Zarandajas - Síntesi

Compatibilità
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Mi querida Estrella Montolío, la mejor especialista mundial que conozco en lenguaje claro, participaba recientemente en el X Congreso Internacional de la Lengua Española en Arequipa (Perú) y, en el marco del mismo, también en la Gala de la Palabra que organiza el Instituto Cervantes. Se trataba de escoger una palabra para definir su especialidad y ella eligió “zarandajas” que, además de referirse a la legumbre tradicional en la gastronomía peruana, significa fruslerías, tonterías, pamplinas, bagatelas, insignificancias, minucias, chuminadas, ajaspajas.

¿Qué tiene que ver ello con el lenguaje? Pues que ya no se trata, como dice Estrella, de escribir o de hablar pensando en quién tenemos delante y que nos entienda, sino de quitarle al lenguaje todos aquellos atributos innecesarios que lo complican y que muchas veces lo hacen incomprensible.

Pero, ¡cuidado!, sin caer en el error de simplificar tanto que convirtamos el lenguaje en pura demagogia.

Ese es el riesgo actual: que en la batalla por hacer el lenguaje comprensible para sus destinatarios nos pasemos de la raya y lo convirtamos en una zarandaja.

La comparativa que hace Estrella Montolio es magnífica desde el momento en que el equilibrio es realmente complicado. Se han hecho grandes avances, pero seguimos inmersos en el vicio y la tendencia de querer decorar el lenguaje con elementos innecesarios, a menudo para parecer más doctos en la materia o para significar superioridad ante el otro, sin tener en cuenta si nuestro mensaje llega o no a buen puerto. Hablamos para nosotros y no para los otros, y cuando queremos simular claridad rebajamos tanto el nivel que parecemos imbéciles.

Es cierto que el lenguaje claro –en buena medida gracias a la labor titánica de Estrella y su equipo– figura hoy en muchas agendas y son muchas las administraciones y algunas empresas las que lo tienen presente en su radar, pero también es cierto que, al igual que otras temáticas, existe el riesgo de que esa apuesta por la claridad sea simplemente superficial, para quedar bien; como en parte ha pasado con la sostenibilidad o con la responsabilidad social corporativa, donde hay más paja que verdad. Es por ello por lo que debemos ser conscientes de que o nos creemos la importancia del lenguaje claro y militamos en él, o podemos convertir el lenguaje en una zarandaja más.

Recapiti
Jordi Martínez