Este informe de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) analiza las profundas transformaciones que están reconfigurando la industria del automóvil a nivel global.
La combinación de electrificación, cambios geográficos en producción y demanda, y el ascenso de nuevos competidores está alterando un sector históricamente dominado por fabricantes de Europa, Japón, Corea y Estados Unidos. Según el estudio, las ventas mundiales de automóviles alcanzaron cerca de 80 millones en 2024, impulsadas exclusivamente por la expansión de vehículos eléctricos e híbridos. Las ventas de modelos de combustión interna continúan descendiendo —un 30% menos que en 2017— mientras que las matriculaciones de coches eléctricos se han multiplicado por catorce en ese mismo periodo, representando más de una quinta parte de todas las ventas globales. La electrificación es ya el principal motor de crecimiento del mercado.
El informe destaca un cambio sustancial en el mapa industrial. China ha consolidado su posición como primer productor y exportador mundial, tras duplicar su capacidad desde 2010 y alcanzar el 40% de la producción global. Sus empresas, apoyadas por políticas industriales, economías de escala y liderazgo en baterías, han logrado reducir los costes de fabricación de vehículos eléctricos muy por debajo de los observados en economías avanzadas. De hecho, dos tercios de los coches eléctricos vendidos en China en 2024 fueron más baratos que sus equivalentes de combustión.
La geografía de la demanda también está cambiando. Las economías emergentes ya representan la mitad de las ventas mundiales de automóviles, con un crecimiento fuerte de la motorización y una mayor penetración progresiva de vehículos eléctricos, especialmente importados de China. En contraste, la demanda en Europa, Japón y Norteamérica muestra signos de saturación, y su producción no ha recuperado aún los niveles previos a la pandemia.
El estudio advierte, sin embargo, que la transición no será homogénea. Aunque los vehículos de combustión seguirán disminuyendo en China y en la mayoría de los mercados avanzados, podrían aumentar en regiones con menor infraestructura de recarga. Esta dualidad obligará a los fabricantes tradicionales a gestionar simultáneamente dos cadenas de valor: una declinante pero aún rentable basada en motores térmicos, y otra en rápido crecimiento centrada en la electromovilidad.
Por último, la Agencia Internacional de la Energía subraya que la competitividad futura dependerá de cinco factores: escalar rápidamente la producción de eléctricos, desarrollar capacidades domésticas de baterías, apostar por químicas más competitivas, asegurar suministros de minerales críticos y reducir los costes energéticos en manufactura. Las decisiones que tomen hoy los fabricantes y los gobiernos determinarán no solo la estructura del sector automotriz de las próximas décadas, sino también su contribución a los objetivos energéticos y climáticos globales.
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