La acción climática mundial necesita contar con la biodiversidad
La acción climática mundial necesita contar con la biodiversidad
Con motivo de la celebración en la ciudad de Belém (Brasil) de la COP30 del Convenio del Clima de la ONU, que comienza el próximo 10 de noviembre, hacemos balance y exponemos la necesidad de poner a la biodiversidad en el centro del debate y de los compromisos. También remarca la urgencia de la cooperación mundial.
“En un momento de creciente nacionalismo y desconfianza internacional -señala Asunción Ruiz, directora ejecutiva de SEO/BirdLife– es más necesario que nunca defender la acción multilateral. Ningún país puede afrontar por sí solo una crisis global. La COP de Belém debe demostrar que el multilateralismo sigue vivo y que la humanidad es capaz de trabajar unida por su supervivencia.”
La COP30 debe servir para construir una acción climática basada en la ciencia, que integre la naturaleza en las Contribuciones Nacionales y asegure una transición justa y coherente entre clima, biodiversidad y bienestar social. “Necesitamos reforzar la confianza en la cooperación internacional –enfatiza Ruiz– , porque la lucha contra el cambio climático no se gana con fronteras, sino con solidaridad y visión global.”
Un ejemplo de ello lo protagonizó la juventud mundial en la 14.ª edición del Foro de la Juventud de la UNESCO, celebrado los días 27 y 28 de octubre en Samarcanda, donde delegaciones de más de 140 países alcanzaron un consenso histórico: un documento de recomendaciones que integra la transición justa con la biodiversidad, en un momento clave para el futuro de la organización y del planeta.
¿En qué momento de su aplicación se encuentra el Acuerdo de París?
Una vez completado el proceso de reflexión y puesta en común del ‘balance global’ de la acción climática (‘el llamado ‘Global Stocktake’, en inglés), las Partes tienen la obligación de entregar una actualización de sus contribuciones nacionales (‘NDCs’ en sus siglas en inglés) a la acción colectiva global, con horizonte 2035.
Estas contribuciones supondrán más esfuerzos desde una mayor ambición de cada país según sus capacidades y circunstancias, y se centrarán en la eliminación de los combustibles fósiles del sistema energético (electricidad, transporte, calefacción, industria). Además, los países deben reducir las emisiones de los sectores agrario, forestal y residuos, y asegurar que los ecosistemas naturales absorben el exceso de las emisiones del principal gas de efecto invernadero: el CO2. De esta forma, la suma de las emisiones y absorciones de la comunidad internacional debería llegar a ‘cero neto’ en 2050 para asegurar que, para finales del siglo, el aumento de la temperatura promedia del planeta se mantenga bien por debajo de +2 °C respecto a los niveles preindustriales, intentando de todos modos limitar el calentamiento a +1,5 °C. El Convenio del Clima de la ONU deja claro que los esfuerzos de la acción climática serán liderados por los países desarrollados.
El Acuerdo de París también establece una serie de acciones dirigidas a reducir la vulnerabilidad de la humanidad y los ecosistemas frente a los impactos del cambio climático y el calentamiento global, mediante el aumento de la resiliencia y de la capacidad de adaptación. Además, reconoce que los países más vulnerables sufrirán impactos irreversibles donde la adaptación es imposible, y que estas ‘perdidas y daños’ deben ser reconocidos y abordados con el apoyo de los países más desarrollados. Este apoyo de los países más ricos incluirá la financiación, sobre todo, además de la transferencia de tecnología, el desarrollo de capacidades y otras fórmulas de colaboración bilateral y multilateral.
Y ¿se está cumpliendo con estos compromisos?
Existe todavía una brecha importante entre lo firmado en París en 2015 y la acción tomada por la comunidad internacional. El planeta ya va camino de romper el límite de +1,5 °C; con las contribuciones a 2035 anunciadas, y la salida de Estados Unidos del esfuerzo colectivo, será cada vez más difícil no sobrepasar el límite de +2 °C, con consecuencias potencialmente devastadoras a lo largo del siglo. En la COP30 del Convenio del Clima de la ONU, hace falta un esfuerzo sin precedentes para abandonar los combustibles fósiles, reducir las emisiones procedentes de los bosques y el sistema agrario, y frenar y revertir la deforestación y la degradación de otros ecosistemas clave. Además, es muy urgente cerrar nuevos compromisos en materia de adaptación y pérdidas y daños.
Todo esto solo será posible con un salto cualitativo en Belém de la acción climática de los países industrializados, que además deben firmar garantías más sólidas de una mayor financiación para las economías emergentes. La posición de la Unión Europea de reducción de emisiones de cara a 2035, cerrada in extremis esta misma semana, constituye un paso importante y necesario. No obstante, sigue siendo insuficiente de acuerdo con la ciencia, la justicia y las reivindicaciones de la sociedad civil.
La comunidad internacional de ONG ambientales ante el Convenio del Clima, coordinada por la Red de Acción Climática, a la que pertenece SEO/BirdLife, defiende la aprobación en la COP30 de un compromiso redoblado bajo un enfoque de transición justa, llamado ‘El Mecanismo de Acción de Belém’.
¿Qué resultados espera SEO/BirdLife en Belém?
De acuerdo con su visión de un mundo rico en biodiversidad, donde el ser humano y la naturaleza conviven en armonía, SEO/BirdLife señala una serie de aspectos específicos de la cumbre desde el punto de vista de la biodiversidad y los ecosistemas donde el progreso es crucial. Se trata de asuntos muchas veces olvidados en estas citas, pero que son fundamentales si la humanidad pretende conseguir un equilibrio entre las emisiones de gases de efecto invernadero y la capacidad de la Tierra de quitarlas de la atmósfera, y de reducir la vulnerabilidad a los impactos de la emergencia climática.
La delegación de BirdLife International, con el apoyo de SEO/BirdLife, defenderá estas cuestiones en las negociaciones de la COP, detalladas en un documento de prioridades. En resumen, son:
- Incluir en las Contribuciones Determinadas a nivel Nacional (NDC por sus siglas en inglés para 2035 compromisos claros de conservación y restauración de la naturaleza, tanto por su función de absorber las emisiones excesivas de CO2, como por su papel como ‘defensas naturales’ contra los episodios extremos (olas de calor, sequías, incendios, temporales). Confirmar en los NDCs que la necesaria descarbonización de la energía se llevará a cabo con garantías concretas para compatibilizar el despliegue de las energías renovables con la conservación y restauración de la biodiversidad;
- En el trabajo para medir el progreso en la adaptación al cambio climático, incluir en el grupo de indicadores la medición del impacto en las especies y hábitats en peligro, además del éxito de los ecosistemas en la reducción de la vulnerabilidad;
- Iniciar un programa de trabajo que garantice la aplicación coordinada de los tres ‘convenios de Río’ (clima, biodiversidad y desertificación) que aproveche las muchas sinergias entre los tres instrumentos.
- En los compromisos de financiación climática, identificar claramente las necesidades y fuentes de financiación para llevar a cabo las acciones de conservación de especies, hábitats y ecosistemas señaladas en los NDCs.
¿Y qué papel juega España?
Como en todas las COP recientes del Convenio del Clima, España es uno de los países de la Unión Europea que más esfuerzos está haciendo por el multilateralismo global necesario para fraguar acuerdos a la altura de la emergencia climática. Los eventos lamentables del último año, como la trágica dana del otoño de 2024 y los incendios del pasado verano, son un recordatorio más de lo que se juega en las negociaciones del clima en particular y la acción climática en general. Prueba de ello es la iniciativa del Gobierno de acordar un Pacto de Estado contra la Emergencia Climática, con la que SEO/BirdLife, junto con otros actores de la sociedad civil, está plenamente comprometida.
Para David Howell, experto en energía y clima de SEO/BirdLife, “esta COP debe marcar un antes y un después en la integración de la naturaleza en la agenda climática, porque no hay futuro climático posible sin biodiversidad. “La conservación y restauración de los ecosistemas no deben ser vistas solo como una medida ambiental, sino como medidas de seguridad, salud y justicia para las personas. Necesitamos compromisos firmes y vinculantes que reconozcan a la naturaleza como nuestra mejor aliada frente a la emergencia climática.”
España y el conjunto de los países mediterráneos llegan a esta COP en primera línea de la crisis climática y ecológica. “Cada año sufrimos más sequías, incendios y fenómenos extremos que ponen en riesgo nuestra salud, nuestra economía y nuestra biodiversidad. En este contexto –finaliza Howell– , no actuar con ambición sería una irresponsabilidad histórica.”
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