¿Cómo es posible que Navarra esté en la cuerda floja industrial y de servicios públicos, cuando se recaudan más de 5.400 millones de euros en un solo año?
Si no quieres taza, taza y media. La imagen industrial de Navarra está cogiendo unos derroteros que, según numerosas opiniones, justificaría parar la pelota, centrarse en lo importante, dejar a un lado a los del lastre político reaccionario, a los inmovilistas y a los populistas y promover una iniciativa moderna, ambiciosa, atractiva y rompedora para recuperar la posición puntera de Navarra como Comunidad líder y no como rémora. Y eso no se consigue solo con leyes, mirando para otro lado o con declaraciones voluntaristas. Se consigue con ideas potentes, liderazgo, consenso y agilidad. En este momento ya caen bombas por todo el territorio foral. Y cuando hay bombas para todos, a cualquiera le puede caer una en su propia casa. No es pesimismo, no es catastrofismo, son los datos. Y si el discurso oficial es que Navarra es la Comunidad con mejor calidad de vida y que aquí no pasa nada grave, preparémonos para que no nos pille la siguiente andanada.
Hablando de datos: hay dos que, aunque puedan pasar desapercibidos, dan una idea de lo equivocada que está la dirección económica actual de Navarra. La Comunidad foral cerró el año 2024 con un crecimiento nada despreciable de 2,7% del PIB, pero resulta que el conjunto de España el crecimiento fue del 3,2%. Esto significa que, ni más ni menos, Navarra tiró para abajo del crecimiento nacional, algo inaudito. Con este dato Navarra ha quedado claramente por debajo del crecimiento económico experimentado por el conjunto de las Comunidades Autónomas en 2024. Las razones pueden ser muy variadas pero los números son los números. Y la foto es pésima.
Frente a eso, se acaba de conocer el cierre de recaudación fiscal del Gobierno de Navarra en 2024. Para no perder la costumbre de los últimos años, el Gobierno ha vuelto a recaudar muy por encima de lo aprobado por el Paramento de Navarra con la Ley de Medidas Fiscales y con la Ley de Presupuestos de Navarra. Este año la friolera de recaudación por encima de lo “autorizado” ha sido de 200 millones de euros. Es decir, se ha quitado de familias, jóvenes, asalariados y empresas 200 millones más de lo dicho. La cifra es tremenda, pero más brutal es ver que ya han sido 1.750 millones los recaudados de más en los últimos seis ejercicios, y eso sobre una presión fiscal “oficial y aprobada” ya absolutamente desmadrada. Como muestra un botón, para cuando en España se ha planteado el conflicto derivado de que la subida del SMI implicaría el pago de IRPF a una parte de los beneficiados, resulta que en Navarra ya estaban en el cepo fiscal todos los perceptores del SMI antes de su subida. Es decir, aquí en Navarra, no hay piedad fiscal para nadie. No se salva ni el tato.
Y cómo no, hay que hacerse la pregunta del millón ¿alguien puede explicar cómo es posible que Navarra esté en la cuerda floja industrial y de servicios públicos, cuando se recaudan más de 5.400 millones de euros en un solo año? Quizá la respuesta esté en la propia pregunta. Cuando una administración pública, un gobierno, tan solo se dedica a recaudar sin ton ni son por puras cuestiones ideológicas, sin tener un plan general de desarrollo industrial y económico, de infraestructuras y de mejora de los servicios públicos, ella misma está cayendo en su propia trampa y, con ella, todos los ciudadanos y empresas.
También quizá sea bueno saber que, en un estado autonómico plenamente descentralizado como es España, Navarra es la que más dinero tiene disponible por habitante. Esto estaría muy bien si, como ocurría hace años, la Comunidad foral tuviese los mejores servicios públicos del país, las mejores infraestructuras y la mejor política industrial. Pero para ser una medianía o incluso para tener una economía que crece menos que las demás no hacen falta esas alforjas, que tienen que llevar los ciudadanos de Navarra y sus empresas.
Navarra no tendría que ser rehén de ninguna política nacional, sino tener iniciativa propia. A tiempo se está de consensuar “políticas de Estado” entre los que realmente defienden a la Comunidad foral. Acuerdos amplios que ayuden a los motores económicos de la región, que no son otros que las empresas que generan empleo y riqueza, y que hagan de nuestra una tierra un lugar amigable para invertir. La clave está en la reflexión de ese gran sindicalista que ahora se retira, Jesús Santos, de que Navarra es demasiado pequeña para que los políticos riñan tanto. No hay puente caído que no se pueda reconstruir, eso sí, trabajando desde los dos lados y con una buena dirección de obra ¿O es que la ciudanía de Navarra no se lo merece? Ceder cada uno en los planteamientos ideológicos y a las consignas. Y escuchar a los que saben: empresarios, sindicatos y otras entidades clave para Navarra. Todo para cambiar de agujas este tren, que no va por la vía que tiene que ir.
Álvaro Miranda Simavilla. Miembro del think tank Institución Futuro