España ha dado un salto significativo en la protección de sus mares. El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) ha anunciado la incorporación de 1,7 millones de hectáreas adicionales a la Red Natura 2000 marina, lo que eleva la superficie total protegida al 22,5 % del territorio marino nacional. Con esta ampliación, el país se acerca a los compromisos europeos de conservación que fijan como meta proteger al menos el 30 % del espacio marino antes del final de la década.
Garcés Rivero / Terabithia Press
Los nuevos espacios declarados incluyen zonas de gran valor ecológico, donde habitan especies amenazadas y ecosistemas esenciales para la salud del planeta, como praderas de posidonia, arrecifes coralígenos y áreas de reproducción de cetáceos. La ampliación abarca tanto el Atlántico como el Mediterráneo, y refuerza el papel de España como uno de los países líderes en conservación marina de la Unión Europea.
“Los ecosistemas marinos no solo albergan una enorme biodiversidad, también son grandes aliados contra el cambio climático por su capacidad para absorber CO₂”, subrayan fuentes del MITECO. “Protegerlos es invertir en salud, economía azul y resiliencia ante la crisis climática”.
Sin embargo, los expertos advierten que la ampliación de la superficie protegida no siempre se traduce en una protección efectiva. Investigadores y organizaciones ecologistas insisten en que muchas de estas zonas carecen aún de planes de gestión, vigilancia y recursos humanos suficientes para garantizar su conservación real. “No basta con declarar nuevas áreas protegidas; es imprescindible dotarlas de medios y de seguimiento científico”, apunta la bióloga marina Marta García, del Instituto Español de Oceanografía.
La Red Natura 2000 es el mayor sistema de conservación de espacios naturales de Europa, y tiene como objetivo garantizar la supervivencia a largo plazo de las especies y hábitats más valiosos del continente. En España, su expansión en el ámbito marino se ha acelerado en los últimos años gracias a proyectos de cartografía oceánica, estudios de biodiversidad y cooperación internacional.
Con esta nueva designación, España refuerza su compromiso con la protección de los mares, aunque el reto ahora se centra en convertir la protección legal en conservación efectiva. En un contexto de crisis climática, sobrepesca y contaminación plástica, las aguas protegidas no pueden quedarse solo en el papel: deben convertirse en refugios reales para la vida marina.