Beatriz Robles alerta de los sellos negros en los alimentos ultraprocesados

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Alimentos ultraprocesados en el supermercado.

2 de diciembre de 2025. Desde abril de 2025, Chile ha dado un paso firme para advertir sobre los riesgos de los alimentos ultraprocesados. El Decreto 24 obliga a que la publicidad de productos altos en sodio, azúcares, grasas saturadas o calorías incluya un mensaje claro:Evita su consumo” acompañado del mensaje el sello negro que hace temblar la industria de los ultraprocesados”, publicado por la profesora Beatriz Robles en El Comidista, la sección de nutrición de El País, en el que es colaboradora habitual. Según Beatriz Robles, nutricionista, divulgadora científica y profesora del Máster en Divulgación Científica de la Universidad Isabel I, esta medida “simplifica la advertencia nutricional y elimina cualquier ambigüedad, de modo que cualquier persona pueda comprender por qué debe tener cuidado”.

El cambio no ha sido bien recibido por la industria. Empresas como Nestlé y Unilever presentaron recursos legales para frenar la norma. La Corte de Apelaciones de Santiago de Chile rechazó estos recursos recordando que “el decreto no impide ejercer la actividad comercial ni vender los productos, busca orientar de forma más efectiva a la población en un tema sensible como la nutrición”.

Para la profesora Beatriz Robles, la verdadera amenaza para los fabricantes no son los cambios en la fórmula ni los costes de adaptación, sino perder la referencia de que los productos ultraprocesados son falsamente considerados como un sinónimo de bienestar y placer. “La mera idea de asociar un alimento con la frase ‘evita su consumo’ desarma toda la estrategia comunicativa de la industria”, explica.

El etiquetado chileno tiene antecedentes en años anteriores, ya que desde 2016, los envases en este país ya mostraban octógonos negros que indicaban “alto en” determinados nutrientes. Sin embargo, la nueva medida eleva el mensaje a la publicidad, transformando la recomendación en un aviso rotundo. Beatriz Robles recuerda que la industria ha trabajado durante décadas para mantener la ambigüedad, trasladar la responsabilidad al consumidor y minimizar los daños asociados a sus productos.

Eficacia educativa de los sellos en las etiquetas

Lo importante es que ahora, los estudios respaldan la eficacia de los sellos. Como señala la profesora Robles, “no se requieren conocimientos previos de nutrición a la hora de leer las etiquetas, lo que ayuda a que personas con baja alfabetización nutricional para que puedan hacer elecciones más saludables”. La evidencia científica demuestra que este tipo de etiquetado reduce el consumo de productos insanos y tiene un efecto directo en la protección de la salud pública, incluso en colectivos vulnerables.

La profesora Robles recuerda que el caso chileno no es aislado. En México, cuando se propuso un etiquetado frontal similar (en 2019), la industria desplegó estrategias basadas en la presión política, las campañas mediáticas y numerosos litigios, con el objetivo de retrasar o suavizar las normas. Beatriz Robles subraya que estos movimientos buscan mantener un control sobre la narrativa. “Lo que teme la industria no es perder ventas, es perder el relato que ha vendido durante décadas”, subraya.

La docente concluye que mientras se desarrollan políticas más amplias de educación nutricional y regulación, contar con herramientas como los sellos de advertencia, permiten que los consumidores identifiquen de manera clara los productos perjudiciales. En sus palabras, “un sello negro basta para que se vea lo que había detrás: un negocio brillante, sí, pero también un riesgo para la salud pública”.

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