4 de cada 10 españoles no sabe identificar la violencia económica, uno de los abusos más frecuentes
- 1 de cada 10 mujeres en España sufre violencia económica, un tipo de abuso que implica control, limitación o sabotaje de las finanzas de la víctima.
- “Si yo producía, él lo tomaba, lo gastaba o me hacía sentir culpable. Cerré mi negocio para acompañarlo”, destaca una víctima que sufrió este tipo de violencia de género.
- A través del programa de prevención de Violencia Económica de la Fundación Nantik Lum, las mujeres aprenden a detectar, prevenir, solventar y erradicar este tipo de abuso.
La violencia de género continúa siendo una de las principales crisis sociales en España. Según datos del INE, en 2024 la tasa de víctimas de violencia de género fue de 1,6 por cada 1.000 mujeres mayores de 14 años. Aunque habitualmente se asocia esta violencia con la física o la psicológica, existe otra forma mucho menos visible, pero igualmente muy violenta. Se trata de la violencia económica, que afecta a 1 de cada 10 mujeres en España, es decir, a más de 2,3 millones de mujeres, según revela la Macroencuesta de Violencia contra la Mujer de 2019. A pesar de su impacto, más del 40% de los españoles no sabe de la existencia de este tipo de abuso, ni cómo identificarlo, según datos de la entidad bancaria Nickel, perteneciente al grupo BNP Paribas.
Esta forma de abuso implica control, limitación o sabotaje de los recursos financieros de la víctima, ya sea impidiéndole trabajar, obligándola a asumir todos los gastos, ocultando ingresos o ejerciendo presión para que renuncie a su autonomía económica. Aunque se manifiesta de forma silenciosa, sus consecuencias pueden extenderse durante años, afectando a la capacidad de independencia y recuperación económica de las mujeres que la sufren.
Así lo asegura Lucía Medina, directora de la Fundación Nantik Lum: “La violencia económica suele pasar desapercibida, incluso para las personas que lo están sufriendo. No deja marcas visibles, como la violencia física, pero condiciona la autonomía, destruye la autoestima y genera una dependencia que dificulta salir de la relación”.
Una víctima y participante anónima del Programa Violencias Económicas de la Fundación Nantik Lum explica cómo durante 23 años fue víctima de esta violencia sin entender de qué se trataba: “Siempre me pregunté por qué, a pesar de tener buenos ingresos, nunca lograba ahorrar. Yo asumía todos los gastos del hogar y pensaba que era normal hacerlo, mientras que mi expareja destinaba su dinero en otras cosas. Si yo producía, él lo tomaba, lo gastaba o me hacía sentir culpable”.
Además, señala que tuvo que renunciar a su vida profesional por él. “Cuando aceptó un cargo público, nos trasladamos de ciudad y yo cerré mi negocio para acompañarlo. Al llegar, me pidió que no trabajara en lo mío porque, según él, estaba mal visto en su entorno. Sin darme cuenta, ya estaba completamente controlada, aislada y con mi autonomía económica destruida. Además, insistía en que yo debía estudiar más para encajar en su círculo social y político, pero nunca me apoyaba económicamente en esos estudios”, continúa.
Su experiencia le enseñó lo difícil que es reconocer la violencia económica mientras estás inmersa en ella. “A una víctima que esté pasando por lo mismo que sufrí yo, le diría que no está sola y que no es su culpa lo que está viviendo. Es esencial hablar con alguien de confianza y buscar apoyo profesional e institucional, ya que compartir el abuso del que eres víctima es el primer paso para recuperar tu autonomía y romper el control”, concluye la mujer.
En la II Jornada de debate sobre “Violencia Económica y Salud Financiera”, celebrado por la Universidad de Oviedo, junto a la Fundación Nantik Lum, Cristina Sánchez, agente de policía judicial, aseguró que cerca del 10% de las denuncias por violencia de género en la ciudad tienen componentes de violencia económica. Sin embargo, el desconocimiento y la invisibilidad de esta forma de abuso complican las denuncias y las respuestas institucionales.
Detectar, prevenir y acompañar: las claves para frenar esta forma de violencia de género
No se trata de un caso aislado. Es por este motivo que algunas entidades sociales destacan la necesidad de reforzar la formación de profesionales y de ofrecer recursos y herramientas que permitan identificar y acompañar a las víctimas de violencia económica, ya que continúa siendo poco reconocida tanto social como legalmente.
La Fundación Nantik Lum lleva años trabajando para dar visibilidad a esta problemática a través de su Programa de Violencias Económicas, una iniciativa que forma a profesionales de entidades sociales de toda España y acompaña a mujeres que han sufrido este tipo de control financiero. Hasta la fecha, más de 230 profesionales de lo social han pasado por el programa y se ha atendido a más de 140 mujeres. El 100% de las personas participantes afirma sentirse capacitada para detectar casos de violencia económica, y el 98% de los profesionales señala haber adquirido nuevas habilidades que ya aplica en la atención a sus usuarias.
El programa, financiado por el Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030 y Fundación La Caixa, es gratuito para todos/as las participantes.
II Jornada de Debate sobre Violencia Económica y Salud Financiera
El pasado 18 de noviembre, se celebró la II Jornada de Debate sobre Violencia Económica y Salud Financiera: Desafíos, Soluciones y Avances Legales, donde se situó esta problemática en el centro del debate público y académico, poniendo el foco en su reconocimiento como una forma estructural de violencia de género. El encuentro reunió a expertas y expertos del ámbito institucional, jurídico y social para analizar los avances normativos, las carencias actuales en su tipificación y detección, así como la urgencia de reforzar la educación financiera como herramienta clave de prevención.
Durante el encuentro, Patricia Stupariu, economista del Banco de España, aportó datos sobre la brecha de género en educación financiera y subrayó que muchas mujeres aún muestran una menor confianza en sus conocimientos económicos: “Muchas prefieren responder «no lo sé» ante preguntas financieras, lo que refuerza la idea de que no solo existe una brecha de conocimientos, sino también una brecha de confianza en su capacidad para tomar decisiones financieras informadas».
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