gaudí lo llevó a hacer un ayuno tan extremo que estuvo a punto de morir de inanición. Uno de sus grandes amigos, el obispo Torras i Bages, fue quién lo salvó con un argumento poderoso: el designio de Dios por él era otro: dedicarse en cuerpo y alma al Temple de la Sagrada Familia (4) Un joven aprendiz del maestro, Ricard Opisso, futuro cronista gráfico de Barcelona, nos dejó una imagen de este capítulo tan trascendental en la vida del arquitecto, aunque, como era habitual en el dibujante, con un aire cómico.

“Una rigurosa abstinencia cuaresmal”, 1894. Dibujo de Ricard Opisso, Fuente: Astorga redacción.

Anemia cerebral o depresión nerviosa
Alrededor de 1910, Gaudí se había convertido en un arquitecto famoso. Apenas había acabado la Torre Bellesguard, al mismo tiempo que la casa Batlló, y estaba trabajando en la casa Milà, el park Güell, la Colonia Güell y la Sagrada Familia. Aquel año, se celebró una exposición suya en París, la primera fuera de España, y, poco después, otra a Madrid. En principio, parecía que todo iba bien. Parecía…
Por un lado, las obras de la Sagrada Familia se habían retardado, por falta de financiación, y las obras en la casa Milà, La Pedrera, lo habían enfrentado con sus propietarios. Por otro lado, en 1906 había muerto su padre, y, por aquella época, la sobrina, se había aficionado a la bebida y sufría frecuentas ataques. Además, la situación social en Barcelona no era nada prometedora, a consecuencia de episodios como la Semana Trágica el 1909. En último lugar, el desgaste acumulado en los años anteriores, los más productivos, llevaron el maestro a sufrir una grave crisis. Se desconoce la causa exacta, pero se atribuyó a una anemia cerebral o una depresión nerviosa. Una vez más, el arquitecto casi no comía.

Al final, tuvo que coger un descanso. Lo hará en Vic, la ciudad de donde era obispo su gran amigo Torres i Bages. A pesar de residir en una de las mansiones más suntuosas, la de la familia Rocafiguera, el arquitecto -fiel a su carácter cada vez más ascético- eligió la habitación más modesta de la casa e insistió a conservar su estilo de vida sencillo.

Brucelosis o fiebre de Malta
Aun así, el reposo no tuvo el efecto deseado y en la primavera del año siguiente, el arquitecto recayó. Esta vez, por una brucelosis, o fiebre de Malta, enfermedad bacteriana que se transmite habitualmente de las ovejas o las cabras al hombre por medio de la leche o del queso. Para recuperar la salud, fue todavía más lejos, a Puigcerdá, un pequeño pueblo situado en los Pirineos, en compañía de otro gran amigo, el doctor Pere Santaló, que había conocido alrededor del año 1878.

Durante las primeras semanas, el arquitecto no se podía mover de la cama y, creyendo que llegaba su última hora, hizo el testamento el 9 de junio de 1911. Roseta se quedó en manos de una criada y unas religiosas próximas, las Carmelitas de Sant Josep de la Muntanya. Al principio, el doctor Santaló prohibió las visitas y él mismo informaba del estado del enfermo. Después, cuando dio indicios de mejora, lo visitarán amigos íntimos como su mecenas, Eusebi Güell (5).

En otoño, recuperadas las energías, volvió a Barcelona. Lo esperaban muchos éxitos, pero también, nuevas adversidades. Para empezar, su sobrina cada vez estaba más grave. No durará mucho, al inicio del 1912 falleció a los treinta y seis años. La causa ha sido motivo de debate, parece que fue una tuberculosis, complicada con episodios de alcoholemia y las dosis altas de làudan para calmarle los dolores (6).

Una casa vacía, dos amigos fieles
Los últimos años, Gaudí era una celebridad que a menudo tenía que atender a la gente que venía en Barcelona y no se quería ir sin ver la evolución de la Sagrada Familia. Desgraciadamente, de manera paralela, muchos de sus amigos habían empezado a morir. También lo habían hecho sus últimos familiares directos, el padre y la sobrina. Por primera vez, estaba solo a casa. Recordamos que, hasta aquel momento, siempre había vivido con su familia.
Entonces, dos fieles amigos, de los pocos que todavía quedaban vivos, se ofrecieron para hacerle compañía: el escultor Llorenç Matamala y el doctor Santaló. Entre los dos, por turnos, lo acompañan a casa y se quedaban con él por la noche. Por aquella época, Gaudí ya solo trabajaba en el park Güell, donde tenía la casa, la Colonia Güell y en la Sagrada Familia. Ahora bien, cada vez con menos recursos. A veces, el mismo arquitecto sale a pedir limosnas para proseguir las obras (7) El año 1916, fallece en Vic el doctor Torras i Bagues, su gran mentor, y dos años más tarde, el conde Güell, su principal mecenas. Desde este momento, Gaudí ya solo vivirá centrado en la Sagrada Familia, pero más que avanzado en las obras, preparando maquetas e intentando acabar al menos una fachada, la del Nacimiento, con la esperanza de que sirvan de modelo por las generaciones futuras.

De cuidado a cuidador
Poco antes del accidente que puso fin en su vida, Gaudí tuvo la oportunidad de devolverle el favor a sus fieles amigos. Primero, haciéndose cargo de Llorenç Matamala, que contrajo un cáncer de nariz (8) En la siguiente fotografía, vemos al arquitecto comulgante en la Sagrada Familia el Viernes Santo de 1924. Detrás de Gaudí, inclinado para besar el Sant Cristí, hay una persona derecha con la nariz tapada con un parche antiséptico. Es Llorenç Matamala…

Antoni Gaudí comulgando durante la IX Fiesta expiatoria de la blasfemia, 1916. Fuente: web de la Sagrada Familia.

Dos años más tarde, a principios de 1926, el doctor Santaló fue operado de próstata en la Clínica del barrio de las Tres Torres (9). Gaudí lo visitaba casi diariamente, igual que a Llorenç Matamala, en la cama de la casa de su familia, situada cerca de la Sagrada Familia. Cada día menos el 7 de julio de 1926, el día del atropello de Gaudí. Hay testigos de como ambos amigos se extrañaron que su amigo no viniera. Ninguno de los dos sabe qué ha pasado. Cuando reciben la noticia, el arquitecto ya es enterrado. Llorenç Matamala vivirá un año más y el doctor Santaló cinco.

Notas
(1)  Van Hensbergen, Gijs (2002), Antonio Gaudí, Plaza & Janés, Barcelona p. 33
(2)  Lahueta, Juan José (2021), Gaudí, Museo Nacional de Arte de Cataluña, pp.39-44
(3)  Tarragona y Clarasó, Josep María (2016), Gaudí. El arquitecto de la Sagrada Familia. Biografía breve, Trujimán Books, Barcelona, pp. 151-152
(4)  Ibid. pp- 161-166
(5)  Van Hensbergen, Gijs, Op. cit., p. 272
(6)  Torres Domènech, Joan (2018), Lo Disfrutó que no nos han explicado, Cossetània Ediciones, Barcelona, pp. 94-94

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