Tu libro se llama Viático. Un viaje al corazón del silencio. ¿Por qué elegiste la palabra “viático” como título y qué significado tiene para ti en el contexto de este relato poético?
Porque el término apela a lo necesario para el camino y además es un sacramento, el último que prepara el último viaje, para los cristianos, el retorno definitivo al Padre. Para mí es una alegoría al concepto de viaje, como andadura interior. En todos los procesos iniciáticos y caminos, la importancia está en el mismo viaje, no especialmente en el destino.
La sinopsis describe a Viático como un “tránsito poético” hacia lo más profundo del ser. ¿Podrías compartir cómo es ese viaje interior que propone el protagonista?
Un descubrimiento profundo sobre el sentido de la vida y de lo vivido, en el momento de la muerte. Un hallazgo maravilloso que relativiza los miedos, para encajar las experiencias profundas descubiertas durante el tránsito.
En Viático tratas la muerte no como un final sino como un paso hacia algo más profundo. ¿Cómo ha influido tu experiencia personal, profesional y espiritual (eres counselor en duelo, diácono…) en esta reflexión sobre la muerte y el sentido de la vida?
Pues mucho, la verdad. Me dedico a acompañar a personas al final de la vida y a sus familias. En todas mis obras aparece el signo trascendente universal, visto en todas las tradiciones y en su religiosidad. He tenido muchas experiencias personales al respecto y creo que la muerte como aniquilación no existe, la vida no termina.
El protagonista se enfrenta a recuerdos no sanados: infancia, amores frustrados, deseos inconclusos… ¿Cómo crees que esos “fantasmas del pasado” moldean nuestra identidad al final de la vida?
La moldean para que podamos reconciliarnos con nosotros mismos. Morimos con la misma culpa, con los mismos miedos, con la misma incertidumbre con que vivimos. No es posible pensar en un despertar espiritual sin un proceso purificador.
En el libro hay un “guía silencioso” que acompaña al protagonista. ¿Cómo interpretas el papel de este guía, simbólicamente? ¿Es una figura espiritual, psicológica, imaginaria…?
Temo que esta respuesta pueda desvelar quién es Morah. Si me permites, no voy a comntestar a esta pregunta. Disculpa.
¿Buscaste deliberadamente que la prosa fuese “contenida y poética”, para reflejar el tema del silencio y la serenidad interior? ¿Qué técnicas literarias o recursos usaste para lograrlo?
No, es algo inevitable en mí. Podría redactar cualquier encargo con un tono concreto, pero este es mi estilo y me define. Intensidad, brevedad, síntesis… Soy fragmentario y miro la vida por fragmentos, no con continuidad. Imagino que tiene que ver con mi personalidad.
Uno de los riesgos al tratar la muerte y el duelo es caer en un mensaje demasiado académico, místico o incluso religioso. ¿Cómo has conseguido que Viático transmita profundidad sin dogmatismo?
Después de estudiar las tradiciones religiosas desordenadamente, opté por hacerlo de manera académica y regular. Y, ¿sabes?, sigo pensando que Dios está especialmente en nosotros. Solo la experiencia interior, se llame como se llame, abre las puertas a la verdad definitiva. Ten en cuenta que soy un lector voraz del género fantástico desde niño. Me atrae sobremanera el mundo simbólico y lo que manifiesta en ele hombre.
¿A qué tipo de lector va dirigido este libro? ¿Cuál es el lector ideal para Viático?
Cualquier persona que se pregunte por su vida y su muerte, o la de sus seres queridos, es decir, a todo el mundo.
¿Qué te gustaría que sintiera el lector al terminar de leer Viático? ¿Qué emociones o reflexiones quieres que se lleve consigo?
Me encantaría que el lector viajase con Urán en cada paso y que sintiera lo que él siente. Es increíble.
Por último, ¿tienes planes de llevar este proyecto literario a otros formatos (charlas, recitales, meditación guiada, talleres sobre duelo)?
En principio es prematuro para mi, pero te tomo la palabra, jejeje
