Cómo el estrés afecta a tu piel

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¿Sabías que el estrés y las enfermedades de la piel están estrechamente relacionadas? Varios estudios demuestran que la alteración emocional puede influir en la aparición, agravamiento o persistencia de patologías dermatológicas. Esta relación, además, es bilateral, puesto que las mismas enfermedades pueden provocar una mayor sensación de estrés y malestar. ¡Te explicamos por qué pasa y qué puedes hacer para cuidar tu piel!

El vínculo entre el cerebro y la piel

El cuerpo humano está diseñado para afrontar las amenazas que percibe. Por eso, cuando nos sentimos angustiados y el cerebro segrega cortisol, nuestra piel también lo nota. Esta activación provoca varios cambios en el tejido cutáneo: aumento de la inflamación, dificultad para cicatrizar heridas, mayor producción de grasa y menor resistencia a las infecciones, factores que pueden favorecer la aparición de problemas como la psoriasis, los eczemas, la dermatitis atópica, el acné, la urticaria, el liquen o, el liquen.

¿Cuándo acudir a un dermatólogo?

A veces no es necesario llegar a una situación de estrés intenso para que la piel note sus efectos; pequeñas alteraciones, como ponerse nervioso, ya pueden provocar picor o enrojecimiento. Sin embargo, a menudo somos conscientes de que estos cambios están vinculados al estrés, especialmente cuando se acompañan de otros síntomas como dificultades para dormir, sequedad bucal o sensación de ansiedad. En estos casos, es importante consultar a un dermatólogo, ya que cada manifestación cutánea requiere un tratamiento específico y, en ocasiones, también apoyo psicológico para una mejora completa.

Maneras de proteger tu piel

Adoptar hábitos saludables puede ayudar a mejorar muchas de las enfermedades dermatológicas relacionadas con el estrés. Por este motivo, es importante no dejarlos de lado, sobre todo en momentos de mayor presión o cansancio, cuando precisamente más los necesitamos. Algunos de estos hábitos son:

  • Dedicarse ratos diarios a uno mismo.
  • Mantener una alimentación equilibrada.
  • Beber suficiente agua a lo largo del día.
  • Realizar actividad física de forma regular.
  • Dormir las horas necesarias.
  • Practicar técnicas de relajación.
  • Relacionarse con otras personas.
  • Recurrir a la terapia cuando sea necesario.

Para más consejos de salud, consulta el blog de Previsora ​​General.

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