Buenas noches. En primer lugar, quiero dar las gracias al Instituto Juan de Mariana por esta enorme distinción. Hace un año, por estos temas de las campañas y demás, con mi hermana nos tocó venir a Madrid. En esas casualidades, o las fuerzas del cielo, o el orden espontáneo, me llevaron a ponerme en contacto con Manuel Llamas, y por responsabilidad de él, tuve el honor de venir a la cena en la cual se premiaba al doctor Anxo Bastos, a quien tanto admiro, como tantos otros a quienes ya voy a mencionar. También tuve la suerte de que ese día me tocara la mesa Murray Rothbard. Hoy creo que fue más que una casualidad, porque, de hecho, gracias a leer el artículo de Murray Rothbard, «Monopolio y Competencia», yo me convertí a la escuela austriaca, en una edición publicada por Libertas, que había sido traducida por el papá de nuestro prócer de la libertad y, claramente, uno de mis mentores, el doctor Alberto Venegas Lynch (hijo), a quien tanto le debo y con quien tengo tanta gratitud por todo lo que ha enseñado y por su generosidad para conmigo. También, en un contexto bastante hostil en el cual fui desarrollando mi presencia en el liberalismo y en la política.
Y en ese contexto, también quiero dar las gracias por las palabras del profesor Huerta de Soto. Ha sido tan importante inspirándonos a todos, donde sus clases en YouTube son una verdadera revolución. También quiero dar las gracias por las palabras del profesor Ricardo Manuel Rojas, que en algunas partes, ahora cuando hablo, lo voy a mencionar.
Siempre ha sido tan generoso conmigo y en varias ocasiones me ha ayudado mucho.
También quiero darle las gracias a Gabriel Calzada. Tuve la oportunidad de conocerlo en la Universidad Francisco Marroquín, cuando fui a presentar un libro que se llama «Desenmascarando la mentira keynesiana». Todavía mi profundidad en la escuela austríaca no era la que tuve en el futuro, pero ya había claros indicios de que, por lo menos, sabía por dónde andaba la cosa, al menos.
Y en esta charla, para hoy, yo tenía preparada una suerte de síntesis de mi reciente libro, que se llama «Capitalismo, Socialismo y la Trampa Neoclásica». Básicamente, dice de la teoría económica a la acción política. Es un libro donde básicamente exploro los problemas de diseño de la teoría neoclásica y cómo ello conduce al socialismo. Son cinco bloques y me pareció que, a la luz de los discursos y a la luz de las interacciones que fui teniendo, puede que pueda aportar algo de valor contándoles mi experiencia, sobre todo en lo que tiene que ver con la política.
Entonces, la charla la voy a particionar. Voy a hablar un poco de lo que tiene que ver con las cosas que estamos haciendo en el gobierno y, por otra parte, después voy a entrar en el tema de la discusión que quería dar, pero de manera mucho más sintética y mucho más concentrada.
Una de las cosas que mencionó el profesor Huerta de Soto, extremadamente valiosas, es cuando él señala el rol del conocimiento de la teoría económica. Les puedo asegurar que eso es fundamental. Hay un dicho que a mí me gusta repetir recurrentemente, que dice: «El que no sabe lo que busca no entiende lo que encuentra», y esto tiene un rol fundamental cuando uno diseña la política económica y cómo uno se aferra a ese rumbo. Desde el primer momento supimos hacia dónde queremos ir, es decir, el norte está claro. Nosotros queremos ir ahí, y eso viene dado por todo lo que uno hace, su background, la forma en la cual se ve la economía. Pero no es solamente la cuestión de la economía; nosotros interpretamos la economía desde una cuestión moral. El diseño de la política económica tiene que ver con una cuestión fundamentalmente moral, es decir, cuáles son los valores que están detrás de eso. Y claramente, frente a eso, nada puede contra el liberalismo. Por eso, recurrentemente, en nuestros actos de campaña cerrábamos con la definición de liberalismo de Alberto Benegas Lynch (hijo), con algunas mutaciones que yo le hice: el liberalismo es el respeto irrestricto del proyecto de vida del prójimo, basado en el principio de no agresión y en la defensa del derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad. Sus instituciones son la propiedad privada, los mercados libres de intervención estatal, la libre competencia (pero en el sentido austríaco, no en el sentido neoclásico), la división del trabajo, la cooperación social, y donde solamente se puede ser exitoso sirviendo al prójimo con bienes de mejor calidad y de mejor precio. En ese sentido, eso es un marco rector, y nosotros como objetivo tenemos que hacer que Argentina vuelva a ser grande nuevamente. La única forma de lograr eso es que Argentina vuelva a ser libre nuevamente. Y eso es lo que marca el norte.
La verdad es que cuando ustedes plantean el objetivo, les aviso que no es un movimiento rectilíneo uniforme. Es decir, uno no va zigzagueando porque es un imbécil ineficiente, sino que en el medio puede ser que haya pozos, haya un montón de cosas y las tiene que ir esquivando. Y no solamente eso, sino que también se encuentra con otros problemas, donde los oponentes políticos también disparan. Entonces, ustedes están esquivando los pozos en el camino, y mientras están esquivando, los opositores están disparando. Y no solo que están los opositores están disparando, sino que, además, como si todo eso fuera poco, como nosotros decidimos cortar la publicidad oficial, los medios de comunicación se dedican todo el tiempo a estar hablando pestes de nosotros.
Como si esto fuera poco, mientras defendemos las ideas de la libertad, también aparecen los liberales egipcios, que por un lado hablan de libertad y por el otro le venden la patente de corso al mejor postor. Hasta hablan de la eficiencia del gasto público. Y no solo eso, uno tiene que seguir avanzando y peleando por las ideas, y lo peor de todo es que hasta tiene que lidiar con las mentiras y demás.
En ese sentido, les voy a contar mi versión de dónde nos encontramos, de lo que estamos haciendo y a dónde estamos yendo, para empezar a discutir algo del trasfondo teórico que, desde mi punto de vista, es importante. Cuando nosotros llegamos al poder, los déficits gemelos de Argentina ascendían a 17 puntos del PBI. Básicamente, ustedes saben, aquellos que hayan estudiado toda la literatura de indicadores tempranos de crisis, que los déficits gemelos por cuatro puntos del PBI es una luz amarilla; ocho puntos del PBI es alerta de cataclismo.
Imagínense recibir 17 puntos del PBI de déficits gemelos. Eso es lo que nosotros recibimos. Estructuralmente, de esos 17 puntos, 15 estaban en el sector público nacional, donde cinco puntos correspondían al déficit del Tesoro y 10 puntos del PBI en el Banco Central, es decir, el déficit cuasi fiscal.
Para tener una idea de los desmadres monetarios que hizo el Gobierno anterior, a lo largo de 4 años habían emitido para financiar el fisco 28 puntos del PBI. De esos 28, 13 fueron emitidos durante el último año de gobierno, en la aventura electoral en la cual se lanzaron tratando de ganar como fuera. De hecho, entre otras cosas, siendo la campaña sucia más grande de la historia de la humanidad, donde, por ejemplo, un determinado gobierno al gobierno oficialista le dio 1000 millones de dólares para gastar en ensuciar al que fuera a correr esa elección.
Por eso, en algún momento, ustedes entraban en YouTube en cualquier parte del mundo, querían chequear o ver un video mío, y les aparece algo diciendo que yo estaba diciendo alguna atrocidad. Si estas cosas eran levantadas por personas que aún sabiendo que eran mentiras. Es más, en una de esas mentiras que hizo alguien ligado al liberalismo, por poco mata a nuestro candidato a ministro de educación, que le dio problemas cardíacos y casi lo terminan demandando por algo que supuestamente filtró uno de los nuestros.
En ese sentido, lo que quiero señalar es que nosotros a la campaña le hicimos con una motosierra, que tenía que ver con el recorte del gasto público con 1 dólar, que era la forma popular que la gente entendió la competencia de monedas y eliminar el Banco Central. Pero nos dijeron que era imposible. De hecho, hoy los sommeliers del ajuste y que hablan y que el ajuste y que es más, tijerita y licuadora. Yo no sabía que si el 90% del ajuste es ajuste de motosierra, a eso lo llaman tijerita. Es un problema de orden de magnitudes, es decir, el 10% del ajuste es licuadora. Pero bueno, así son de honestos intelectualmente algunos economistas.
Lo lamentable, que esas cosas también lo repiten los liberales, que más grave aún, pero algunos están vendidos y cobran para repetir este tipo de aberraciones. En este sentido, una de las cosas más formidables que nos pasó es que cuando tuvimos la primera reunión de gabinete, cuando empecé a decir lo que queríamos hacer, algunas partes dijeron que lo que yo quería hacer era imposible. Por lo tanto, dije que aquellos que creían que era imposible que se fueran, porque sí iba. Era un día de 40 grados, o sea, si yo iba le preguntaba al heladero de la esquina vendiendo helados, también decía que era imposible. Así que a mí no me importaba si me decían que era imposible, a mí me tenían que traer cómo se hacía lo que yo quería hacer. Y así empezamos e hicimos el ajuste fiscal. De hecho, hicimos el ajuste fiscal más grande en la historia de la humanidad, no solo el de la Argentina.
En el inicio, básicamente con el desastre con lo que nos encontrábamos, habíamos visto que teníamos que frenar la emisión monetaria. En la primera semana de diciembre, los precios subían al 1% diario, es decir, al 3700% anual. En los primeros 15 días de diciembre, se había acelerado a un ritmo del 7500% anual. No solo eso, sino que cuando ustedes toman la inflación mayorista, que es un indicador anticipado de la inflación, de hecho la inflación de diciembre fue del 54%. Eso anualizado da 17.000%. Entiendo, que la inflación del 35% del último mes es un número espantosamente alto y que, anualizándolo, es al 50% anual. Pero la verdad es que pasar de 17.000 a 50% anual sin tener la hiperinflación en el medio que licue los salarios reales, sin tener controles de precio, sin fijar el tipo de cambio y sin tener expropiaciones, vaya que es una aventura increíble. Pero es más, la dificultad monetaria no solo era por todo lo que había emitido el gobierno anterior, no era solo el problema de la financiación del fisco, sino que también era el problema de los pasivos remunerados que nos generaban 10 puntos de déficit fiscal. En ese sentido, también tuvimos que tomar estrategias bastante difíciles donde los pifiadores seriales que hoy siguen criticando, la erraron, pero ninguno reconoce que la erró. Porque nosotros, en lugar de buscar ir a una tasa de interés real positiva, lo que nosotros buscamos es arbitrar con la moneda extranjera, con el dólar contra el que los argentinos sustituyen. Entonces, eso implicaba una alta tasa en dólares, pero en términos reales negativos. Y si la esterilización funcionaba, nos iba a permitir además bajar fuertemente los pasivos remunerados y al mismo tiempo la tasa de interés, que estaba arriba del 250%. Hoy está en el 40% y el déficit cuasifiscal de 10 puntos del PBI va a terminar siendo de un punto, por lo que ya corrió, no por lo que viene para adelante.
Y esto también es importante, porque el gobierno anterior, donde esa deuda con el Banco Central estaba 30, 60, 90, 120, 180, 270 y 360 días, no sé si ingenuamente, pero la pasaron toda a un día. Esto no lo hicieron por casualidad, no lo hicieron inocentemente. Argentina tenía una brecha cambiaria del 200%, la relación del tipo de cambio entre el paralelo y el oficial era de 3 a 1. Además, tenía deuda con importadores por el equivalente a 50.000 millones de dólares, por lo cual parte del sistema productivo estaba parado, porque ya nadie podía importar.
Además, Argentina tenía el crédito, el acuerdo con el fondo caído, teníamos 25.000 millones de dólares de deuda que vencían externamente, donde la gran mayoría eran con organismos multilaterales, y estábamos con ese problema. Teníamos cerca de 15.000 millones de dólares de dividendos retenidos, teníamos vencimientos de deuda en pesos por el equivalente a 90,000 millones de dólares. Entonces, básicamente, los pasivos remunerados serán prácticamente cuatro veces la base monetaria.
Por lo tanto, ¿cuál era la gran apuesta del gobierno anterior? Era que nosotros no fuéramos liberales libertarios, sino que fuéramos liberales libertarados. En esa situación, ellos creían que nosotros íbamos a ignorar las relaciones entre stock y flujos y que un stock en esas características se podía convertir en un flujo instantáneamente. Y de esa manera, en un día, se iba a multiplicar entre 4 y 5 veces la cantidad de dinero, y vamos a tener todo el estrangulamiento de las divisas que querían salir. En ese contexto, hubiéramos generado una hiperinflación y después la maquinaria peronista de los saqueos y demás hubiera hecho todo el trabajo durante el mes de diciembre, lo que quedaba de diciembre para ellos volver en el mes de enero.
Frente a esa situación, siendo muy críticos por los liberales, en especial por los liberales egipcios. En ese sentido, lo que nosotros decidimos, y acá sí hubo un uso intensivo de la teoría económica. Nosotros estábamos en el Hotel Libertador y los colores del hotel son violeta, es decir, más orden espontáneo imposible. Entonces, estábamos con Luis «Toto» Caputo, este brillante hombre que tengo como ministro de economía, quien hoy es presidente del Banco Central. Santiago Bausili también estaba en esa reunión, Fede Furiase, Martín Voltaire y había que decidir dónde poner el tipo de cambio. Sabíamos que si abríamos, generábamos un desastre. Sabíamos que íbamos a ser castigados por los liberales libertarios o aquellos que omiten el problema de los stocks, les valdría bien el otro apodo.
Y una de las cosas, el consenso de mercado tan fatalmente arrogante, decía que había que poner el tipo de cambio en 600 y que en función de eso, dado ese 600, había una hipótesis de mejor dinámica de la tasa de inflación. Dicho sea de paso, nosotros pusimos el tipo de cambio en 800 porque corregido por Impuesto País se iba e igualaba el tipo de cambio de mercado. Entonces, decían que iba a ser un desastre inflacionario mucho peor. Y sucede que ahora, con un tipo de cambio más alto, menos inflación. Y son los mismos que hablan del tipo de cambio atrasado, tienen un problema de inconsistencia de modelos graves.
Digo, porque después dicen: «No, porque este opiné, este opiné», opinaron todos los pifiadores seriales. No pegaron una, aviso. Son muy poquitos los que acertaron.
Recién tuve la posibilidad de saludar a una persona que se presentó y que me dijo que era amiga de Pablo Arriazu, el hijo de Arriazu, que es uno de los pocos que sí la ven. Y en ese sentido, ¿por qué elegimos el tipo de cambio ahí? Y esto es teoría económica pura. Porque si yo iba un número más parecido al tipo de cambio de mercado, aún cuando no era perfectamente mercado, que era lo interesante, que yo achicaba el exceso de demanda de divisas. Y al achicar el exceso de demanda de divisas, achicaba el exceso de oferta del resto de la economía.
Entonces, achicando el exceso de bonos, subía el precio de bonos y, por ende, la tasa de interés y el riesgo país caían. Por lo tanto, el nivel de actividad económica también se achicaba, la diferencia entre ahorro e inversión y, por lo tanto, se achicaba el exceso de oferta de bienes y, por ende, la actividad caía menos. No solo eso, sino que además, el exceso de oferta en el mercado de trabajo también se hacía menor y, por ende, el salario real tenía menos.
Y esto es interesante porque cualquier persona que lo hubiera dicho, que íbamos a hacer un ajuste fiscal de 15 puntos del PBI, nos hubiera dicho que íbamos a volar por los aires. De hecho, nosotros teníamos un desequilibrio monetario peor que el de la crisis del Rodrigazo del 75. La situación del balance del Banco Central era peor que la que tenía el Banco Central en el año 89, previo a la hiperinflación de Alfonsín, y los indicadores sociales eran peores que al final de la convertibilidad en el 2001. Por lo tanto, no solo que teníamos todas las condiciones para que fuera la crisis más importante de la historia argentina, porque combinaba los tres elementos de las tres peores crisis de la Argentina, sino que además teníamos estructuralmente cierta debilidad en materia de estructura legislativa y estructura de poder. Y eso también es muy interesante, y ahora voy a hacer una reflexión sobre eso. En ese contexto, fíjense que nosotros, haciendo un ajuste de estas características, el PBI en el primer trimestre cayó 7%. Claro, uno dice, no es tremendo. Ahora, cuando ustedes toman la crisis de la convertibilidad durante el 2002, el PBI cayó 10,9%, casi 11%, pero en el segundo trimestre, donde tomó todos los ajustes, el PBI cayó 16%. Es decir, que el uso de la teoría económica no solo evitó, sino que por lo menos 10 puntos más de caída del PBI. Eso, en términos sociales, no es menor porque también nosotros hicimos toda una revolución en lo que tiene que ver con la cuestión social. Nosotros sabíamos que el ajuste iba a ser muy duro, sabíamos que iba a ser recesivo porque cuando uno hace un ajuste, aumenta el ahorro y eso tiene una contrapartida de inversión, la actividad va a caer y eso se iba a sentir en términos de empleo y en términos de salarios reales. Y ya veníamos con un nivel de pobres e indigentes muy alto. Por lo tanto, hubo una duplicación de la asignación universal por hijo, del plan alimentar para que no le falte el alimento a los chicos, o un plan que se llama Mil Días, que es darle asistencia a las mujeres embarazadas. Además, se les dio contención a los alumnos para que puedan tener útiles. Y no solo eso, sino que además, para evitar el trauma que implica tener que cambiar de colegio para un chico y la situación que eso genera también en la familia, dimos asistencia para que pudieran cubrir las cuotas de los colegios privados de bajos recursos.
A pesar de toda esa contención, obviamente el ajuste fiscal en los primeros meses llegó a siete puntos del PBI. Como necesitábamos cinco, ya un punto lo dejamos correr. Entonces, con los seis del tesoro, más los nueve del Banco Central, estamos en 15. Es más, ahora con todo esto el país hubiera estallado y, sin embargo, no estalló. Y sin embargo, critican la política social del gobierno. Bueno, porque hay algo que hizo el Gobierno que fue interesante y es terminar con los intermediarios de la pobreza, es decir, gente que levanta la noble causa de dar contención a los más necesitados. Aunque sabemos que de fondo, como dice el profesor Huerta de Soto, los planes contra la pobreza generan más pobreza, pero aún teniendo eso en la cabeza nosotros cambiamos la dinámica de la asistencia. Históricamente, en Argentina, la asistencia era darle el pescado a la gente. Ya los revolucionarios, en nuestro caso, fue el nombre que tiene el Ministerio, se llama Ministerio de Capital Humano. Nuestro objetivo no es darle pescado a la gente. Nuestro objetivo es enseñarles a pescar, enseñarles a ser un empresario. Y si pueden, que tengan su propia empresa de pesca.
Y en ese contexto también hubo algo muy interesante, aviso por