El primer accidente de coche de la historia: lo que pasó y lo que cambió para siempre - Fundación AVATA

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Decir “el primer accidente de coche” tiene truco: depende de qué llames coche (vapor, gasolina…) y qué llames accidente (choque sin víctimas, atropello, muerte del ocupante…). Pero hay un hito que muchos historiadores y registros señalan como el verdadero inicio de la seguridad vial moderna: la primera muerte documentada causada por un vehículo autopropulsado en carretera.

31 de agosto de 1869: una muerte a “velocidad de paseo” que cambió el mundo

Ocurrió en Parsonstown (hoy Birr), en Irlanda. Una mujer llamada Mary Ward viajaba como pasajera en un carruaje a vapor experimental construido por la familia Parsons. En un tramo irregular, el vehículo dio un bote, Ward salió despedida y cayó a la calzada. La tragedia llegó en un segundo: una de las ruedas la aplastó y murió casi al instante.

Lo que te vuela la cabeza es el detalle que lo hace inolvidable: la velocidad estimada era de apenas 3,5–4 mph (algo así como caminar rápido). Ese dato rompe un mito que todavía hoy nos persigue: no hace falta ir “a lo loco” para que un vehículo mate. Basta con una caída, una rueda, un bache y cero medidas de seguridad.

A partir de ahí, la idea de “esto no puede volver a pasar” empezó a colarse en la conversación pública: investigar, aprender y prevenir.

La lección real: el peligro no era solo la velocidad, era el diseño

En 1869 no existían cinturones, ni habitáculos pensados para retener a los ocupantes, ni protecciones, ni estándares. El coche (o proto-coche) era una máquina nueva en un entorno viejo: carreteras irregulares, sin señalización moderna y con vehículos sin estabilidad ni sujeción.

Ese accidente deja una lección brutal que sigue vigente: muchas muertes no ocurren por el choque, sino por lo que pasa “después” (salir despedido, golpear contra el suelo, quedar bajo el vehículo).

1896: el coche entra en la vida pública… y llegan los atropellos “modernos”

Décadas después, cuando los automóviles empezaron a mostrarse al público y a circular de forma más habitual, apareció otro punto de inflexión: los peatones. El 17 de agosto de 1896, Bridget Driscoll murió atropellada durante una demostración en los jardines de Crystal Palace (Londres). Este caso suele citarse como la primera muerte registrada de un peatón causada por un coche en Gran Bretaña.

El patrón se repite: vehículo nuevo, normas aún verdes, gente sin “cultura” del riesgo… y la calle, de repente, convertida en un lugar más peligroso.

1896 también marca otra cosa: empiezan las reglas específicas para coches

En Reino Unido, la Locomotives on Highways Act (1896) fue un cambio relevante: reordenó la categoría de vehículos y permitió una circulación menos restringida, fijando un límite general de 14 mph para los llamados “light locomotives”, y eliminando exigencias anteriores que frenaban la adopción del motor.

Traducido a lenguaje humano: el coche dejó de ser un experimento raro y pasó a ser un actor oficial en la vía pública. Y cuando algo se vuelve masivo, la seguridad deja de ser opcional.

¿Y el primer “choque” de un coche con gasolina?

Si por “primer accidente” entiendes primer choque documentado de un coche temprano (sin muerte), suele mencionarse un caso en Estados Unidos: en 1891, el inventor John William Lambert perdió el control tras golpear un obstáculo (como una raíz o tocón) y acabó contra un hitching post (poste donde se ataban caballos). Fue un accidente menor, pero quedó como símbolo de que el coche no solo era futuro: también era riesgo.

Lo que cambió para siempre

  • Nace la idea moderna de investigar accidentes: no como “mala suerte”, sino como algo que se analiza para evitar repetición.
  • La vía pública cambia: deja de ser solo un espacio humano/animal y empieza a adaptarse a máquinas.
  • Empieza la era de la norma: límites de velocidad, categorías de vehículo, responsabilidades y, con el tiempo, sanciones.
  • La seguridad por diseño se vuelve inevitable: retención del ocupante, estabilidad, materiales, estructuras… todo lo que hoy das por hecho.

Mirando al futuro: el próximo gran salto será legal, no solo técnico

Hoy el reto no es solo que el coche “frene solo” o “vea” peatones. El reto es decidir quién responde cuando fallan sistemas mixtos (humano + software + fabricante + mantenimiento + infraestructura). Igual que en 1869 la sociedad tuvo que aceptar que una máquina podía matar, ahora toca aceptar otra verdad: la responsabilidad ya no será de una sola mano.

La historia empezó con una caída a 4 mph. El futuro se jugará en mil decisiones invisibles por segundo… y en cómo las leyes, la ingeniería y la cultura vial se pongan al día a tiempo.

Recapiti
Chema Huerta