Barcelona ya ha votado, y ahora ¿qué? - 19N

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Las previsiones fueron, en gran parte, certeras en esta ocasión y si hubo algo que marcó la cita electoral del 28 de mayo en Barcelona fue la incertidumbre, la emoción y la igualdad entre los tres grandes candidatos a la alcaldía, las tres grandes cabezas del Can Cerbero. A lo largo del recuento, las fotografías de Xavier Trias, Jaume Collboni y Ada Colau iban intercambiando posiciones con la llegada de nuevas remesas de votos que alteraban el orden entre ellos, levantando gritos de alegría o generando caras largas en las sedes de sus respectivos partidos. 

A la postre, la candidatura de Trias per Barcelona se aupó con la primera posición, consiguiendo el 22,42% de los votos y un total de 11 concejalías. La pugna por la segunda plaza se decidió por un margen de apenas 141 votos, una nueva muestra de la inaudita igualdad vivida el pasado domingo. Fue el PSC, liderado por Jaume Collboni, quién se hizo con la plata, acaparando el 19,79% de los votos para 10 concejales, mientras que la candidatura de Barcelona en Comú que capitaneaba la actual alcaldesa Ada Colau cedió hasta el tercer puesto, con el 19,77% de las papeletas que le otorgaron 9 concejalías. 

La caída de Ernest Maragall como candidato de ERC fue incluso más pronunciada de lo esperado, consiguiendo únicamente 5 concejales, mientras que el PP cumplió los pronósticos en quinta posición, superando con creces sus resultados de 2019 y doblando el número de concejales hasta los 4 obtenidos el pasado domingo. El último partido que obtuvo representación en el consistorio barcelonés fue Vox, que consiguió así entrar por primera vez en el Ajuntament de Barcelona con 2 concejales, un ejemplo más del fuerte giro a la derecha en estos comicios, no solo en Catalunya sino también en el conjunto del territorio español.

Por su parte, la CUP, con el 3,8% de los votos; Valents, con un 2,3%; o Ciutadans, que apenas superó el 1%, quedaron lejos de superar la barrera del 5% que da derecho a representación, quedando así fuera del ayuntamiento de la capital catalana.

Gráfico que muestra las ganancias y pérdidas de votos en los comicios barceloneses. Vía: Ajuntament de Barcelona. Dossier postelectoral

La cifra mágica

Pero, ¿qué implican estos resultados? ¿Ser la candidatura más votada otorga automáticamente la alcaldía a Xavier Trias? Preparen las calculadoras porque serán nuestras mejores aliadas en los próximos días de negociación postelectoral. Y, sobre todo, recuerden un número, el 21. Éste es el número mágico de concejales a sumar para alcanzar la anhelada mayoría absoluta.

El próximo sábado 17 de junio tendrán lugar los plenos de investidura en todos los consistorios catalanes, incluyendo el de la Ciudad Condal. Menos de tres semanas de negociaciones intensas y pactos para que las distintas candidaturas culminen sus estrategias y consigan gobernar. 

La mirada, automáticamente, se centra en Xavier Trias o Jaume Collboni, habiendo caído Ada Colau a la tercera posición. La primera posibilidad que nos puede venir a la mente es un acuerdo de gobierno entre las dos fuerzas más votadas, Trias per Barcelona y el PSC, que suman justo la cifra mágica de 21 concejales, por el cual Trias recuperaría la alcaldía que ya ostentó mientras que los socialistas mantendrían una posición preponderante en el gobierno. En cualquier caso, aunque ésta era una opción con alta viabilidad antes de las elecciones, las sensaciones horas después de los comicios no invitan a dar esta posibilidad como la primordial, en gran parte por las reticencias socialistas de repetir en un gobierno municipal como socio minoritario.

Así pues, nos adentramos a una segunda opción, que cobra cada vez más fuerza, que privaría a Xavier Trias de la alcaldía a pesar de haber sido la fuerza más votada, como ya le ocurrió en las elecciones de 2015. Se trataría de un tripartito de socialistas, BComú y ERC, que reúnen un total de 24 concejales. Ésta posibilidad llevaría a Collboni a la vara de alcaldía (¿o no? Lo desarrollaremos…), siendo la opción más continuista del gobierno actual, pues ERC ha dado apoyo a la coalición de Comuns y PSC en múltiples aspectos, y ahora quedaría cristalizado en un acuerdo que les incluya en el gobierno de la capital catalana. 

Este pacto a tres bandas podría tener cierto margen de cambio y flexibilidad para tirar adelante. Las evidentes tensiones personales, reproches en campaña y resquemores que hay entre las figuras en lo alto de las candidaturas pueden llevar a sacrificios personales para conseguir que el tripartito llegue a buen puerto. ¿Collboni sacrificando su alcaldía? ¿Colau revalidando la alcaldía pero cediendo casi todo el peso gubernamental a los socialistas? ¿O, por contra, haciendo las maletas y viajando a Madrid o a Bruselas para hacer política en clave nacional o en clave comunitaria? Las piezas del ajedrez se moverán, y ya nada debería sorprender.

Hasta ahora hemos dado por sentado que la alcaldía se obtendrá a través de un acuerdo de gobierno y de una mayoría absoluta, pero podría no ser así. Si en el pleno del 17 de junio ninguna de las candidaturas amasa el deseado número 21, la candidatura más votada se hará automáticamente con la alcaldía, es decir que Xavier Trias se alzaría con la vara de mando. Esto nos llevaría a un nuevo gobierno en minoría, que se basara en pactos puntuales para los grandes acuerdos e iniciativas, como ya ocurrió con el pasado gobierno de comunes y socialistas, que únicamente juntaba a 18 concejales, pero contó con la abstención de BCN pel Canvi – Ciutadans en el pleno de investidura.

En esta línea iría la reciente reunión mantenida por el vencedor Xavier Trias y Ernest Maragall, pero esta potencial coalición seguiría necesitando de abstenciones. Así que, incluso en el escenario de mayorías simples, las matemáticas son complejas y los acuerdos en el sí del consistorio se encontrarían indudablemente con resistencias a lo largo de la legislatura. 

Y no, no nos olvidamos que a la mañana siguiente de estos comicios que terminaron con las uñas de muchos, llegó la bomba en forma de elecciones generales el próximo 23 de julio, lo que complica y añade estrategia, más si cabe, a las negociaciones postelectorales. Las dinámicas y posibles implicaciones en la ciudadanía de los pactos que se hagan tendrán mucha más relevancia y se mirarán con lupa desde las cúpulas de los partidos. ¿Qué pensará mi votante si apoyo a esa candidatura? ¿Me castigará la ciudadanía por el bloqueo a un candidato? No cabe duda que las lógicas de unas elecciones municipales y las de unas generales son dispares, pero las dudas están ahí, y ninguna de ellas tiene respuesta simple. 

Recapiti
Lluís Ollé