En los contextos de violencia y conflicto armado, las personas que viven con discapacidad se enfrentan a desafíos desproporcionados que ponen en riesgo su salud, su seguridad y su supervivencia. Las infraestructuras esenciales —hospitales, carreteras, sistemas de saneamiento— quedan devastadas, mientras los bombardeos y violencia continuos dificultan el acceso a recursos tan básicos como comida, agua y medicamentos. En este entorno de destrucción, muchas personas han perdido sus dispositivos de apoyo, como sillas de ruedas, prótesis o audífonos, y también a quienes les brindaban cuidados diarios. Cada pérdida incrementa su vulnerabilidad de forma inmediata.
Personas con discapacidad en medio de los conflictos y la violencia
Para miles de personas con discapacidad, evacuar o desplazarse simplemente no es una opción. La falta de transporte accesible, la interrupción de los servicios sociales y la urgencia de los ataques hacen que huir sea imposible. Incluso los refugios diseñados para proteger a la población no cuentan con las adaptaciones necesarias, dejando a muchas personas expuestas a peligros adicionales. Esta falta de accesibilidad convierte medidas de emergencia básicas en obstáculos insalvables.
Aumentan las personas con discapacidad
Los conflictos también generan nuevas discapacidades. En Gaza, según el Ministerio de Salud palestino, entre el 7 de octubre y agosto de 2025 más de 151 442 personas resultaron heridas, y se estima que una de cada cuatro podría desarrollar una discapacidad permanente o necesitar rehabilitación prolongada. Organizaciones de derechos humanos advierten que Gaza es hoy el territorio con el mayor número de niños y niñas con amputaciones en el mundo, una consecuencia directa de los ataques y del colapso sanitario.
En Ucrania, otro de los conflictos activos, antes de la invasión, más de 2,7 millones de personas estaban registradas como personas con discapacidad. Hoy la cifra supera ya los 3 millones y continúa aumentando debido a las lesiones provocadas por los ataques de Rusia.
Estas realidades evidencian que la guerra no solo destruye vidas en el presente, sino que también deja secuelas duraderas que transforman profundamente el tejido social.
Acción humanitaria más inclusiva
Ante esta situación, es imprescindible que las respuestas humanitarias incorporen la accesibilidad, la inclusión y el apoyo especializado como prioridades. Proteger a las personas con discapacidad no puede ser un aspecto secundario: debe entenderse como una obligación esencial para garantizar que nadie quede atrás en medio de la violencia. Para ello trabajamos con organizaciones locales como HelpAge o Fight for Rights en Ucrania o Stars of Hope en Palestina, que ponen aquí el foco garantizando garantizando la inclusión de la discapacidad en todas las etapas de la respuesta humanitaria.