Un hallazgo reciente, presentado en el congreso ECTRIMS 2025, ha abierto una ventana a la posibilidad de detectar la progresión de la Esclerosis Múltiple (EM) antes de que sea clínicamente evidente. Se trata de un grupo de proteínas identificadas en el líquido cefalorraquídeo que podrían servir como huella dactilar para reconocer el deterioro funcional incluso cuando no hay brotes o recaídas visibles. Este fenómeno se conoce como PIRA (Progresión Independiente de la Recaída Actividad).
El desgaste silencioso
En la Esclerosis Múltiple, la acumulación de la discapacidad no siempre ocurre tras una recaída inflamatoria. Cada vez se reconoce más que la PIRA es un factor clave en el deterioro a largo plazo para muchas personas. En esencia, la PIRA es un empeoramiento funcional continuo que se produce de manera silenciosa, sin los síntomas agudos que caracterizan a los brotes. Hasta ahora, a los neurólogos les resultaba muy difícil contar con herramientas biológicas que permitieran detectar esta progresión temprana.
Buscando huellas en las proteínas
Para abordar este desafío, un equipo de investigadores analizó minuciosamente el líquido cefalorraquídeo (LCR) de 122 pacientes con EM. Se compararon tres grupos de pacientes: aquellos que se mantenían estables (sin recaídas ni progresión), los que presentaban PIRA (empeoramiento funcional sin recaídas) y aquellos con empeoramiento funcional asociado a recaídas (RAW).
Mediante técnicas de proteómica avanzada, se midieron más de 2.800 proteínas en el LCR con el objetivo de identificar aquellas que estuvieran alteradas específicamente en el grupo con progresión silenciosa.
Los resultados fueron muy prometedores: los científicos lograron identificar trece proteínas que, en conjunto, fueron capaces de distinguir a los pacientes con PIRA de los estables con una precisión del 86%. Estas proteínas están implicadas en procesos biológicos fundamentales como la desregulación de la respuesta inmune, factores de crecimiento y la homeostasis o equilibrio celular. Este perfil sugiere que el deterioro neurológico en la progresión silenciosa es impulsado por mecanismos biológicos propios, distintos a la inflamación aguda que causa las recaídas.
Un hallazgo de especial interés es que este perfil proteico de PIRA se observó tanto en pacientes que no estaban siendo tratados como en aquellos que sí recibían terapias modificadoras de la enfermedad. Esto apunta a que los tratamientos actuales, aunque muy eficaces contra la inflamación de los brotes, quizás no consiguen bloquear por completo los mecanismos biológicos que impulsan la progresión silenciosa
Hacia un monitoreo más preciso
Este descubrimiento tiene el potencial de revolucionar el manejo de la Esclerosis Múltiple, ya que permitiría la detección temprana de la progresión silenciosa antes de que el deterioro funcional sea evidente. De esta manera, el monitoreo del paciente podría ser mucho más personalizado, yendo más allá de la simple observación de recaídas. Además, estos marcadores biológicos abren la puerta al desarrollo de nuevas terapias diseñadas específicamente para actuar sobre los procesos de neurodegeneración silenciosa.
Es fundamental remarcar que, aunque estos resultados son emocionantes, son datos de perfiles proteicos aún muy preliminares y están muy lejos de la práctica clínica habitual. El estudio se realizó analizando el líquido cefalorraquídeo, un procedimiento invasivo que no se puede realizar de forma rutinaria. El camino es largo: se necesita confirmar este hallazgo en un número mucho mayor de pacientes y con seguimientos a muy largo plazo. Nadie debe pensar que con una simple analítica de sangre se podrá saber cómo se desarrollará la enfermedad de forma inmediata. Por el momento, estas proteínas son solo una asociación; es decir, no podemos afirmar que sean la causa directa del daño.