Este miércoles, 5 de marzo, es miércoles de ceniza. Con este signo penitencial de las cenizas en la cabeza «iniciamos la peregrinación anual de la santa cuaresma, en la fe y en la esperanza«, como señala el papa Francisco en su mensaje para este año.
Comienza el tiempo litúrgico que precede y dispone a la celebración de la Pascua. Un tiempo de escucha de la Palabra de Dios y de conversión, de preparación y de memoria del bautismo, de reconciliación con Dios y con los hermanos.
Un tiempo para cultivar la oración, el ayuno y la limosna, tres prácticas cuaresmales que nos preparan para llegar con un corazón limpio a la Pascua.
Caminar juntos en la esperanza: «tres ejercicios cuaresmales»
Pero la Cuaresma 2025 está «enriquecida por la gracia del Año jubilar« como destaca el papa Francisco en su mensaje. Un escrito en el que reflexiona «sobre lo que significa caminar juntos en la esperanza y descubrir las llamadas a la conversión que la misericordia de Dios nos dirige a todos, de manera personal y comunitaria».
Así, el Santo Padre propone para esta Cuaresma «tres ejercicios cuaresmales» .
Antes que nada, caminar
El lema del Jubileo, “Peregrinos de esperanza”, señala el Pontífice, «evoca el largo viaje del pueblo de Israel hacia la tierra prometida» y no podemos «recordar el éxodo bíblico sin pensar en tantos hermanos y hermanas que hoy huyen de situaciones de miseria y de violencia, buscando una vida mejor para ellos y sus seres queridos».
De aquí surge la primera llamada a la conversión, «porque todos somos peregrinos en la vida». El primer «ejercicio cuaresmal» que propone el Santo Padre es «confrontarse con la realidad concreta de algún inmigrante o peregrino, dejando que nos interpele, para descubrir lo que Dios nos pide, para ser mejores caminantes hacia la casa del Padre».
Hagamos este viaje juntos
Un cristiano, afirma el Pontífice, no es viajero solitario porque «la vocación de la Iglesia es caminar juntos, ser sinodales». El Espíritu Santo «nos impulsa a salir de nosotros mismos para ir hacia Dios y hacia los hermanos, y nunca a encerrarnos en nosotros mismos».
Por eso, la segunda llamada es la conversión a la sinodalidad. En esta cuaresma «Dios nos pide que comprobemos» si en nuestra vida «somos capaces de caminar con los demás, de escuchar, de vencer la tentación de encerrarnos en nuestra autorreferencialidad, ocupándonos solamente de nuestras necesidades». Si somos capaces «de trabajar juntos como obispos, presbíteros, consagrados y laicos, al servicio del Reino de Dios». Si tenemos «una actitud de acogida, con gestos concretos, hacia las personas que se acercan a nosotros y a cuantos están lejos». Si hacemos «que la gente se sienta parte de la comunidad o si la marginamos».
Recorramos este camino juntos en la esperanza de una promesa
El mensaje central del Jubileo es «la esperanza que no defrauda» (cf. Rm 5,5). Un mensaje, que el papa Francisco pide que «sea para nosotros el horizonte del camino cuaresmal hacia la victoria pascual».
Esta es la tercera llamada a la conversión: «la de la esperanza, la de la confianza en Dios y en su gran promesa, la vida eterna«. En este tiempo de preparación a la Pascua debemos preguntarnos: «¿poseo la convicción de que Dios perdona mis pecados, o me comporto como si pudiera salvarme solo? ¿Anhelo la salvación e invoco la ayuda de Dios para recibirla? ¿Vivo concretamente la esperanza que me ayuda a leer los acontecimientos de la historia y me impulsa al compromiso por la justicia, la fraternidad y el cuidado de la casa común, actuando de manera que nadie quede atrás?».
5/03/2025