¿Por qué la ley belga legitima la explotación sexual? - Malos Tratos

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La prensa internacional está entusiasmada con la nueva ley belga que regula la prostitución. Desde el 1 de diciembre de 2024, las «trabajadoras del sexo» pueden firmar contratos de trabajo. No podemos agradecer la voluntad política de limitar los abusos que forman parte integrante de este tipo de «actividad», sin embargo organizaciones abolicionistas denunciamos que esta ley, lejos de garantizar protección, blanquea la explotación sexual y refuerza la industria proxeneta.

Desde la Comisión para la Investigación de Malos Tratos a Mujeres, nos sumamos a la denuncia de organizaciones feministas que advierten sobre las graves consecuencias de esta legislación. Convertir la prostitución en un «empleo legítimo» no elimina la violencia estructural que la sostiene, sino que la normaliza y le otorga un marco legal donde proxenetas y compradores de sexo salen beneficiados, mientras las mujeres en situación de prostitución siguen expuestas a la coacción, la precariedad y el abuso.

Un contrato que no protege, sino que expone

La ley belga presenta una contradicción insalvable: reconoce la violencia en la prostitución, pero no la combate. La prueba más clara es la obligatoriedad de instalar «botones de emergencia» en los burdeles. Si un trabajo necesita un mecanismo de alerta inmediata para pedir auxilio, ¿Cómo puede considerarse un empleo como cualquier otro?

Además, la idea de que una mujer en prostitución puede negarse a un «cliente» sin consecuencias ignora por completo la realidad del sistema prostitucional. En un entorno donde el proxeneta actúa como «empleador» y el cliente (putero) como «jefe», desobedecer implica perder ingresos, ser sancionada o, en el peor de los casos, enfrentarse a represalias violentas. Como bien denuncian las organizaciones feministas belgas, esta ley no otorga derechos, sino que otorga impunidad a los explotadores.

La experiencia de Alemania, que legalizó la prostitución en 2002 con el argumento de mejorar las condiciones de las mujeres, demuestra que la regulación no solo no reduce la violencia ni la trata, sino que la agrava. En la actualidad, Alemania es conocida como «el burdel de Europa», donde miles de mujeres, en su mayoría migrantes, son explotadas en mega-burdeles mientras los proxenetas operan con total libertad.

Esta normalización de la explotación sexual ha convertido el país en un mercado lucrativo para traficantes y proxenetas, mientras que las mujeres siguen atrapadas en situaciones de violencia extrema. De hecho, la inmensa mayoría de las mujeres prostituidas en Alemania siguen sin registrarse oficialmente como «trabajadoras del sexo», por miedo a ser señaladas y sin confiar en un sistema que, en teoría, dice protegerlas.

Un modelo abolicionista es posible

Frente a estas políticas de legitimación de la explotación sexual, existen modelos que han demostrado ser más efectivos en la protección de las mujeres. Suecia y Francia han apostado por el modelo abolicionista, que se basa en dos pilares fundamentales:

Apoyar a las mujeres en prostitución con vías reales de salida, incluyendo acceso a alojamiento, formación, apoyo económico y permisos de residencia en el caso de mujeres migrantes.

Desincentivar la demanda penalizando a los compradores de sexo, responsables directos de sostener este sistema de explotación.

Este modelo ha demostrado que cuando se penaliza a los puteros y se ofrece apoyo real a las mujeres, la prostitución disminuye y supone un avance cultural en el rechazo social a la prostitución.

No llamemos derechos a lo que es explotación

Desde la Comisión para la Investigación de Malos Tratos a Mujeres, reiteramos nuestro compromiso con un feminismo abolicionista, que no abandona a las mujeres a un sistema de violencia disfrazado de «libertad individual».

La prostitución no es un trabajo: es una forma de violencia basada en el género, la pobreza y la desigualdad. No se trata de mejorar sus condiciones, sino de erradicarla y ofrecer alternativas reales a quienes hoy se ven atrapadas en ella.

Si conoces a alguna mujer que esté en situación de prostitución o trata con fines de explotación sexual, debes ponerlo en constancia de las autoridades.

Si quieres conocer nuestros recursos de asistencia integral a mujeres en situación de prostitución o trata con fines de explotación sexual, consulta nuestro Programa Brújula y Nuestro Programa Alternativa. 

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