El autismo en adolescentes, conocido clínicamente como trastorno del espectro autista (TEA), es una condición del neurodesarrollo que afecta la forma en que una persona se comunica, se relaciona y percibe el mundo que la rodea. Aunque suele detectarse durante la infancia, en muchos casos los síntomas de autismo en niños pueden pasar desapercibidos, y es durante la adolescencia cuando los desafíos se vuelven más evidentes debido a la complejidad social y emocional de esta etapa.
El término espectro autista refleja la amplia variedad de manifestaciones y grados de afectación. No hay un único perfil de adolescente con TEA: algunos requieren apoyos intensivos, mientras que otros presentan un autismo leve con necesidades más sutiles, pero igualmente importantes.
¿Sospechas que tu hijo/a podría estar en el espectro?
Consultar con un profesional especializado en trastornos del espectro autista es un paso clave para comprender qué está ocurriendo y cómo actuar. En el Internado Amalgama7, ofrecemos una evaluación clínica integral y un acompañamiento terapéutico personalizado para adolescentes con TEA, adaptado a sus necesidades emocionales, educativas y sociales.
Un diagnóstico no es un punto final, sino el inicio de un proceso transformador que permite a la familia y al joven avanzar con herramientas reales, en un entorno profesional, humano y respetuoso. Si sospechas que tu hijo o hija podría estar dentro del espectro autista, te animamos a no esperar. Actuar a tiempo marca la diferencia.
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¿Cuáles son los síntomas del autismo en adolescentes?
Los síntomas del autismo pueden variar significativamente de una persona a otra, pero en la adolescencia suelen expresarse a través de los siguientes rasgos:
1.Dificultades en la comunicación e interacción social
Los adolescentes con TEA pueden:
- No comprender del todo las normas sociales implícitas (como las bromas, el sarcasmo o las indirectas).
- Tener problemas para interpretar expresiones faciales, lenguaje corporal o el tono emocional en una conversación.
- Mostrar dificultad para iniciar o mantener amistades.
- Preferir la soledad o relacionarse de forma diferente a sus compañeros.
Estas dificultades pueden volverse más visibles en el instituto, donde la interacción social se vuelve más compleja y exigente.
2. Comportamientos repetitivos e intereses restringidos
Uno de los signos clave del trastorno del espectro autista es la presencia de patrones repetitivos de comportamiento:
- Rutinas rígidas y resistencia al cambio.
- Intereses intensos en temas específicos (por ejemplo, historia, trenes, programación, astronomía…).
- Repetición de movimientos (balanceos, aleteos, golpecitos).
- Uso repetitivo de palabras o frases fuera de contexto.
Estos intereses pueden ser una fuente de motivación, pero también pueden dificultar la flexibilidad necesaria para adaptarse a nuevas situaciones.
3. Alteraciones sensoriales
Muchos adolescentes con autismo presentan una gestión sensorial diferente. Esto puede manifestarse como:
- Hipersensibilidad: molestia ante ruidos, luces brillantes, texturas de la ropa o contacto físico.
- Hiposensibilidad: búsqueda de estímulos intensos (como dar vueltas, apretar objetos o necesitar tocar superficies rugosas).
Estas reacciones no son simples «manías», sino respuestas reales de su sistema nervioso ante el entorno.
4. Dificultades emocionales y de autorregulación
Durante la adolescencia, la intensidad emocional aumenta para todos los jóvenes, pero quienes están dentro del espectro autista pueden tener más dificultades para:
- Identificar sus propias emociones.
- Regular la frustración, la ansiedad o los cambios de ánimo.
- Comprender cómo se sienten los demás y responder de forma empática.
Esto puede llevar a episodios de bloqueo, explosiones de ira o aislamiento emocional.
¿Qué tipos de autismo existen?
Aunque actualmente el diagnóstico se agrupa bajo la etiqueta de trastorno del espectro autista, anteriormente se hablaba de diferentes tipos de autismo, como:
- Autismo clásico (síntomas más evidentes y necesidad de apoyo constante).
- Síndrome de Asperger (autismo sin discapacidad intelectual, pero con dificultades sociales marcadas).
- Autismo atípico o de inicio tardío.
Hoy se habla de niveles de apoyo (1, 2 o 3) según la intensidad de las dificultades y las necesidades del joven.
¿Cómo afecta el autismo al entorno escolar y social?
La adolescencia es una etapa de mayor presión social y emocional. Por eso, algunos niños con autismo que pasaron desapercibidos en la infancia empiezan a mostrar más dificultades en el instituto:
- Dificultades para integrarse en grupos o participar en dinámicas sociales.
- Problemas de autoestima por sentirse “diferentes” o no comprendidos.
- Riesgo de acoso escolar o exclusión.
- Bajo rendimiento académico debido al estrés, la ansiedad o la sobrecarga sensorial.
El acompañamiento adecuado en esta etapa es fundamental para evitar el aislamiento, reforzar la autoestima y construir un entorno que respete sus necesidades.
El autismo no define a una persona, pero influye en su manera de sentir, pensar y actuar. Por eso, es fundamental observar, comprender y acompañar con respeto. Cada adolescente dentro del espectro autista tiene un potencial enorme, y con el apoyo adecuado puede desarrollarse plenamente y construir relaciones sanas, una identidad propia y un futuro significativo.