Entrevista a Sagrario Ortega

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Comunicación

Con más de tres décadas de trayectoria en la Agencia EFE, Sagrario Ortega es uno de los nombres más ligados a la información de Interior y Seguridad. Su carrera está marcada por la vocación, la constancia y la pasión por el periodismo de agencia, ese que nunca descansa, que requiere precisión y rapidez, y que tantas veces ha llevado la firma de EFE a ser referencia indiscutible.

En esta conversación, Sagrario repasa su vida profesional, sus coberturas más complejas y emotivas, los maestros que la marcaron y los aprendizajes que se lleva de una profesión exigente, pero también gratificante.

Los comienzos: Teletexto, EFECOM y Autonomías

Sagrario recuerda perfectamente cómo dio sus primeros pasos en la Agencia: “Comencé haciendo prácticas de verano en Teletexto, que ya no existe y, lógicamente, para muchos resulta totalmente desconocido. Coincidió que se celebraban los Juegos Olímpicos de Seúl y me prorrogaron las prácticas un mes, o sea, hice julio, agosto y septiembre en el turno de madrugada. Fue una experiencia porque a la vez ayudaba a mi hermano en su bar-restaurante. Y allí vi que EFE es un 24/7”.

Tras aquellas prácticas, llegaron los inicios profesionales: “Después de Teletexto (verano de 1988) me fui al paro, claro. Pero en mayo de 1989 me llamaron de EFECOM porque a un compañero le ficharon y quedó un hueco. Así que me contrataron allí hasta septiembre de 1990, que pasé a Nacional a la sección de Autonomías”.

Allí comenzó una etapa decisiva de su carrera: “En septiembre de 1990 me incorporé a Nacional a Autonomías. Fueron ocho años y de allí pasé a Justicia e Interior porque mi querida amiga Isabel Laguna dejó los Sucesos para hacer Cultura. Esta fue mi primera etapa en Interior, que duró hasta octubre de 2004, cuando acepté ser delegada (más bien subdelegada) de la Agencia en Córdoba. En marzo de 2007 volví a Madrid, en concreto a Política, Autonomías y Casa Real como subjefa. Ya en octubre de 2013 pasé de nuevo a Interior, y hasta hoy”.

Los maestros y referentes

Los nombres propios se suceden cuando habla de las personas que la guiaron en sus primeros años: “En EFECOM recuerdo con mucho cariño a Pedro Vega, ya fallecido. Empecé a trabajar en un área de la que apenas tenía idea. Incluso llegué a hacer información de la Bolsa cuando en mi vida me había leído un comentario, una crónica, nada. Él me quitó el miedo a enfrentarme a temas que no controlaba. Y me enseñó mucho de ese periodismo económico, del de cifras, del de siglas…”.

En Autonomías, su referente fue Paco Villanueva: “Me enseñó a amar la profesión, a ser rigurosa, a vivir cada tema, por muy árido que fuera, como el más interesante. A descubrir que incluso una declaración ambiental de un proyecto publicada en el BOE podía ser primera página. A no despreciar una pregunta parlamentaria en el Congreso, porque la respuesta del ministro de turno podía afectar a la gente de un pueblo, para bien o para mal. Porque era el problema que sus vecinos tenían”.

Y a todos ellos suma un reconocimiento especial: “En suma, podría nombrar a más, pero quiero que sea Luis Sanz el nombre que represente a todos los que me ayudaron a pasármelo bien en esta profesión, desde 1989 hasta hoy mismo”.

Interior y seguridad: una vida profesional marcada

El camino hacia la información de Interior llegó casi sin buscarlo: “Llegué a Interior justo unos días antes de que ETA declarara lo que luego se llamó la tregua-trampa. La banda terrorista volvió a matar un año después y cada día nos despertábamos con un atentado o una operación policial contra ETA. O contra el GRAPO, que también las hubo, y muchas. Así que al final te ves implicada las 24 horas del día. La actualidad mandaba. No daba tiempo a pensar si te gustaba más o menos. Pero es cierto que era una información de agencia por excelencia. Tenías que ser rápido y veraz. Lo que decía EFE iba a misa”.

De hecho, admite que su especialización fue casual: “Yo había pedido cambiar de Autonomías (llevaba 8 años) e irme a hacer información del Congreso. Pero quedaba un hueco en Justicia e Interior y la entonces directora de Nacional me mandó allí. Sin preguntar. Ahora me alegro”.

La relación con las fuentes es, en este terreno, esencial: “Intento cuidarlas sí. La confianza se mantiene siendo fiel a lo que te dicen que se puede contar. Como decía, es una información muy sensible. Un dato publicado cuando no se debe, puede dar al traste una investigación. Si tú respetas, la fuente te respeta. Y por supuesto, no hay que ‘quemarlas’. El contacto debe ser el justo, sin agobiar”.

Como ejemplo, recuerda la exclusiva de la muerte de Rita Barberá: “Yo libraba y estaba en la cama. Mi fuente, que casi era ya más amigo que fuente, me llamó y como estaba medio dormida, le entendí que había muerto una persona amiga común. El susto fue mayúsculo cuando me dijo de qué se trataba”.

El dilema entre informar y proteger la relación de confianza lo describe sin rodeos: “Mal, muy mal. Tener una noticia en tus manos y no poder darla para mantener esa relación de confianza es jodido. Pero tienes que optar”.

Coberturas difíciles, exclusivas y recuerdos

Entre las coberturas más complejas, destaca la comisión de investigación del 11M: “Quizá una de las más difíciles que he cubierto, más que coordinado, haya sido los primeros meses de la comisión de investigación del 11M antes de irme de delegada a Córdoba. Raúl Bellerín, mi actual jefe, y yo, intentamos hacer un trabajo riguroso, fiel a lo que allí se decía y a los ‘papeles’ que nos llegaban. Pero en el 11M, como todo el mundo sabe, lo político se impuso a la investigación y cada día nos sorprendíamos con titulares en los periódicos que en nada se parecían a lo que Raúl y yo habíamos escuchado. Incluso, algún jefe llegó a dudar de la veracidad de nuestras informaciones. Pero éramos los más creíbles, sin duda. Fue un trabajo intenso, pero muy gratificante profesionalmente”.

Aquella jornada del 11 de marzo de 2004 la vivió en primera persona: “Esa mañana estaba en Bilbao. Puse la tele en el hotel y vi la masacre. No me lo podía creer y pensé que ETA no podía haber sido. Inmediatamente me fui a la estación de autobuses y me vine a Madrid”.

Sobre la cobertura de tragedias, tiene claro el papel del periodismo: “Debe informar, claro está. Pero con respeto absoluto al dolor de las víctimas”.

En cuanto a exclusivas, recuerda especialmente dos: la muerte de Carmina Ordóñez y la de Rita Barberá. “Todos los medios tuvieron que citar a EFE. En el caso de Carmina Ordóñez fue un impacto para todos. Recuerdo que mi fuente me pidió que no contara que en el baño, donde se encontró el cuerpo, había signos evidentes de consumo de drogas. Y no lo puse, claro”.

Aprendizajes, valores y visión del periodismo

Después de tantos años en un área tan sensible, resume su aprendizaje en una sola frase: “El periodismo que no es veraz no es periodismo”.

Cree que la Agencia se mantiene fiel a su espíritu original: “Mantenemos aún el espíritu de ser los primeros, pero también el de no tirarnos a la piscina y contrastar todo. A veces nos hace un poco más lentos, pero todavía hay muchos medios para los que somos los más fiables”.

Y sobre los valores que definen a un periodista de EFE, no duda: “La mayoría de los compañeros tiene clara una cosa: informar con veracidad. Y eso tan interiorizado es uno de los valores de los periodistas de EFE”.

Reconocimientos y futuro

En 2025 recibió la Medalla al Mérito de la Seguridad de manos del ministro Marlaska: “Para mí es el mejor broche a mi etapa en Interior. Fue emocionante. Este año ha sido la primera vez que se otorgan estas condecoraciones. Que haya sido la primera periodista en recibirla es para mí un orgullo y un premio a una trayectoria profesional en un tema que requiere mucho sacrificio, muchas horas y mucha tensión”.

También guarda un recuerdo especial de la exposición sobre el 11M, que comisarió junto a su compañera Laura Camacho: “Fue mucho trabajo, porque hubo que revisar miles de fotos y seleccionar las que no supusieran un nuevo sufrimiento para las víctimas y las familias de los fallecidos. Hicimos unos textos preciosos también. Ver la exposición y nuestros nombres como comisarias en la Plaza de la Armería fue un lujo. Que la Fundación Víctimas del Terrorismo pensara en nosotras fue muy emocionante, pero lo fue más que el trabajo de tantos y tantos periodistas, fotógrafos y reporteros de televisión de EFE se viera reflejado en esa exposición”.

Aunque no ha puesto fecha a su jubilación, admite que se acerca: “El trabajo me apasiona, pero estoy segura de que cuando eche el cerrojo, no lo abriré. Sí, echaré de menos a compañeros con los que he compartido risas, botellines y mucha tensión informativa. De todos modos, a muchos sé que les seguiré viendo. Y tengo grupos de WhatsApp que seguirán súper activos. EFE me ha unido con personas que ante todo son amigos. La jubilación no nos desunirá”. Cuando piensa en el futuro, lo tiene claro: “De momento, les digo: no voy a hacer nada, solo vivir”.

Entre tantas coberturas, anécdotas y tensiones, lo que más valora Sagrario Ortega es haber disfrutado de su trabajo y haber dejado huella entre sus compañeros. Lo resume con sencillez: “Pues como una buena compañera, que aportaba alegría y a la que le gustaba su trabajo”, así quiere que se la recuerde.

Y si tuviera que condensar toda una vida profesional en una sola frase, lo hace con la misma claridad que ha guiado su carrera: “He trabajado mucho y me lo he pasado genial. Es compatible”.

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Silivia Castillo