A lo largo del tiempo, la forma en que criamos a nuestros hijos ha sido un reflejo de lo que somos y de lo que deseamos transformar. En cada generación surgen nuevas preguntas, nuevas miradas, y también la necesidad de reconciliar lo aprendido con lo que sentimos verdadero. Entre quienes buscan desprenderse de los viejos modelos y quienes tienden a repetirlos sin notarlo, muchas familias intentan hoy construir un camino propio: uno donde el amor, la presencia y los límites se encuentren en equilibrio. Porque acompañar no es imponer, sino crecer juntos desde la coherencia y el respeto.
Hace un tiempo que se perciben en la sociedad la tendencia a elegir entre dos métodos de crianza. Está la línea que quiere romper con todo lo vivido y, por otro lado, está la tendencia a reproducir el mismo patrón con el que nos educaron sin pensar y sin cuestionarlo.
En medio de estas dos posturas, muchas familias buscan encontrar un equilibrio basado en el amor, la presencia y los límites en la infancia, comprendiendo que poner límites no significa repetir viejas formas de autoridad, sino acompañar el crecimiento de los hijos desde la coherencia y el respeto.
Una encuesta reciente sobre padres de la generación Z revela que el 41 % reconoce abiertamente que su objetivo es “romper el ciclo familiar”, es decir, educar de una forma diferente a como fueron criados. Mientras tanto, otro porcentaje importante de madres y padres continúa aplicando los patrones que conocieron en su infancia sin detenerse a analizarlos. Esta dualidad refleja el cambio cultural que atraviesa la crianza en el siglo XXI: un equilibrio entre el deseo de romper patrones y la fuerza de la herencia emocional.
Ahora se oye mucho sobre la “maternidad y paternidad real”. En todos lados aparecen expertos que explican cómo ha de ser la crianza del S.XXI:
- Cómo ha de ser el sueño infantil.
- La lactancia materna con la asesora de lactancia.
- Qué alimentación es la adecuada para comer de todo.
- Cómo hay que portear.
- Qué calzado es el más adecuado para los primeros pasos.
- Qué posición ha de tener la sillita de pasear.
- Los peligros de decir no.
- El uso de las pantallas antes de los 6 años.
Y la lista sigue y sigue con un sinfín de métodos y prácticas para que consigas tu título de “maternidad o paternidad real”.
Esta proliferación de consejos responde, en parte, a la búsqueda de nuevos modelos de referencia. Según la encuesta, el 70 % de los padres y madres afirma que adapta su estilo educativo según las necesidades del hijo, y el 85 % considera que no existe un único método válido para todos los niños. Es decir, la mayoría de las familias están intentando construir su propia forma de acompañar.
Sin embargo, este contexto también genera una gran sobrecarga emocional. Nos enfrentamos a una avalancha de información sobre cómo dormir, comer o jugar, mientras la realidad cotidiana se hace cada vez más exigente.
Por ejemplo, los hábitos infantiles actuales reflejan los efectos de este ritmo acelerado y de la omnipresencia tecnológica: en Europa, los niños de 1 a 6 años pasan en promedio más de 100 minutos diarios frente a pantallas, y en España, el 44 % de los menores de 14 años dedica más de dos horas diarias al ocio digital. Esta sobreexposición se asocia con menos horas de sueño (el 23 % presenta una duración de sueño corta) y con una alimentación más rica en dulces, snacks y bebidas azucaradas.
Estos datos muestran que los niños de hoy crecen rodeados de estímulos, pero con menos espacio para el descanso, el aburrimiento y la conexión familiar. Por eso, cada vez más madres y padres sienten la necesidad de repensar la crianza, poner límites sanos y recuperar la presencia emocional en casa.
Índice
La culpa, el cansancio y la frustración
Como buena madre primeriza me tiré todo el embarazo y el primer año de vida de mi hija intentando llegar al ideal de madre real. Consulté libros, blogs, empecé a seguir cientos de cuentas en IG y me aprendí de memoria todos los métodos para favorecer el desarrollo infantil.
Agotada, con falta de sueño y con sentimientos de culpa constante por intentar conciliar vida personal y profesional, me encontré al cabo de un año cuestionando todo lo que había hecho.
Entre el aluvión de información contradictoria que encuentras en internet y las expectativas “irreales” de lo que es la maternidad nos lleva, irremediablemente, a la frustración.
Dejé de seguir a las cuentas que hablaban de maternidad real (bajo mi punto de vista, maternidad irreal), dejé de consultar libros, desteté y empecé a mirar a mi hija para poder acompañarla desde mi intuición.
¿Qué necesitan los hijos? Límites, amor y presencia
Los niños no necesitan padres perfectos, sino adultos presentes. Que nos responsabilicemos de su desarrollo de manera amorosa y coherente con toda la familia.
No existe una única fórmula, método o formato. Cada uno ha de encontrar qué es lo mejor para que la familia evolucione y permita que el niño o niña se desarrolle en un entorno estable, cercano y responsable.
Y nuestra responsabilidad como adultos es la de saber poner límites. Sí, límites con amor.
Tal como explica el artículo Infancia vacía: qué significa y cómo acompañar emocionalmente a los niños, los niños de hoy no necesitan más estímulos ni actividades, sino tiempo, mirada y conexión. Poner límites también es una forma de conexión emocional.
La importancia de los límites en la infancia
Un niño no puede decidirlo todo. Es responsabilidad de los padres y madres decidir qué es lo más adecuado para él o ella en cada etapa de su vida.
Si no ponemos límites, estamos faltando a nuestras responsabilidades como adultos. No sólo se trata de la supervivencia de los niños, sino de asumir nuestro rol en las cuestiones que le ayudarán a ser un adulto responsable en un futuro.
Sin límites creamos entornos de desprotección e inseguridad. Es por ello que para poner límites hemos de emplear la autoridad.
A través de la autoridad podemos establecer los límites sabiendo que buscamos siempre el bienestar de los niños, su seguridad y su protección.
- ¿Qué ha de comer?
- ¿Cómo se ha de vestir?
- ¿A qué hora nos vamos a dormir?
- ¿Cuándo toca bañarse?
- ¿Qué pueden ver en las pantallas?
Poner límites es aprender a decir NO. En la capacidad de poner límites se encuentra el adulto responsable.
Cómo establecer límites según la edad
Hasta los 6 años: límites sin negociación
No existe la negociación, sino que podemos optar por ofrecer opciones. Se trata de darle sólo dos alternativas que establece el adulto según su criterio sabiendo qué es lo mejor para ellos.
Por ejemplo:
- Es hora de comer fruta, podemos darle a elegir entre dos opciones: ¿quieres plátano o manzana?
- Estamos paseando por la calle y nuestro/a hijo/a no quiere caminar y pide que lo llevemos en brazos. ¿Quieres caminar de la mano o quieres ir en cochecito?
A partir de los 6 años: límites con responsabilidad compartida
En esta etapa es posible permitir cierta negociación, pero eligiendo siempre las opciones previamente. Por ejemplo, podemos permitir que escojan entre dos o tres opciones bajo su responsabilidad:
- Puedes comer galletas ahora o en el parque, pero antes de llegar a casa porque luego cenaremos.
- Puedes ver dos programas infantiles antes de la hora del baño y elegirlos tú. Después ya no hay pantallas.
En la adolescencia: límites como guía y acompañamiento
Es una etapa completamente distinta en la que como adultos tenemos la responsabilidad de hacer corresponsables a nuestros hijos de la buena convivencia familiar.
La educación y la crianza necesitan tiempo, por lo que no podemos educar en base a tips. Los límites familiares en la adolescencia deben equilibrar libertad y contención. El objetivo es acompañar, no imponer.
Equivocarse es de padres, reflexionar es de adultos
Los hijos buscarán el límite y probarán qué sucede si lo cruzan. No lo hacen para fastidiar ni como algo personal, es parte de su desarrollo y aprendizaje.
Por ejemplo, hemos de salir a la calle y no se quiere poner la chaqueta:
- Crianza autoritaria: “No saldremos hasta que no te pongas la chaqueta.”
- Crianza permisiva: “No pasa nada, cuando quieras te pones la chaqueta.”
- Crianza democrática: “Puedes ponerte ahora la chaqueta o antes de salir a la calle.”
Según el estilo de crianza se optará por gestionar la situación de una manera u otra.
Es posible que decidas optar por un estilo autoritario, no te guste cómo gestionaste la situación y te quedes pensando sobre cuál hubiera sido la mejor opción.
Cuestionarse y reflexionar sobre qué es lo mejor para nuestros hijos es sano y es nuestra responsabilidad.
No olvidemos que nos podemos equivocar y aprender de ello. Porque equivocarse es de padres y madres, pero reflexionar es de adultos.
Mi yo adulto y responsable tiene la capacidad de reflexionar sobre si actúo por repetición de patrones aprehendidos, si me estoy rebelando contra historias no resueltas de mi infancia o si busco conectar con mis hijos desde los límites con amor.
Poner límites y las heridas emocionales
Inconscientemente, la incapacidad de poner límites tiene que ver con heridas emocionales. Tenemos muy arraigada en nuestras creencias la dificultad que supone poner límites porque seguramente tengamos conflictos sin resolver con la autoridad (papá y mamá).
Y si ponemos atención, nos daremos cuenta que la dificultad de decir “no” la hacemos extensiva a otras áreas de nuestra vida, como puede ser en la pareja, en las relaciones personales o con la familia.
Si te cuesta decir no a tus hijos, es posible que estés resonando con la historia sin revolver de tu infancia. La paternidad y la maternidad nos conecta inevitablemente con nuestro niño/a interior y nos hace revivir heridas sin sanar.
Es momento de escuchar a tu niño interior para no proyectar en tus hijos tus vivencias sin resolver. Puedes leer más sobre cómo acompañar estas heridas en el artículo La terapia infantil y el desarrollo en la infancia y adolescencia.
Caso: una madre abrumada ante los límites
María le pide a su hija Lucía, de cuatro años, que recoja los juguetes. Pero Lucía no hace caso: sigue jugando, concentrada en su mundo. María siente que la ignora o que la está desafiando, aunque en realidad la niña solo busca prolongar ese momento de disfrute y seguridad.
Con el paso de los minutos, María se cansa, termina levantando la voz y castiga: “Mañana no juegas”. Pero al día siguiente no cumple. Así, el límite se vuelve contradictorio. La niña no entiende qué esperar y eso genera inseguridad. María, por su parte, se frustra y repite la misma escena.
Qué puede hacer: anticipar (“En cinco minutos guardamos”), usar una canción o una alarma que marque el momento de recoger y hacerlo juntas. No se trata de premios ni castigos, sino de acompañar con firmeza y calma.
Poner límites con amor significa ser clara, constante y afectuosa. La coherencia da seguridad; el afecto sostiene el aprendizaje.
Ejercicio para conectar con tu niño interior y fortalecer los límites
Te propongo un ejercicio muy simple para conectar con tu niño interior:
- Elige una foto de tu infancia y mírala con atención.
- Mira a ese niño/a con amor y dile: “En mi alma todavía soy ese/a niño/a”.
- Déjate sentir y permite que tu cuerpo experimente cada una de las emociones. Abrázalas y conecta con ellas.
- Escribe una carta a tu niño/a interior sobre lo que has sentido con este ejercicio dándole las gracias por lo aprendido.
Ahora que has conectado con tu niño interior, es un buen momento para seguir revisando en profundidad las heridas emocionales.
Te recomiendo mi curso de Iniciación a las Constelaciones Familiares en el que podrás revisar tu rol en la familia, qué heridas no se han resuelto de tu infancia y proyectas en tu etapa adulta y cómo afecta al resto de personas de tu vida.
El resultado de los límites con amor
La manera en cómo se establecen las relaciones, los vínculos y los valores en familia marcará el futuro de cada niño/a. La crianza ayudará a la construcción de la identidad social e individual de los niños.
Como padres y madres hemos de trabajar para proporcionar estos espacios de desarrollo amoroso en casa, sabiendo en todo momento que nuestro rol es el de adulto responsable y el de nuestros hijos, el del niño en pleno proceso de aprendizaje.
Puedes leer más sobre cómo los síntomas y conductas en la infancia reflejan la necesidad de estructura y vínculo en Síntomas en la infancia y adolescencia.
Preguntas frecuentes sobre los límites en la infancia
¿Por qué es importante poner límites en la infancia?
Porque los límit