Seguro que en los últimos años escucharon estas palabras. Cuando distintos opinadores señalábamos que las repetidas subidas de impuestos iban a tener consecuencias, y no buenas, se nos contestaba “hemos subido los impuestos (todos) y no pasa nada, sois unos alarmistas”.
Lo decían periodistas y políticos indistintamente. Bueno, pues ya está pasando. Los efectos de cualquier política económica, y especialmente la fiscal, no son inmediatos, pero desgraciadamente, con posterioridad se crea una inercia difícil de parar.
Cuando uno sube el marginal del IRPF hasta el disparate del 52% de los ingresos de una persona está mandando un mensaje muy claro. No queremos atraer talento. Punto. Lo dijo de manera muy clara el presidente de Viscofán: “Aquí no quiere venir a trabajar ni Blas”. No quiere venir gente de talento excepcional, claro. Gente a la que su empresa está dispuesta a pagar muy bien. Y no vienen, obviamente porque pagar un 52% de sus ingresos les parece un abuso.
Y lo que es peor, gracias a la envidia que se ha sembrado, hay gente a la que le parecen muy bien las dos cosas. Que el Estado cobre más que un trabajador (52%) por el trabajo de una persona, y que no venga gente brillante. “Mejor los de aquí”.
Cuando uno sube el impuesto de sucesiones hasta hacer que este sea casi el peor de España (cuando éramos los mejores) está mandando otro mensaje claro: “la herencia es algo injusto”. Y eso, tiene consecuencias. No inmediatas, pero imparables. Según datos del Colegio de Notarios y recopilados por Institución Futuro, en Navarra se produjeron 251 renuncias a herencias en 2010. El año pasado, fueron 776 las renuncias. 3 veces más. ¿La causa? Los impuestos. Hay herencias entre hermanos, por ejemplo, en las que el impuesto es del 30% y la herencia es ilíquida. Resultado: se lo queda el Gobierno. Estamos en lo mismo que antes. Lo peor es que debido al caldo de cultivo generado, hay gente que se felicita por ello, que le parece bien que una familia tenga que renunciar a una herencia.
En cuanto al Impuesto de Sociedades, pasa exactamente lo mismo. Hemos subido el tipo del impuesto de Sociedades hasta el más alto de España. Un hito. Hemos creado un ecosistema tan amigable para las empresas, que en el primer semestre de este año 40 empresas navarras cambiaron de domicilio social, 40 empresas que facturaban 498 millones. Las empresas no montan líos, ni coordinadoras. Se van. Es fácil.
Podríamos hablar del impuesto de patrimonio, donde el efecto es el mismo. El último año abandonaron Navarra 56 contribuyentes con patrimonios superiores a 3 millones. Una desgracia para nuestra tierra.
Así que sí, sí que pasan cosas. Hemos querido ser hostiles con las empresas, con los profesionales brillantes y bien pagados e incluso con los herederos. Lo hemos logrado. Los efectos de las decisiones fiscales se producen porque las empresas y los particulares no son entes estáticos y porque van, simplemente, donde mejor les tratan. Sigamos así y nadaremos en la mediocridad que estamos buscando.
Álvaro Bañón Irujo, profesor de la Universidad de Navarra y miembro de Institución Futuro