¿Hasta qué punto la retórica de los líderes puede transformar la percepción colectiva? Las recientes elecciones presidenciales de EEUU han dejado un interesante análisis sobre la manera de comunicar de los portavoces políticos en una sociedad cada vez más polarizada. Las estrategias comunicativas de Kamala Harris y Donald Trump, cada una con sus matices y propósitos, no solo delinean sus personalidades políticas, sino que ilustran cómo las palabras y los gestos son capaces de construir realidades mentales e influir incluso el rumbo de las naciones.
Ya durante la campaña, fue la propia candidata del partido demócrata quien se aventuró a analizar la retórica de Trump, calificándola de “divisiva y una amenaza para la cohesión del país”, subrayando la importancia de un discurso de unidad. Pero, ¿no fue más efectiva la estrategia comunicativa de su contrincante dados los resultados electorales? A partir de las declaraciones de Harris, cabe reflexionar sobre la importancia de la formación de portavoces como una herramienta clave en comunicación, capaz de determinar la resonancia de los mensajes entre los distintos sectores de la sociedad.
Analizando los detalles de sus estrategias comunicativas
1. Tono y estilo: contraste entre la resiliencia y el orgullo
Un componente fundamental de cualquier discurso eficaz es el llamado a la acción como elemento catalizador para la movilización de la audiencia. Sin un llamado efectivo, el discurso puede quedarse en el ámbito meramente informativo. Así, la candidata demócrata, durante sus intervenciones de campaña, articulaba un Call to Action que aludía a la participación colectiva y a la resiliencia. Sus mensajes destacaban la importancia de no rendirse y de mantener un enfoque constructivo: “Cuando luchamos, ganamos, aunque a veces la lucha tome tiempo”. Esta estrategia refuerza un mensaje de esperanza y apela al compromiso de sus votantes a largo plazo.
Por otro lado, los llamados a la acción de Trump son más enfáticos y urgentes, orientados a la defensa de los valores tradicionales y la seguridad nacional. Sus palabras, como “Vamos a asegurar nuestras fronteras y revitalizar la economía”, apelan a la movilización inmediata de su base, destacando una narrativa paternalista y de liderazgo decidido, reforzando su imagen combativa y fuerte.
El discurso de concesión de Kamala Harris el pasado 6 de noviembre fue una continuidad de su estrategia comunicativa durante la campaña. Ella apostó por aceptar la derrota con dignidad, utilizando un tono empático, un ritmo pausado y un lenguaje intencionadamente inclusivo para resonar emocionalmente con su audiencia. Declaraciones repetidamente positivas, motivadoras y de unidad como “este resultado no es lo que queríamos, pero la promesa de América siempre brillará mientras sigamos luchando”, estaban pensadas para inspirar resiliencia y esperanza entre sus votantes.
Por su parte, el discurso de victoria de Trump mantuvo su característico tono triunfante, con una cadencia más acelerada y un estratégico uso de repeticiones para enfatizar su mensaje. Con frases como “este será el verdadero renacimiento de América”, destacaba una narrativa de restauración con la administración anterior. Su estilo durante la campaña se caracterizó por una autoconfianza que apelaba al orgullo y sentido de pertenencia, interpretando su imagen de ´líder protector´. Su retórica belicista quedaba demostrada con sus ya famosos comentarios sobre la ex congresista republicana Liz Cheney. «Pongámosla allí de pie con un rifle y con nueve cañones disparándole. Veamos cómo se siente, ya sabes, cuando las armas apuntan a su cara”, declaraba Trump.
2. Lenguaje no verbal: entre la empatía de Harris y la determinación de Trump
El lenguaje corporal es otro reflejo poderoso de las emociones y convicciones de un portavoz. Durante los debates de la campaña, la entonces vicepresidenta de EEUU hizo uso de una comunicación no verbal que buscaba reforzar un enfoque calmado y reflexivo. Aún así utilizaba gestos moderados y contacto visual constante con su contrincante, con cierta intencionalidad de confrontación. La gestualidad dirigida a su audiencia, por el contrario, tenía una proyección más social, para transmitir un mensaje de confianza y empatía. Esta estrategia refleja la continuidad con los valores de la administración Biden, centrada en la apelación constante a los derechos sociales, la justicia y el progreso.
En contraste, Trump empleó un lenguaje no verbal más enérgico y expansivo. Sus gestos amplios y su postura firme anclado en el atril, buscaban proyectar dominio y seguridad. Su tendencia a utilizar durante sus intervenciones movimientos rápidos y señalizaciones con la mano, como su característico gesto de “OK”, enfatizaban un estilo más agresivo y confrontativo, reforzando su imagen de líder seguro y firme.
3. El poder del llamado a la acción en el discurso comunicativo
Entonces, ¿existe una estrategia más válida que otra? La dualidad entre la comunicación de ambos candidatos subraya una verdad esencial: lo relevante aquí es la capacidad de los portavoces para ajustar sus enfoques según la audiencia y los objetivos.
Esta reflexión pone de relieve la importancia de la formación de portavoces, no solo en la esfera política, sino también en el entorno empresarial y organizacional, ante clientes, empleados, medios de comunicación y resto de stakeholders. Esta habilidad, cuando se cultiva y perfecciona, se convierte en el verdadero pilar sobre el que se construye una influencia duradera y eficaz.