El estrés y la salud bucodental están directamente relacionados. Propicia la aparición de caries, enfermedad periodontal, aftas y xerostomía, entre otras alteraciones. Para prevenir y mitigar sus efectos, se recomienda un enfoque integral que influya en la gestión del estrés, mantenimiento de buenos hábitos de higiene oral y visitas regulares al odontólogo para poder aplicar tratamientos específicos según cada caso.
El impacto del estrés en la salud bucodental
El estrés es una respuesta natural del cuerpo frente a situaciones que amenazan el equilibrio emocional o físico de la persona. Cuando este se vuelve crónico, altera sobremanera distintos sistemas del cuerpo, incluyendo la salud bucodental. Algunos cambios que pueden presentarse son:
1. Sistema inmunológico debilitado
El estrés crónico afecta directamente la respuesta inmunitaria del organismo, lo que debilita su capacidad para combatir infecciones y hace que la boca sea más susceptible a infecciones bacterianas. Las encías inflamadas, la periodontitis y la aparición de aftas son ejemplos de cómo la inmunosupresión inducida por estrés se puede manifestar en la cavidad bucal.
2. Incremento de hormonas del estrés
El organismo libera hormonas como cortisol y adrenalina para regular la respuesta al estrés. Sin embargo, estas hormonas también alteran la composición de la saliva y reducen su capacidad de proteger de forma natural dientes y encías. Una cavidad con menos saliva está predispuesta a la sequedad bucal, la caries y la erosión dental, condiciones relacionadas con la xerostomía.
Además, el estrés puede alterar el equilibrio de neurotransmisores y afectar la percepción del dolor: los problemas dentales pasan desapercibidos hasta que adquieren cierta gravedad.
3. Hábitos de higiene poco saludables
El estrés puede generar cambios conductuales y muchas veces lleva a descuidar la rutina de higiene oral, llevar una alimentación desequilibrada, consumir demasiados azúcares o bebidas ácidas, así como morder objetos o fumar. Estos comportamientos aumentan el riesgo de desarrollar caries, enfermedad periodontal u otros problemas en los dientes y encías.
Estrés y salud bucal: consecuencias
Los primeros signos de alteraciones bucodentales asociadas al estrés son enfermedades en las encías, como la gingivitis y la periodontitis, y en algunos casos, bruxismo. También pueden presentarse aftas bucales, fatiga, espasmos de los músculos masticatorios, dolor mandibular, cefaleas y complicaciones en la articulación temporomandibular (ATM).
1. Bruxismo
El bruxismo es la manifestación más visible del estrés en la boca y puede presentarse tanto de día como mientras se duerme. La tensión en los músculos vinculados a la masticación llega a provocar espasmos, fatiga y dolor que se irradia hacia la cabeza y el cuello. La sobrecarga también provoca trastornos en la articulación temporomandibular.
Para los cuidados frente a la tensión se necesita de un enfoque multidisciplinario: férulas dentales, manejo del estrés y terapia física para los músculos masticatorios. Muchas personas no son conscientes de que lo padecen hasta que aparecen síntomas evidentes.
2. Aftas bucales
Las aftas, también llamadas úlceras o estomatitis aftosas recurrente (EAR), son lesiones orales dolorosas que aparecen en la mucosa oral, dado que el estrés altera la respuesta inmunitaria y, por ende, favorece la inflamación. Hábitos como morderse la mejilla o el labio por nerviosismo empeoran el problema: el daño en la mucosa oral se agrava y se prolonga el tiempo de cicatrización.
3. Xerostomía
La xerostomía ocurre cuando se disminuye la producción de saliva, lo que causa sequedad bucal. Esto deriva en dificultad para hablar, masticar y tragar, comprometiendo la digestión inicial de los alimentos. Dado que la saliva también protege contra las bacterias, su falta aumenta el riesgo de caries y de enfermedad en las encías.
El tratamiento para la xerostomía incluye hidratación constante, uso de productos que ayuden a la humectación de la cavidad bucal y enjuagues antimicrobianos diseñados para protegerla.
4. Enfermedad periodontal
La enfermedad periodontal incluye gingivitis y periodontitis. Determinados estudios demuestran que pacientes con estrés leve o moderado presentan mayor riesgo de sufrir enfermedad periodontal y, en episodios prolongados de depresión y ansiedad, son más propensos a que los tejidos que sujetan los dientes se desprendan o se dañen, lo que puede conllevar la pérdida de piezas dentales.
Todas estas alteraciones bucodentales pueden provocar desgaste de los tejidos duros del diente, lo que causa sensibilidad dental, recesión gingival y, en casos más avanzados, movilidad dental y fracturas. Hay que tener en cuenta que un sistema inmune debilitado retrasa la cicatrización y reduce la eficacia de los tratamientos odontológicos, lo que crea un círculo vicioso, de ahí la importancia de acudir a un especialista para adoptar medidas preventivas.
Estrategias para estrés y salud bucodental
Dado que el estrés puede llegar a afectar de forma tan generalizada la salud bucodental, se aconseja un enfoque integral preventivo que combine hábitos de higiene oral, gestión del estrés y visitas regulares al dentista.
1. Gestión del estrés
Se puede controlar la tensión física y mental con estrategias como meditación, respiración profunda, yoga y mindfulness, mientras que la actividad física habitual ayuda a regular los niveles de cortisol y mejora el ánimo por la liberación de endorfinas. La psicoterapia también ayuda a identificar los factores de estrés y desarrollar habilidades para afrontarlo. La gestión del estrés ayuda a mantener el equilibrio emocional e influye en la autoestima.
2. Hábitos de higiene oral
Mantener buenos hábitos de higiene oral minimiza los efectos del estrés y la ansiedad en la cavidad bucal. Lo ideal es cepillar los dientes al menos dos veces al día con pasta fluorada y usar hilo dental una vez al día para eliminar placa entre los dientes. Los enjuagues refuerzan la defensa frente a bacterias y una dieta sin azúcares protege el esmalte dental y la microbiota oral.
3. Visitas regulares al dentista
Con revisiones cada seis meses es posible detectar signos tempranos de alteraciones orales vinculadas al estrés y aplicar tratamientos preventivos. Los odontólogos pueden recomendar férulas o protectores nocturnos para el bruxismo, tratamientos hidratantes para la xerostomía o terapias regenerativas para encías y tejidos periodontales.
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