Por Ender Night, Specialisterne USA
Hay algo poderoso en ver las palabras «Orgullo por la Discapacidad» en el entorno laboral. No escondidas en una política interna ni limitadas a la comunicación corporativa, sino reconocidas y celebradas abiertamente.
Todavía no hemos avanzado suficiente, y para muchas personas, hablar abiertamente sobre su discapacidad en el trabajo aún no es seguro. Sentir orgullo no siempre es fácil. A veces es complejo o incluso inalcanzable.
Pero la conversación está cambiando. La inclusión empieza a estar presente en más espacios, y el orgullo se está convirtiendo en algo que cada vez más personas pueden trasladar también al trabajo; no lo viven solo en silencio, sino de forma abierta y sin necesidad de disculparse.
Cuando mencionaba que soy autista, lo hacía con mucho cuidado. Me preparaba para las miradas de desconfianza, para el cambio sutil en el tono de voz, o para esa pausa larga que solía venir después. Solía ponerlo en contexto, justificarlo hablando de mis fortalezas. Lo decía de una manera concreta para que fuera más fácil de escuchar para los demás, aunque no siempre era fácil para mí decirlo.
Si necesitaba algo —más estructura, expectativas más claras, un respiro entre reuniones seguidas— muchas veces me quedaba callado y buscaba cómo arreglármelas solo. No quería parecer una molestia. No quería tener que dar explicaciones. No quería correr el riesgo de que me vieran como menos capaz.
Me volví experto en manejar el malestar. Me volví experto en adaptarme. Pero el orgullo no tiene que ver con lo bien que sabemos pasar desapercibides. Tiene que ver con ocupar nuestro espacio con seguridad.
Con el tiempo, entendí que el orgullo y el silencio no pueden convivir. Sentir orgullo por mi discapacidad no significa fingir que todo está bien. Significa saber que no debería tener que esconder partes de mí para ser aceptado, y negarme a encogerme para encajar en la idea que otra persona tiene de lo que es “ser profesional”.
Ser autista no es algo que pueda separar de mi vida laboral. Es parte de cómo proceso la información, cómo resuelvo problemas, cómo me comunico y cómo me relaciono con mi equipo. Influye en cómo colaboro y en lo que aporto. No es una limitación. Es parte de cómo me muevo en el mundo.
Sentir orgullo en el trabajo significa que se respete cómo funciona mi mente —no solo que se me tolere o que se hagan excepciones para mí. Significa poder hacer mi trabajo sin estar pendiente todo el tiempo de cómo me perciben. Significa que mi forma de pensar no se vea como un obstáculo, sino como parte de lo que tengo para aportar.
Es poder decir “necesito…” sin sentirme una carga.
Es no tener que traducir todo al lenguaje neurotípico para que se me tome en serio.
Es saber que se confía en mí, no a pesar de cómo trabajo, sino entendiendo cómo trabajo.
He visto lugares de trabajo donde eso es posible. No perfectos, pero sí intencionales. No de cara a la galería, sino con voluntad de cambio real. Y he visto cuánto importa ese esfuerzo, no solo para la productividad, sino para crear un sentido real de pertenencia.
Sentir orgullo por ser neurodivergente en el trabajo no siempre se ve como una gran pancarta o una declaración pública. A veces se ve como no encogerte cuando defiendes tus necesidades. A veces es el alivio de no tener que fingir. A veces es, simplemente, poder concentrarte en tu trabajo porque no estás gastando toda tu energía en parecer alguien que no eres.
También puede verse en los gestos de los demás. Una compañera que adapta su forma de comunicarse sin hacerlo notar. Un jefe que empieza la reunión aclarando expectativas. Un equipo que entiende que garantizar la accesibilidad no es un favor, sino una responsabilidad compartida.
Este mes del Orgullo por la Discapacidad, pienso en esa versión de mí que creía que ser profesional significaba ocultar cómo realmente funciono, y en lo lejos que he llegado desde entonces.
Sentir orgullo en el trabajo significa que no tengo que demostrar mi valor fingiendo que no necesito apoyo. Significa que puedo aportar sin comprometer mi forma de funcionar. Significa que puedo estar presente sin tener que borrarme para encajar.