ℹ El ‘mínimo esfuerzo’ manda:¿por qué los españoles eligen pagar con tarjeta incluso cuando el importe es mínimo?

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Según Valerio Corsetti, jefe de ventas de SumUp en España, «En muchos locales, el efectivo ya ha pasado a un segundo plano». Los sistemas de pago cashless son ahora más habituales que hace apenas un año: de 2024 a 2025, el importe mínimo que cualquier ciudadano de nuestro país está dispuesto a pagar con tarjeta ha descendido un 2 %.

Es más, aunque el ticket medio se sitúa en 17,6 euros, los consumidores están dispuestos a efectuar pagos sin efectivo hasta por un par de tostadas, una taza de café y un pincho de tortilla. Así lo demuestra el último Observatorio Cafés y Restaurantes de SumUp y el informe publicado por el Gobierno de España que analiza Las tendencias del consumo y del consumidor del siglo XXI.

Enseguida, explicamos los motivos que llevan al cliente actual a pagar con tarjeta cuantías tan pequeñas como el desayuno en un bar. Precisamente, estos métodos cashless se producen con más frecuencia en la franja horaria del desayuno (entre las seis y las diez de la mañana).

Consumidores partidarios de las compras rápidas

Los hábitos de consumo han cambiado. Entre las características que definen al consumidor promedio, está la impaciencia. Esta urgencia por realizar la compra cuanto antes viene motivada por el estrés y por la disconformidad con el tiempo libre disponible. De hecho, una tercera parte de los españoles siente que el ratito que dedica al ocio es insuficiente.

Por esta razón, como apunta el informe del Ministerio de Consumo, el consumidor del siglo XXI se diferencia del de otras épocas por dedicar menos tiempo a comprar. En esto, el cashless juega un papel fundamental. Con él:

  • no hace falta contar monedas ni billetes;
  • no hay retrasos porque el cajero del supermercado o el dependiente de la tienda no tiene cambio en efectivo;
  • no hay colas infinitas porque alguien se ha equivocado al pagar o al devolver dinero.

Para ahorrar tiempo en la compra, también hay que utilizar cashless en los importes más pequeños

Estas compras exprés sólo pueden ser así de rápidas si los sistemas de pago cashless se utilizan también cuando los importes son pequeños, que son los gastos más habituales en el día a día.

Basta con ver cómo en bares, cafeterías y restaurantes, donde el menú ronda el ticket medio actual de 17,6 euros, el cashless es ahora un 8 % más frecuente que en 2024.

Consumidores que buscan el máximo confort

Si algo caracteriza a la sociedad del siglo XXI es la comodidad de tenerlo todo, ya no a pie de calle, sino a pie de casa. Valerio Corsetti identifica tres factores que favorecen esta transformación del consumidor, que se ha convertido en alguien que antepone el confort a todo:

  1. la pandemia por la covid-19;
  2. la expansión de los smartphones;
  3. la mejora en la infraestructura digital.

Además, como recalca el Instituto Nacional del Consumo, para esa parte de la población española que teletrabaja, comprar en línea y recibir los pedidos a domicilio resulta especialmente cómodo. Como los artículos sólo se envían a la dirección facilitada después de que se haya completado el proceso de compra online, el cliente necesita sí o sí pagar sin efectivo.

Sólo las transferencias bancarias, las tarjetas de crédito y débito, el Bizum y las e-wallets permiten aprovechar el absoluto confort que proporciona el comercio electrónico.

Comprar alivia el estrés y la ansiedad

Detrás del té, del café y de las tortillas que se pagan con tarjeta (el informe de SumUp apunta que estos son los «productos más cashless»), están el estrés y la ansiedad.

Un estudio publicado este mismo año sostiene que casi el 80 % de los españoles encuentran en las compras un recurso para reducir la tensión de las emociones negativas. Esto se debe a la dopamina que el cerebro libera cuando obtiene una recompensa. En este caso, la recompensa es lo que uno se regala a sí mismo.

Si al bienestar que se siente al comprar le sumamos el bienestar de socializar (relacionarse con los demás favorece el sistema de recompensa del cerebro), comprenderemos por qué el importe de los gastos cashless está siendo cada vez más bajo. En los restaurantes, las cafeterías y los bares, que son los lugares por excelencia donde la gente se reúne, es habitual pedir tapas que suelen rondar precios de 3,50 a 6 euros/persona.

Asimismo, la digitalización de la restauración con soluciones como SumUp Terminal —que incluye funciones para atender cómodamente al cliente en la mesa— fomenta el pago con tarjeta cuando las cantidades son pequeñas, como sucede con las tapas que acabamos de mencionar.

Consumidores que prefieren el cashless: ¿en qué ciudades se nota más este cambio de actitud?

Al contrario de lo que se podría pensar a priori, en grandes ciudades y capitales autonómicas como Madrid y Barcelona, el aumento de los pagos sin efectivo no se ha notado tanto como en otros puntos de España que, normalmente en las estadísticas, pasan desapercibidos. Así lo señala el último estudio del Observatorio Cafés y Restaurantes Cashless Electrónicos que la empresa de fintech SumUp ha desarrollado este año.

En dicho informe, se explica el motivo: en Madrid y Barcelona, el cashless ya estaba consolidado, por lo que el incremento no ha sido tan llamativo como en las zonas donde aún estaba en proceso de penetración. Aunque el estrés, la rapidez y la inmediatez se asocian con las grandes urbes, el cashless también se ha extendido a las zonas rurales, donde el consumidor exige igualmente un proceso de compra más ágil.

Al respecto, el Observatorio Cafés y Restaurantes Cashless de SumUp apunta lo siguiente:

  • San Sebastián, Toledo y Pamplona son las ciudades donde los clientes de cafeterías y restaurantes más pagan con métodos cashless.
  • Burgos es la localidad española que más crecimiento de pagos sin efectivo registra: su crecimiento supera el 148 %. Le siguen Badajoz y Salamanca, aunque a cierta distancia porcentual.
  • Entre las otras ciudades españolas que también han notado el auge del cashless, y que se alejan bastante de la dinámica estresante de una capital como Madrid y Barcelona, el Observatorio incluye a Ciudad Real y Albacete (Castilla-La Mancha); a Pontevedra (Galicia); a Santander (Cantabria) y a Vitoria (Euskadi).

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Germán Osorio