150 años después, el sueño continúa - Salesianos España

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Hace 150 años, Don Bosco dio un paso que cambió para el rostro de su Congregación. Envió a diez jóvenes salesianos al otro lado del mundo. Era noviembre de 1875 y comenzaba la primera expedición misionera salesiana. Ciento cincuenta años después, no hablamos solo de una fecha o de un recuerdo. Hablamos de un proyecto profético que sigue vivo.

La historia misionera de los Salesianos comenzó con una bendición y una certeza: “Los jóvenes, especialmente los más pobres, esperan”. Desde la iglesia de Valdocco hasta los confines de Tierra del Fuego, aquella intuición inicial se convirtió en una red viva de escuelas, parroquias, oratorios, misiones y casas donde la educación y el Evangelio caminan de la mano.

Pero, ¿qué celebramos realmente hoy? No solo conmemoramos un viaje o una expansión geográfica. Celebramos el corazón misionero de nuestra identidad. Celebramos que el carisma salesiano es, desde su origen, misionero. Nació en los patios de un oratorio a las afueras de Turín, sí, pero con una vocación de frontera. Vocación de salir, de ir al encuentro del otro, de estar con los jóvenes más necesitados.

Este 150 aniversario es una llamada a dar gracias, a repensar y a relanzar. A dar gracias por los miles de misioneros que, con sencillez evangélica, dejaron la seguridad de su casa, de su tierra, y se fueron a otros países. A repensar hoy nuestras formas de presencia, de anuncio, de acompañamiento; a entender la misión desde una mirada global, como lo entiende hoy la Iglesia. Y, sobre todo, a relanzar con esperanza la misión compartida.

Este aniversario también nos recuerda que ha cambiado el concepto de ‘misiones’. La misión no es tarea exclusiva de quienes parten a tierras lejanas. Cada uno de los miembros de la Familia Salesiana está llamado a ser misionero en el contexto en el que está. Y misioneros con estilo salesiano: cercanos, alegres, audaces, con los pies en la tierra y el corazón en el cielo, como quería Don Bosco.

En un mundo fragmentado, donde los jóvenes a menudo se sienten solos y sin referentes, ser misioneros hoy es tejer comunidad, dar sentido, acompañar procesos, despertar vocaciones. En cada rincón donde hay un joven que grita “venid a salvarnos” –como soñó Don Bosco–, hay una Patagonia que nos espera, aunque esté lejos física o vitalmente. 150 años después, el sueño continúa. Hoy nos toca vivir con pasión apostólica, mirar lejos, y seguir haciendo realidad el sueño misionero de Don Bosco.

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marian