El libro comprende poemas de sus títulos menos difundidos y trece composiciones hasta ahora inéditas
La selección ha corrido a cargo de los editores que recuperaron sus poemas de juventud, Luis Cárdenas y Pedro J. Plaza
‘CANTARÉ MAÑANA TODAVÍA
ANTOLOGÍA POÉTICA (1949-2005)’
Antonio Gala
Edición de Luis Cárdenas García
y Pedro J. Plaza González
Colección Vandalia
Al margen de su popularidad, Antonio Gala fue un autor extremadamente versátil y polifacético, cuyo éxito en otros géneros –el teatro, el artículo, la novela, el ensayo e, incluso, la televisión y el cine– ha ocultado su temprana y valiosa dedicación a la poesía, reconocida pero desplazada en favor de los perfiles más difundidos de su obra. Tanto ese éxito como su propio pudor a la hora de publicar, que lo llevó a dosificar las apariciones líricas posteriores a su brillante estreno literario con el libro Enemigo íntimo, accésit al Premio Adonáis de 1959, han hecho olvidar que Gala era, sobre todo y ante todo, poeta, condición que queda clara en cualquiera de sus páginas. Editada por Luis Cárdenas García y Pedro J. Plaza González, responsables del rescate de sus poemas de juventud, la antología Cantaré mañana todavía ofrece una visión panorámica de toda la obra poética de Gala, incluyendo los títulos menos difundidos y algunas composiciones inéditas. El conjunto permite resituar al poeta como uno de los nombres más relevantes del núcleo andaluz –tantas veces obviado– de la llamada Generación del 50, redescubriendo a un poeta imprescindible y, paradójicamente, casi desconocido que cantó, como pocos, el amor desde sus primeros hasta sus últimos poemas.
Entrevista con el prologuista, Pedro J. Plaza González
—¿Cómo explica la paradoja de que siendo Antonio Gala uno de los escritores más conocidos y populares de su tiempo haya pasado su poesía relativamente desapercibida?
—Pienso que las causas de su ausencia del canon poético del siglo XX en general y del catálogo de la Generación del 50 en particular son dos: por un lado, el enorme éxito cosechado por Antonio Gala en sus otros campos artísticos; por otro, su reticencia a la hora de publicar, dado que, pese a que se presentó al mundo literario como poeta al alzarse, gracias a su deslumbrante Enemigo íntimo, sus apariciones líricas posteriores fueron pocas y muy concretas.
—¿En qué se parece y en qué se distingue la poesía de Gala de la de sus coetáneos de la Generación del 50?
—Comparte con muchos de sus miembros no únicamente amistad, sino, asimismo, características tan esenciales como la recuperada importancia del lenguaje, la introducción en sus textos de temas filosóficos, el retorno a la calidad literaria, las influencias de la Generación del 27 o la apuesta por una lírica de corte intimista. Las influencias del 27 se evidencian en su relación con Pedro Salinas, Vicente Aleixandre o, sobre todo, Federico García Lorca, con quien habitualmente se lo ha parangonado «por tres concomitancias sobresalientes que pueden existir entre Lorca y yo: Andalucía, Poesía, Teatro», como dijo él mismo. No se desvinculó Antonio Gala, como tantos otros miembros del 50, completamente de una literatura comprometida, sino que, en su caso, la reservó para su dramaturgia y sus artículos periodísticos y para sus protestas y sus denuncias sociales, apostando por una lírica de corte intimista que privilegiaba siempre antes el conocimiento que la comunicación.
—Señala que una de las razones de esa reticencia a publicar poesía fue una especie de pudor.
—Efectivamente, el segundo factor determinante que ha ubicado la lírica de Gala fuera del canon de la poesía española contemporánea ha sido un componente personal que cabría definir como su propio pudor para dar a conocer sus textos poéticos, puesto que, desde la publicación en 1960 de Enemigo íntimo, en Ediciones Rialp, y hasta la publicación en 1997 de Poemas de amor, en Editorial Planeta, siempre han sido objeto de ediciones muy raras y selectas, a menudo de tirada reducida, o de concurrencias en periódicos y en revistas de calado desigual.
—¿Qué podemos encontrar en los poemas que no esté contenido en los otros géneros que cultivó?
—En su poesía podemos encontrar la parte más íntima, honesta y auténtica de Antonio Gala, tal y como él mismo declaró en una entrevista concedida a Naïma Badri Guezza: «Los poemas de amor podían ayudar más a la gente porque la sociedad en la que estamos es una sociedad desalmada y desamorada. Me parece que la poesía es un género literario difícil, el más difícil de todos los géneros literarios, siempre que se intente escribir sin ser poeta, claro, pero si [se] es poeta es un don. La poesía es como un vómito, como un vómito bien oliente, entonces, no se escribe, se escribe al dictado, luego se puede corregir un poco lo que se ha escrito, pero la primera infraestructura del poema te es dada, te es dictada. Están las razones en el prólogo. Yo no quería publicar poesía. Era un libro póstumo y lo iba a publicar la Fundación de Jóvenes Creadores porque era demasiado íntima, porque era demasiado striptease el que tenía que hacer para publicarla, porque eran recuerdos de amores pasados, de gente que ya está muerta, que está enterrada dentro de mi corazón, era muy difícil, no quería hacerlo, no quería hacerlo. Ni probablemente volveré a publicar más poesía».
—Leyendo la antología, queda claro que el gran tema de la poesía de Gala es el amor, desde el principio hasta el final de su itinerario en verso.
—Pero no solo. No cabe duda de que pugnó por recuperar, durante toda su trayectoria artística, la importancia del lenguaje, más allá del amor, perdiéndose, quizás, en exceso en la forma tan solo en su primer libro orgánico, Perseo —y en algunos de los textos de Poemas de lo irremediable—, y calibrándola perfectamente luego en el resto de su obra. La inserción en sus composiciones de temas filosóficos puede comprobarse, especialmente, en Poemas de lo irremediable, a partir de las preocupaciones y las tribulaciones religiosas y de su evolución hacia una especie de misticismo pagano; en Perseo, a partir de la Idea mayúscula y platónica de la Belleza; en Enemigo íntimo, a partir de las tensiones entre la muerte y el amor; en La acacia, a partir de la relación mística con Dios y de otros interrogantes teológicos; en La deshora, que especula sobre el amor y el paso del tiempo; en Meditación en Queronea, que cavila sobre el amor, la derrota y la muerte, personificados en las ciento cincuenta parejas de homosexuales del Batallón Sagrado de Tebas; y en Para Mirta (sonetos barrocos), a partir de los preceptos amorosos del neoplatonismo y de las concreciones del petrarquismo.
—También se aprecia que su poesía, sin merma del tono personal, está muy apegada a la tradición, especialmente en lo referido a la forma.
—Los metros empleados en su escritura son, generalmente, impares, con predominancia, en su versolibrismo, del heptasílabo y del endecasílabo, carentes de rima, de manera que podríamos hablar de una tendencia a la silva en verso blanco, la cual fue puesta en boga en el terreno poético de España por Salinas y otros miembros del 27, antecedidos, como es sabido, por Juan Ramón Jiménez. Pero no olvidó la práctica ni la brillantez del soneto en Sonetos de La Zubia y Para Mirta (sonetos barrocos) ni, tampoco, la renovación y la revitalización de la lírica popular en Baladas y canciones.
—¿Qué impresión puede deducirse de sus poemas de juventud, reunidos por usted y Luis Cárdenas en una reciente edición que aportaba muchos inéditos?
—Poemas de lo irremediable mostraba, en primicia, un periodo de la evolución lírica de nuestro autor hasta entonces absolutamente desconocido y oculto, el primero de ellos, en realidad: las raíces de la poesía de Antonio Gala, las cuales habrían de alumbrar más y mejor sus libros posteriores. Poemas como «Cantiga», «A la Virgen de la Amargura de Sevilla», «Nocturno de la separación», «Él», «Señor de Pasión», «Visitación» o «Adviento» y el ciclo de «Poemas de lluvia» explican su viraje de una religiosidad fervorosa de juventud a una suerte de espiritualidad totalizadora y a un misticismo pagano —latente, especialmente, en «Parábola del ciervo herido»—, que bebe abundantemente de nuestra tradición literaria y alcanza su culmen en Enemigo íntimo y en La acacia. A su vez, poemas como «Soneto desilusionado», «Deseo nuevo», «Otoño», «Pozos» o «Desesperanza» y ciclos como «Primavera inútil» o «Poemas de lo irremediable» justifican que sea, sin atisbo alguno de duda, uno de los grandes poetas del amor del siglo XX, avalado por títulos como Sonetos de La Zubia o Testamento andaluz. No faltan algunos poemas que acuden a la mitología grecolatina, como «Polícrates» o «Dioniso», dialogando con el monólogo dramático de Meditación en Queronea; o que acuden a la Biblia, como «Elegía pagana a la muerte de Abel adolescente» o «Caín (fragmento)». Tampoco faltan poemas de corte metaliterario, como «Soneto blanco. Poeta» o «La poesía», ni otros de corte culturalista, como «Chopin» o «San Sebastián, por el Greco. Palacio de Cotroceni (Bucarest)».
—¿Considera que la antología puede ayudar a visibilizar y prestigiar el nombre de Gala en tanto que poeta?
—Esta amplia antología, inserta en la prestigiosa colección Vandalia, aspira a reparar, colocando al poeta en el anaquel de nuestra historiografía que le corresponde. En la propia evolución de su poesía podrá observarse el movimiento, constante y contundente, de su autor, quien fue el benjamín del Grupo Cántico, por más que acabara rechazando su pertenencia, y luego se convirtió en uno de los creadores más sólidos del núcleo andaluz de la Generación del 50 para, a la postre, autoexiliarse y establecerse como un francotirador —la metáfora es suya— y erigir una obra poética, única y personal, que culminaría con el singular proyecto de lírica de viajes que constituye El poema de Tobías desangelado y que se define, a nivel temático, por su variedad y su novedad desde el eje irradiador del amor.
el autor
Antonio Gala (1930-2023) fue dramaturgo, ensayista, novelista y, sobre todo, poeta. Ganó, con la comedia Los verdes campos del Edén, el Premio Nacional de Teatro Calderón de la Barca en 1963, a la que siguieron obras tan destacadas como Anillos para una dama (1974) y Petra regalada (1980), el libreto de la ópera Cristóbal Colón (1990) o el musical Carmen Carmen (1988). Su obra poética, que arrancó con Enemigo íntimo (accésit del Premio Adonáis), continuaría con títulos como Sonetos de La Zubia (1981 y 1987), Testamento andaluz (1985), Poemas de amor (1997) o El poema de Tobías desangelado (2005). Tras su fallecimiento, se publicó Poemas de lo irremediable (inéditos 1947-1952) (2023), cuya edición corrió a cargo de Luis Cárdenas García y Pedro J. Plaza González. Fue, además, autor de las novelas El manuscrito carmesí (1990, Premio Planeta), La pasión turca (1993), Más allá del jardín (1995), La regla de tres (1996), Las afueras de Dios (1999) y El imposible olvido (2001), y de los libros de relatos El corazón tardío (1998), Los invitados al jardín (2002) y El dueño de la herida (2003). Bajo el título de Cosas nuestras (2008) se han recopilado los libros de artículos Charlas con Troylo (1981), En propia mano (1985), Cuaderno de la Dama de Otoño (1985) y Dedicado a Tobías (1988).
‘CANTARÉ MAÑANA TODAVÍA.
ANTOLOGÍA POÉTICA (1949-2005)’,
ANTONIO GALA
EDICIÓN DE LUIS CÁRDENAS GARCÍA Y PEDRO J. PLAZA GONZÁLEZ
Código: 0010361735
EAN: 9788419132529
PVP: 14,42 / 15 euros
Pp.: 288