Un Compromiso Impostergable: Garantizar una Vida Libre de Violencia para Todas las Mujeres
Cada año, el 25 de noviembre se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, una fecha proclamada por la Naciones Unidas con el propósito de visibilizar una de las violaciones de derechos humanos más persistentes: la violencia ejercida contra mujeres y niñas por razón de género. La elección de esta fecha se inspira en el asesinato de las hermanas Patria, María Teresa y Minerva Mirabal, el 25 de noviembre de 1960, por su oposición a la dictadura de Rafael Trujillo en la República Dominicana. Las “Mariposas”, como se les conocía, se transformaron en un símbolo universal de resistencia y coraje feminista.
Hoy, más de seis décadas después, su legado continúa recordándonos que la violencia contra las mujeres y niñas no es un hecho aislado ni una fatalidad inevitable, sino un fenómeno estructural que atraviesa culturas, fronteras y generaciones. Las cifras son aterradoras: según datos recopilados por ONU Mujeres, casi una de cada tres mujeres en el mundo ha sufrido violencia física o sexual en algún momento de su vida. Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que esta violencia tiene consecuencias persistentes en la salud física y mental de las víctimas, y que además limita oportunidades educativas y laborales, y perpetúa ciclos de desigualdad. En 2023, se estimaron más de 51,100 muertes de mujeres y niñas a manos de sus parejas o miembros de sus familias; una media de 140 víctimas por día. El hogar, paradójicamente, sigue siendo el espacio más peligroso para muchas mujeres. La violencia no es algo residual, sino una manifestación del desequilibrio de poder, de los estereotipos de género y de la tolerancia social que todavía persisten en nuestras comunidades.
Reconociendo esta realidad, la comunidad internacional ha establecido un marco jurídico sólido. La Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW) y la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer (DEVAW) afirman que la violencia de género constituye una violación de los derechos humanos y obligan a los Estados a prevenirla, sancionarla y repararla. Sin embargo, los tratados por sí solos no bastan. Es necesario que los Estados, las organizaciones de la sociedad civil y los organismos internacionales coordinen esfuerzos para construir una arquitectura de protección efectiva, que reconozca la violencia como un problema estructural, no meramente individual.
Pese a los avances normativos, los retos persisten. En contextos de crisis humanitaria o conflictos armados, la proporción de mujeres que padecen violencia de género puede alcanzar el 70%, frente al 35% a nivel mundial. Además. la violencia se expresa también en otras formas: acoso digital, explotación económica, matrimonios forzados y mutilación genital femenina, que requieren respuestas integrales y centradas en las víctimas. El punto más crucial consiste en no ver a las víctimas solo como objetos de protección, sino como agentes de cambio, capaces de transformar las estructuras que las oprimen.
En este marco global de lucha contra la violencia de género, desde People Help (PH) y FIBGAR presentamos hemos lanzado RAGAA – Raise Against Gender Apartheid in Afghanistan, una iniciativa destinada a visibilizar, documentar y denunciar la violencia sistemática que sufren mujeres y niñas en Afganistán. RAGAA nace para confrontar un sistema de opresión profundamente institucionalizado cuyo impacto constituye un crimen de lesa humanidad aún no reconocido formalmente por el derecho penal internacional.
Desde RAGAA alzamos la voz para denunciar la situación dramática que atraviesan las mujeres afganas, víctimas de un régimen que ha instaurado un auténtico apartheid de género. No se trata de hechos aislados, sino de políticas deliberadas de Estado orientadas a eliminar cualquier rastro de autonomía, dignidad o libertad. Desde 2021, la llegada al poder de los talibanes ha supuesto la imposición de restricciones extremas a la educación, el trabajo, la participación política y la vida pública de las mujeres, consolidando un modelo de exclusión total.
El apartheid de género, como sistema institucionalizado de dominación, constituye una forma extrema de violencia estructural. Su reconocimiento y sanción requieren una respuesta internacional urgente. Frente a esta realidad, RAGAA exige:
- El reconocimiento jurídico del apartheid de género como crimen de lesa humanidad, impulsando la documentación rigurosa de casos y el debate jurídico necesario para su incorporación en los marcos normativos internacionales.
- Protección internacional efectiva para las mujeres afganas, mediante mecanismos ágiles de refugio, asistencia humanitaria y salvaguarda frente a amenazas inminentes.
- Acceso a la justicia nacional e internacional, apoyando estrategias jurídicas que permitan a las víctimas denunciar y perseguir la rendición de cuentas en tribunales y organismos internacionales.
RAGAA se fundamenta en una convicción clara: el silencio y la indiferencia equivalen a complicidad. Por ello, la iniciativa impulsa la denuncia pública, la documentación exhaustiva y la movilización de actores clave —gobiernos, sociedad civil, organismos internacionales y ciudadanía global— para poner fin a la impunidad y reconocer plenamente los derechos de las mujeres afganas. El apartheid de género es un crimen contra la humanidad, cuya erradicación constituye una obligación jurídica y moral.
Conoce más: www.ragaa4afghanistan.org
Esta jornada, por tanto, va más allá de la conmemoración simbólica. Desde el 25 de noviembre hasta el 10 de diciembre (Día de los Derechos Humanos) se desarrolla la campaña global de “16 Días de Activismo contra la Violencia de Género”, impulsada por la iniciativa ÚNETE de Naciones Unidas. Bajo el color naranja, símbolo de un futuro libre de violencia, la campaña invita a la acción colectiva en múltiples frentes: educación y sensibilización, prevención, fortalecimiento de servicios de apoyo, reformas legislativas, y respuestas institucionales eficaces. Más allá de organizar eventos o pronunciar discursos, el objetivo es conectar consciencia con transformación real.
La inclusión de iniciativas como RAGAA dentro de este marco refuerza la comprensión de que la lucha contra la violencia de género es global y que ninguna mujer, en ningún territorio, debe quedar fuera del amparo de los derechos humanos.
La eliminación de la violencia contra las mujeres no es solo un asunto de seguridad o ayuda social, sino una condición esencial de justicia, democracia y derechos humanos. Promover sociedades en que las mujeres puedan vivir sin miedo, sin discriminación y sin violencia estructural forma parte de una agenda más amplia que abarca la justicia transicional, la rendición de cuentas, el fortalecimiento del estado de derecho y la garantía de derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales. El 25 de noviembre no es solo una fecha en el calendario, sino una invitación a reflexionar y actuar.
Detrás de cada cifra hay un rostro, una historia y una decisión pendiente. A cada testimonio, política pública o ley mejorada, corresponde un paso hacia la igualdad. La lucha contra la violencia de género exige constancia, voluntad institucional, inversión pública y compromiso social. Solo así podremos honrar la memoria de las hermanas Mirabal y de millones de mujeres que siguen luchando, día a día, por su derecho a vivir libres de violencia.
Sara Zanon, colaboradora de FIBGAR