El conjuro de Las Huecas; cuando la comedia se devora a sí misma

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En el escenario del Teatro Valle-Inclán, el colectivo Las Huecas irrumpe con Risa caníbal / Riure caníbal, una propuesta que desborda los límites de lo teatral para convertirse en un acto de excavación colectiva sobre el presente. Con su característico lenguaje híbrido, el grupo catalán se adentra en las entrañas de la feroz actualidad, organizada por un capitalismo que nos asfixia en cualquier sentido que se nos ocurra, haciendo de la risa un arma y una herida. Con esta obra en el Centro Dramático Nacional, la compañía confirma la potencia de una generación de creadoras que entiende el teatro como laboratorio de pensamiento y como cuerpo político dispuesto a devorarse a sí mismo. Y lo que haga falta.

Me fijo al entrar en la Sala Francisco Nieva que hoy el público es mayoritariamente joven (menor de 35, diría) y femenino. Muchas mujeres sentadas en grupos, solas o con parejas o amigos hombres, pero pocos. Se oyen sus conversaciones y las voces se van apagando. Me ha tocado sentarme al lado de una mujer que no para de reír. Su sonido sobresale, pero no contagia mucho.

Lo que (me) ocurre en Risa caníbal / Riure caníbal es que no sabes si reír o estremecerte. Hay algo profundamente inquietante en la manera en que la obra transita entre lo real y lo abstracto, entre lo reconocible y lo inasible. Ser público en esta pieza no es fácil; todo en escena exige una implicación emocional e intelectual que descoloca, que obliga a mirar sin las defensas habituales, casi sin las distancias de espectadora y actrices. Imagino que haberla creado tampoco lo fue. Las Huecas consiguen un conjuro escénico en el que la comedia se tiñe de sombra, el thriller psicológico se funde con la sátira política y la risa se convierte en un reflejo incómodo, un mecanismo de supervivencia ante lo que no podemos, o no queremos, comprender del mundo que habitamos.

La ultraderecha aparece aquí no como una caricatura sencilla, sino como un eco persistente que se filtra en los gestos, en los discursos y en los miedos contemporáneos. Las Huecas la enfrentan con inteligencia escénica, desmontando sus mecanismos de seducción y exponiendo su violencia simbólica desde el humor y la distorsión. “Respondemos con un ejercicio de reivindicación del humor como arma antifascista”, anuncian las creadoras, y lo hacen desde un lugar incómodo y lúcido; el de las “idiotas profesionales”, aquellas que asumen la risa como resistencia y como espejo deformante. A través de una teatralidad extrañada, la pieza propone una sátira fragmentada y visceral. Entre la máscara que se resquebraja y el cuerpo grotesco que se ríe de su propio miedo e ignorancia, el escenario queda convertido en un campo de batalla simbólico contra la banalidad del mal.

Casi una hora y media después, aplaudimos. Un hombre exclama enfadado: “¡Qué necesidad!”. Tengo mal cuerpo, os lo confieso. Lo que acaba de pasar es abrumador, pero qué gusto que haya este espacio para crearlo y verlo. El público sale y otro hombre le pregunta a su acompañante: “Pero, ¿qué ha sido esto?”.

Risa caníbal / Riure caníbal nos deja con una sensación de vértigo y lucidez, como si acabáramos de atravesar un ritual comunal del que no se sale indemne. En su aparente caos, late una precisión política y poética que me alegra haber descubierto. Su propuesta no busca complacer, sino presentar un territorio donde todavía es posible desobedecer.

Risa caníbal / Riure caníbal es una pieza en donde confluyen comedia, thriller de terror psicológico y sátira política. La acción se sitúa en un teatro  que deviene una plausible y precaria sala de espera de una convención internacional de la ultraderecha. En esta especie de no lugar, los personajes, sujetos a sus propias escenificaciones, narraciones y performatividades, se verán conducidos al ridículo, al delirio y finalmente, a su propia autodestrucción.

Amanda H C

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