Consenso, inversión y la gran prueba de España

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Las reuniones mantenidas este jueves por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con los principales partidos políticos para abordar cuestiones de defensa supone un primer paso imprescindible hacia un consenso que España necesita con urgencia. En un contexto geopolítico cada vez más inestable, nuestro país tiene ante sí una oportunidad de definir un rumbo claro y responsable en materia de defensa.

Si bien el resultado de la reunión entre Sánchez y Feijóo no tiene visos de conseguir grandes acuerdos, este encuentro debería marcar un antes y un después en la forma en que abordamos la defensa y pasar de entenderla como una cuestión partidista a valorarla como una política de Estado con visión de futuro.

La seguridad de un país no entiende de ciclos políticos ni de disputas ideológicas, pues la capacidad de un país para proteger su soberanía, garantizar la seguridad de sus ciudadanos y proyectar estabilidad es una responsabilidad compartida que debe estar por encima de intereses coyunturales. Como miembro de la OTAN y la Unión Europea, España ha asumido compromisos que no son una carga, sino una oportunidad: invertir en defensa no solo fortalece nuestra capacidad de disuasión, sino que impulsa nuestra industria, nuestra innovación y nuestro peso en el escenario internacional.

El contexto actual exige determinación y visión estratégica. Europa se encuentra en un punto de inflexión debido al surgimiento de potencias revisionistas y a la incertidumbre sobre el compromiso de un aliado histórico como EEUU, que obligan al continente a asumir un papel más activo en su propia seguridad. En este punto, España tiene la oportunidad de liderar este proceso y de consolidarse como un socio fiable y responsable. Avanzar hacia el objetivo del 2% del PIB en inversión en defensa no debe verse como una exigencia externa, sino como un paso lógico para fortalecer nuestras capacidades, generar empleo cualificado y fomentar el desarrollo tecnológico en sectores clave.

Para que este esfuerzo sea efectivo, es imprescindible un consenso amplio entre las fuerzas políticas. La reunión en Moncloa es un buen punto de partida, pero su éxito dependerá de la capacidad de los partidos para situar el interés nacional por encima de la confrontación. Pero este consenso no puede limitarse a los dos grandes partidos. Es necesario que la mayoría de las formaciones con representación parlamentaria se impliquen en un acuerdo de largo plazo que garantice la continuidad de las políticas de seguridad y defensa.

No se trata solo de aumentar el presupuesto en defensa, sino de comprender que la seguridad es la base del progreso y del bienestar. Un país con unas Fuerzas Armadas bien dotadas y con capacidades tecnológicas avanzadas es un país más seguro, más respetado y con mayor capacidad de influencia en el mundo.

Si hacemos lo que debemos hacer, este momento puede convertirse en un punto de inflexión que afiance nuestra seguridad, impulse nuestra industria y refuerce nuestro papel como un socio fiable y comprometido con la estabilidad global. Es el momento de actuar con responsabilidad y visión de futuro.

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