Eduardo Palomar Baró
HISTÓRICO DOCUMENTO DE LUIS CARRERO BLANCO
LAS VEINTIUNA RAZONES PARA QUE ESPAÑA NO ENTRASE EN LA II GUERRA MUNDIAL
El documento fechado el 11 de noviembre de 1940 tuvo una gran trascendencia histórica, que el propio Franco le reconoció a su inspirador, que no autor, el ministro de Marina Salvador Moreno Fernández, al haber pesado mucho a la hora de impedir la entrada de España en la II Guerra Mundial.
El informe, seis folios mecanografiados a un espacio, fue escrito por el entonces Capitán de Fragata don Luis Carrero Blanco, iniciándose de esa forma una relación muy estrecha entre el Caudillo y el almirante Carrero, que tuvo una gran influencia en la historia de España durante más de treinta años.
La gestación del histórico documento
Poco tiempo después de la entrevista que mantuvieron Franco y Hitler, el 23 de octubre de 1940 en Hendaya, el embajador alemán en Madrid, el barón Eberhard Von Stohrer, comunicó a Ramón Serrano Suñer, ministro de Exteriores español, el deseo del Führer de reunirse con él en el “Nido del Águila” su residencia en Berchtesgaden, con la intención de presionar al Gobierno español para su entrada en la guerra. Según relata el propio Serrano Suñer en su libro Entre Hendaya y Gibraltar: “Quedó decidido el viaje, mas antes pedí la celebración de una reunión con los ministros militares del Gobierno. Asistimos a la reunión, que presidió el Generalísimo, los generales Vigón y Varela, el almirante Moreno y yo. España no podía ni debía tomar parte en la guerra”
A aquella histórica cita con Adolf Hitler, el ministro español acudió con los argumentos que Salvador Moreno, ministro de Marina, había llevado a la reunión de los jefes militares y el Caudillo, en los que se expresaban las dificultades navales, pero ante todo económicas, que la beligerancia supondría a España.
Pues bien, el origen de la posición defendida por Moreno se remonta al 10 de noviembre de 1940, cuando el ministro, preocupado por la trascendencia del momento, llamó al Capitán de Fragata Luis Carrero Blanco, jefe de Operaciones del Estado Mayor de la Armada, y le rogó que le acompañase a dar un paseo en coche por Madrid.
Cuando llegaron a la carretera de El Pardo, el almirante, al observar que anochecía y que no existía tráfico ni personas, en un lugar despejado ordenó al chofer que parase y ambos descendieron del coche, con la lógica perplejidad por parte de Carrero.
Una vez solos, el ministro le expuso sin rodeos la existencia de un plan alemán y fuertes presiones para que España entrase en la guerra mundial, y que con tal motivo próximamente iban a reunirse los ministros militares y el de Asuntos Exteriores para debatir en presencia del Generalísimo.
Durante largo tiempo comentaron ambos marinos los pros y contras de tan grave decisión, a la cual se oponían francamente por considerarla perjudicial a los intereses de España. El ministro pidió a Carrero Blanco que redactase una nota informativa para ser expuesta a la consideración de la Junta.
Aquella misma noche el Capitán de Fragata redactó en su casa el informe, que presentó al ministro a la mañana siguiente. Salvador Moreno lo aprobó y lo firmó inmediatamente y con él acudió a la reunión presidida por Franco.
Resulta evidente que los argumentos expuestos en el escrito influyeron poderosamente en la decisión del Caudillo de mantener la neutralidad española.
Franco preguntó, finalizada la reunión, quién había sido el redactor de la nota, y el ministro contestó, sin restar los méritos a su subordinado: “Mi jefe de Operaciones, el Capitán de Fragata Carrero Blanco.” El documento: Veintiuna razones para que España no entrase en la guerra
MINISTERIO DE MARINA
SECRETO
EXCELENTÍSIMO SEÑOR:
1.- La iniciación de las operaciones en Grecia, así como las noticias relativas a la existencia de tropas alemanas en Rumania, ya la retirada de importantes contingentes germanos del litoral del norte de Francia, hacen pensar en la posibilidad de un cambio en el plan general de guerra establecida, basado en un ataque directo a las Islas Británicas, y en la puesta en ejecución de una acción de gran envergadura en dirección a Palestina. Todo parece indicar que el objetivo de las operaciones de este invierno es la ocupación del Canal de Suez, atacándolo simultáneamente desde el Este y desde el Oeste.
2.- La situación actual de la guerra pudiera resumirse en los siguientes términos:
a) Se ha desistido, al menos hasta que pase el invierno y vuelvan los buenos tiempos, del desembarco en Inglaterra. La guerra en el Norte se manifestará exclusivamente en acción de agotamiento de las Islas Británicas, con bombardeos aéreos pertinaces a puertos y regiones industriales e intensa acción naval (submarinos, aviones y fuerzas de superficie, cuyas posibilidades de actuación han sido considerablemente favorecidas por el mejoramiento de la situación geográfica del Reich producido por la ocupación del litoral continental) contra las comunicaciones marítimas británicas.
b) Al alargarse la guerra, y dada la actitud de solidaridad de los EE. UU. respecto a Inglaterra, el problema militar del Eje queda, en cierto modo, en un segundo plano respecto a la importancia del problema económico de Europa entera. Se hace necesario, indudablemente, que Europa pueda vivir prescindiendo de los recursos de ambas Américas, todo el tiempo que sea necesario hasta la terminación de la guerra y para ello es indispensable proceder a una profunda reorganización económica del viejo mundo, explotando y dosificando racionalmente los recursos de Europa, de la mayor región posible de la parte norte de África y del Asia occidental, y esto exige como cuestión fundamental arrojar a los ingleses del Mediterráneo y, quizás también, contar con la cooperación de Francia. La acción política (entrevista del Führer con el mariscal Pétain) parece dirigirse en este último sentido, y en cuanto a la acción militar y diplomática, ambas parecen encaminadas a dominar el Mediterráneo.
3.- El dominio efectivo de este mar, convirtiéndole en una especie de Báltico al margen de la acción de las fuerzas de superficie inglesas, pues las submarinas siempre tendrán posibilidades de actuar, ya que una obstrucción submarina completa del Estrecho es posible que no se pudiera realizar al menos en mucho tiempo, exige la ocupación de sus dos accesos: Canal de Suez y Gibraltar.
4.- Ante esta situación, basada, es cierto, en elementos de juicio seguramente incompletos, pero que aprecio muy próxima a la real, considero mi deber someter al elevado juicio de V.E. mi punto de vista en orden a una orientación general del plan de acción naval en el caso en que los altos intereses de España, providencialmente en manos de V.E. conviniera nuestra intervención en la guerra.
5.- La ocupación de Gibraltar, o al menos la inutilización de su base naval, requiere, indudablemente, la entrada de España en la guerra al lado, claro está, de las potencias del Eje. Ahora bien, al entrar España en la guerra frente a Inglaterra es evidente que perderíamos las comunicaciones a través del Atlántico, como las perdió Alemania desde el momento de comenzar el conflicto no obstante disponer de una fuerza naval muy superior a la nuestra. El petróleo, la gasolina, el trigo, y cuantos recursos indispensables para la vida de la nación llegan con más o menos dificultades desde América quedarían cortados. Estos recursos no podrían llegar por el Mediterráneo, porque tendrían que proceder del mar Negro, y mientras los ingleses estén en Alejandría las comunicaciones marítimas en el Mediterráneo oriental están también cortadas, y no nos quedaría, por lo tanto, otra comunicación para abastecer a la nación de víveres, combustible y material de todas clases, que el ferrocarril con Alemania a través de Francia, comunicación ésta a todas luces insuficiente, aún suponiendo que Alemania disponga de lo que nosotros necesitamos en la cantidad suficiente para proporcionárnoslo.
6.- Es evidente que, en estas condiciones, la intervención de España no solamente no reportaría ventajas al Eje, sino que, por el contrario, le ocasionaría un considerable perjuicio, al tener que atender a nuestras necesidades (que entonces ya serían las suyas) acrecentadas por la guerra sin disponer de las comunicaciones indispensables. Por otra parte, la cuestión de Gibraltar es, en cierto modo, secundaria en orden a la influencia de Inglaterra en el próximo Oriente, mientras cuente con el mar Rojo y el Canal de Suez para sostener a las fuerzas de tierra, mar y aire, que operan en la región.
7.- Parece desprenderse de éstas que, por una razón casi de imposibilidad material, España no intervenga en la lucha en tanto que el canal de Suez esté en poder de los ingleses.
8.- Ahora bien, el día que el canal de Suez sea ocupado por las potencias del Eje, la situación cambiará completamente de aspecto. Inglaterra será desalojada del próximo Oriente, y para que el Mediterráneo quede completamente fuera de la acción de las fuerzas navales inglesas y puedan ser plenamente aseguradas las comunicaciones a través de dicho mar, lo que será necesario para conseguir la ordenación económica del viejo mundo, será preciso inutilizar la base naval de Gibraltar, lo que exigirá la intervención de España en la guerra.
9.- Esta intervención no tendrá en tal caso los inconvenientes señalados en el punto 5, pues disponiendo del Mediterráneo se podría aprovisionar a España por vía marítima a través de este mar, con plena garantía, una vez que quedara en el Estrecho de Gibraltar.
10.- En resumen, todo parece indicar que, antes de la citada caída del canal de Suez, España no entrará en la guerra, pero que tan pronto como dicho canal pase a poder de las potencias del Eje cambiarán fundamentalmente los aspectos de la cuestión, y cabe pensar que V.E. decida nuestra intervención en el conflicto.
11.- La situación, en tal caso, sería, en su aspecto general, la siguiente:
a) Nuestras comunicaciones marítimas por el Atlántico quedarían absolutamente cortadas e incomunicadas las Canarias y Guinea con la Península.
b) Es posible que Inglaterra, al perder sus bases del Mediterráneo trate de apoderarse de Azores y Cabo Verde, para asegurarse sus comunicaciones atlánticas; de Canarias con el mismo objeto y para mantener bases de submarinos con los que operar en el Mediterráneo, pues aunque el Estrecho quede cerrado a los buques de superficie, nunca podrá cerrarse de una manera absoluta a los submarinos, y puede que también de alguna posición en la costa de Portugal, posiblemente el mismo propio de Lisboa, resucitando la posesión excepcional de Torres Vedras (1), si bien con las modernas armas no tendrá las mismas características defensivas que al principio del pasado siglo.
c) España quedaría con su litoral cantábrico-galaico y del golfo de Vizcaya en vanguardia del dispositivo europeo, y con Canarias y Guinea fuera del mismo y sin enlace posible con la metrópoli.
12.- La misión principal de España, consistirá en mantener cerrado el Estrecho por medio de la doble acción de artillería en la costa y de fuerzas de flotilla en la mar. Al Este de este dispositivo ofensivo, la Marina tendrá que asegurar la protección antisubmarina de las comunicaciones mediterráneas como cuestión fundamental, pues de ellas dependería exclusivamente la vida del país y que, por estar más próximas al Estrecho de Gibraltar, con mayor intensidad sufrirían los ataques de submarinos ingleses.
13.- Nuestro litoral del Atlántico quedará expuesto a los ataques ingleses, y en este orden de ideas los lugares más interesantes a defender son:
– La zona industrial de El Ferrol del Caudillo, atacable por aviones, pero bien defendida contra los buques.
– La zona industrial de Bilbao, atacable desde el mar y desde el aire por aviones procedentes de portaviones.
– El puerto de Avilés (zona Carbonera).
– La línea de cabotaje (tráfico de carbón) Avilés-Bilbao, que sería indispensable, porque las comunicaciones terrestres probablemente no darán el rendimiento necesario para abastecer en la proporción debida los altos hornos de Bilbao.
– La zona industrial de Cádiz (factoría de San Carlos).
– Es posible también, aunque menos probable, que los ingleses intentaran algo contra las Rías Bajas, absolutamente indefensas en la actualidad; pero esto dependería de la situación con Portugal.
14.- Es evidente que la defensa del litoral del Norte no puede confiarse a nuestras fuerzas de superficie, enormemente inferiores a las inglesas. Su rendimiento sería absolutamente nulo, o quedarían encerradas en El Ferrol o serían fácilmente destruidas por fuerzas tres o cuatro veces superiores, sin sacar ningún provecho de unos buques que tienen su papel específico e indispensable en la protección antisubmarina del tráfico en el Mediterráneo. Pro otra parte, en las condiciones que habrían de presentarse ninguna fuerza de superficie de alguna importancia podría operar desde Ferrol, porque no habría medio de abastecer de combustible a dicha base.
15.- Ferrol tendrá que ser simplemente base de submarinos, cuyas necesidades en orden de combustible son mucho menores. Ferrol es además una magnífica posición para atacar desde ella las comunicaciones inglesas.
16.- La pesca, aspecto sumamente importante para nosotros, quedaría notablemente perjudicada y limitada aún con riesgos, a las proximidades de la costa, pues sin poder naval no puede protegerse la explotación de las riquezas del mar, que es una manifestación del ejercicio del dominio del mismo.
17.- Como consecuencia de cuanto antecede, considero previsión que someto a la alta consideración de V.E.:
a) Establecer en Ferrol las minas necesarias, dentro de nuestras escasas posibilidades, para proteger Ferrol, Avilés, Bilbao y las Rías Bajas.
b) Hacer “stock” de diesel-oil en Ferrol para submarinos.
c) Artillar como se pueda Bilbao, Avilés, el litoral entre ambos puertos para proteger en lo posible el cabotaje de carbón y las Rías Bajas
d) Disponer de defensa antiaérea de Ferrol y Bilbao, principalmente.
e) Destinar a la región del Norte a nuestros submarinos y prever la llegada de submarinos aliados a Ferrol.
f) Prever el armamento de los pesqueros de la PISBE, que estarían encargados del rastreo de la canal de seguridad de Ferrol y, posiblemente, de la protección inmediata contra submarinos del cabotaje del carbón.
g) Prever la defensa con minas de Cádiz y el armamento de pesqueros para mantener la canal de seguridad de dicha base.
h) Prever la utilización de Cádiz como base de submarinos aliados. El abastecimiento de combustible podría haberse realizado desde el Estrecho, una vez caído Gibraltar, pero también cabe pensar en el traslado rápido de alguno de los depósitos de la factoría de Ceuta, cuya destrucción por el fuego de Gibraltar es más que probable dada su posición.
i) Artillar Cádiz y dotar de defensa antiaérea la factoría industrial.
j) Estudiar, de acuerdo con los Ejércitos de Tierra y Aire, la intervención de la Marina en el dispositivo ofensivo del Estrecho de Gibraltar.
k) Destinar nuestras fuerzas de superficie a la región del Estrecho (base de Cartagena y Cádiz) y a la protección contra submarinos del tráfico.
l) Con respecto a la pesca, cabría prever el desplazamiento con oportunidad de parte de la flota pesquera del Norte al Mediterráneo.
m) Prever la evacuación de las poblaciones civiles de Ceuta, Algeciras y Tánger y el artillado de este último puerto.
18.- En lo que a minas se refiere, nuestra situación actual es la siguiente:
Departamento Listas Armamento Construcción
Ferrol: 916 – – &nb