Si tu hijo/a es altamente sensitivo, sabrás que a pesar de que tenga fama de persona de pocas palabras (un 70% de las personas con alta sensitividad son introvertidos), también es cierto que puede pasarse horas hablando sin parar cuando está con alguien de su máxima confianza.
Si es contigo con quien mantiene esas largas charlas, también sabrás que esas conversaciones tienen más de monólogo que de diálogo. Veamos por qué se produce esto y veamos también cómo podemos mejorar nuestra comunicación con él o ella.
La alta sensitividad y sus pilares
Basándonos en los estudios de Elaine N. Aron, recordemos dos pilares fundamentales de la alta sensitividad:
- Sensitividad sensorial: los niños altamente sensitivos (NAS) perciben muchos más estímulos del entorno.
- Profundidad de procesamiento: analizan esa información de forma intensa y reflexiva.
Ambas características están ligadas; así que, percibir mucho solo es útil si se puede procesar adecuadamente.
Podemos valernos de una metáfora para visualizar mejor esto: Imagina que tu NAS tiene un almacén entero de juguetes. Es evidente que son más juguetes de los que un niño puede gestionar. Podríamos renunciar a tener tantos juguetes para evitar el caos. La otra opción sería tratar de mantener el almacén ordenado, para poder localizar el juguete que queremos en cada momento. En esta metáfora, los juguetes son los datos.
- Si hay demasiados juguetes (información), el niño tiene dificultades para ordenarlos y encontrarlos.
- Si tiene pocos, puede gestionarlos bien.
- Un NAS, al percibir tanto, necesita una gran capacidad de procesamiento para no “colapsar”.
- Tener mucha información se convierte en ventaja desde el momento en que la tenemos ordenada y lista para usar. Por tanto, de la combinación de ambos pilares, sensitividad sensorial y profundidad de procesamiento, surgen en los NAS cualidades tan positivas como la intuición, la reflexión y la creatividad.
¿Cómo lleva a cabo un NAS el procesamiento profundo de la información? A través del lenguaje.
Lenguaje como herramienta de procesamiento
Para los NAS, el lenguaje (interno o hablado) es la herramienta principal con la que procesan el exceso de información que captan.
Cuando un NAS habla largo y tendido, en realidad “piensa en voz alta”: está ordenando sus ideas y emociones, no necesariamente buscando consuelo ni apoyo.
Por ello, los padres o educadores deben escuchar con atención activa, mostrando interés y paciencia, aunque el relato sea detallado o extenso. Su papel ideal no es tanto intervenir como orientarlo y ayudarle a interpretar lo que narra.
Cómo guiar estas conversaciones
Durante estas charlas:
- Se debe permitir que el NAS exprese todo lo que necesita.
- El adulto puede intervenir para ayudarle a interpretar lo sucedido, dar su punto de vista moral o hacer preguntas que le inviten a reflexionar.
- Es importante no interrumpir el flujo de su pensamiento, pero sí guiarlo.
Estas conversaciones son distintas de las sociales o cotidianas: su propósito no es socializar, sino procesar experiencias. Por eso, el niño debe aprender a distinguir cuándo es apropiado tener este tipo de monólogo y con quién.
Al mismo tiempo, debemos enseñar al NAS a mantener conversaciones sociales, para que no usen cualquier diálogo como vía para procesar sus pensamientos y puedan establecer vínculos con los demás.
Enseñar el arte de la conversación
- Debemos enseñarles a distinguir entre:
- Conversaciones de procesamiento (solo con personas de confianza).
- Conversaciones sociales (para interactuar y cooperar).
Los NAS deben aprender las reglas del diálogo social, ya que a veces:
- Hablan demasiado o aportan datos irrelevantes.
- O bien no participan lo suficiente.
Esto se explica mediante las máximas conversacionales de H. P. Grice:
- Cantidad: decir la información necesaria, ni más ni menos.
- Calidad: decir solo lo que es verdadero.
- Relevancia: hablar de lo que viene al caso.
- Claridad: evitar ambigüedades.
Los NAS suelen tener dificultades especialmente con cantidad y relevancia, porque tienden a dar demasiados detalles o a desviarse del tema.
Por ello, hay que enseñarles a:
- Ir al grano.
- Escuchar atentamente.
- No usar conversaciones sociales para “pensar en voz alta”.
- Respetar los turnos y evitar discusiones competitivas.
La empatía como clave
La empatía —otro de los pilares de la alta sensitividad— puede ser su mayor aliada.
Si el NAS percibe cómo se sienten los demás, será capaz de:
- Ajustar su lenguaje para mantener la armonía.
- Usar el humor o la comprensión emocional para calmar tensiones.
- Favorecer conversaciones equilibradas y respetuosas.
Conclusión
Los NAS procesan el mundo de manera más profunda gracias a su elevada percepción y reflexión. Suelen hablar extensamente con personas de confianza, no para socializar sino para ordenar mentalmente sus experiencias mediante el lenguaje. Los adultos deben escucharlos con paciencia y orientar sus pensamientos, ayudándolos a interpretar lo vivido. Sin embargo, también es importante enseñarles las reglas del diálogo social —como las máximas de Grice sobre cantidad, calidad, relevancia y claridad— para que aprendan a comunicarse equilibradamente y no usen cualquier conversación como vía para su procesamiento. Fomentar sus habilidades comunicativas les permitirá relacionarse mejor. Gracias a su empatía, los NAS pueden desarrollar una comunicación más consciente, respetuosa y emocionalmente profunda.
Elena Villar Conde
Filóloga y lingüista. Profesional PAS
FUENTES:
Aron, Elaine N. (2006). El don de la sensibilidad. Ediciones Obelisco.
Aron, Elaine N. (2017). El don de la sensibilidad en la infancia. Ediciones Obelisco.
Grice, H. P. (1975). Logic and Conversation. En P. Cole & J. L. Morgan (Eds.), Syntax and Semantics, Vol. 3: Speech Acts (pp. 41–58). New York: Academic Press.
Imágenes creadas con IA.