Mensajes clave
- El mundo transita de un orden internacional dominado por Estados Unidos (EEUU) hacia un escenario donde China se consolida como una potencia capaz de desafiar la primacía estadounidense.
- La retórica del America First y las políticas proteccionistas han alterado las reglas del juego, marcando el fin del orden liberal internacional basado en reglas y la emergencia de un mundo donde predomina la ley del más fuerte y una competencia global que evoca la “Trampa de Tucídides”.
- Para disciplinar el análisis de los posibles escenarios, se emplea un modelo de Teoría de Juegos donde interactúan cinco bloques: EEUU, China, aliados de EEUU, aliados de China y países neutrales. EEUU y China pueden elegir entre colaborar, replegarse o la confrontación abierta. Cada opción tiene efectos distintos sobre su proyección e influencia global.
- Los aliados tradicionales, en especial en Europa, afrontan tres opciones: mantener su alineamiento con EEUU, alinearse con China u optar por una autonomía estratégica que no implique aislamiento, sino diversificación de relaciones comerciales y geopolíticas, reforzando vínculos con países neutrales y emergentes. Los países neutrales, por su parte, tienen la capacidad de jugar con ambos bloques, lo que podría alterar de manera significativa el equilibrio de poder internacional.
- Las simulaciones cuantitativas muestran que el repliegue y la confrontación entre potencias hegemónicas pueden generar costes asimétricos, afectando a los países en competencia, a sus socios y a la estabilidad global. Esta dinámica no cooperativa amenaza con generar un sistema inestable, con consecuencias profundas para la economía, la democracia y los valores compartidos a nivel mundial.
Análisis
1. Introducción
Durante décadas, el sistema internacional se caracterizó por la posición hegemónica de EEUU, consolidada tras la Segunda Guerra Mundial y reforzada después de la desintegración de la Unión Soviética (URSS) en 1991. Sin embargo, la reemergencia de China como actor esencial de las dinámicas económicas, políticas y militares globales ha comenzado a desafiar el predominio estadounidense, algo que comenzó a ser apreciable durante la primera Administración de Donald Trump en 2017 y que se ha intensificado desde su regreso a la Casa Blanca.
En los escasos meses transcurridos desde su retorno a la presidencia, se ha producido un cambio radical en comparación con administraciones precedentes, tanto en el plano de la retórica como en el de la economía y la política exterior. Sus políticas proteccionistas, su repliegue ante compromisos globales y la imposición de aranceles a aliados y rivales han provocado una incertidumbre elevada, mientras que sus decisiones de política exterior recuerdan cada vez más los modos de la política de fuerza del siglo XIX.
La narrativa del America First y su convicción de que las reglas e instituciones del orden liberal –Organización Mundial del Comercio (OMC), Fondo Monetario Internacional (FMI), Banco Mundial– han operado en contra de los intereses estadounidenses, están poniendo en marcha una dinámica disruptiva del viejo orden internacional. Un viejo orden que ha muerto –como afirmó el secretario de Estado de EEUU, Marco Rubio, en su sesión de confirmación en el Senado–, mientras el nuevo no acaba de nacer. Pero se intuye. Y recuerda en exceso a la noción histórica de la “Trampa de Tucídides”: una potencia hegemónica declinante teme el ascenso de una potencia emergente y, por ello, pone en marcha una estrategia de decisiones y acciones que conducen a fuertes tensiones dentro del sistema, de las que no se sabe cuál será el resultado final. La única certeza es que en el proceso habrá ganadores y perdedores, y que todos los participantes se verán forzados a revisar sus estrategias. Siempre es posible, por cierto, caer en el “Dilema del Prisionero”, cuando la serie de acciones y reacciones conduce a un equilibrio en el que todos pierden.
2. El “gran juego” contemporáneo: más de dos jugadores
La pregunta central de este análisis es cómo van a responder los países –en especial aquellos que han sido aliados históricos de EEUU o se sitúan en posición neutral– ante un orden en transformación y bajo creciente inestabilidad económica y geopolítica.
Para aproximarnos a esa cuestión, planteamos un modelo de Teoría de Juegos con los siguientes jugadores: las dos potencias hegemónicas (EEUU y China), el bloque de aliados de EEUU, el de los aliados de China –que llamamos “rivales”– y el grupo de países no alineados o neutrales. Para asignar los países a cada bloque hemos definido como “aliados/rivales” aquellos países que en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) han votado sistemáticamente a favor/en contra de las posiciones americanas y como “países no alineados o neutrales” aquellos que en torno a la mitad de las veces han votado a favor de EEUU y la otra mitad en contra.
Figura 1. Número de países y peso en el PIB mundial por cada bloque (datos en US$ PPP)
Para cada bloque de jugadores hemos construido una extensa base de datos económicos, financieros, militares y de poder blando que nos ayudarán a cuantificar los impactos de las estrategias alternativas de los participantes en el juego.[1]
De momento, y para dimensionar la proyección exterior de cada bloque en el punto de partida, en la Figura 2 se presentan los valores que cada bloque tiene en el Índice Elcano de Presencia Global.[2] Para facilitar la comprensión, en el índice global se utiliza la cifra 100 para el último valor disponible, por lo que los datos se interpretan como la cuota de presencia exterior que tiene cada país en dicho índice. Es importante destacar que el índice no mide tamaño ni poder, sino “algo” más: cómo un país se proyecta al exterior en términos económicos, militares y de poder blando.
Figura 2. Índice Elcano de Presencia Global: pesos relativos
Los datos de la Figura 2 permiten extraer algunas consideraciones relevantes. La primera es que todavía hay una brecha significativa en los pesos relativos de las potencias hegemónicas: EEUU no sólo lidera el “orden global” por casi 10 puntos porcentuales –29 frente a 20 de China–, sino que también es el líder en los tres componentes del índice. En el índice económico y militar duplica a China y en el de poder blando le aventaja por un margen de ocho puntos porcentuales. La segunda es que el peso de los aliados de EEUU es virtualmente idéntico al de la potencia hegemónica: 28% frente al 29% de EEUU. El origen algebraico del “empate” es revelador: se basa en la hegemonía muy marcada de EEUU en los componentes militar y de poder blando. En el componente económico, los aliados tienen mayor presencia que el propio EEUU. La tercera observación es que los aliados de China –los rivales– tienen una posición en el Índice Elcano de Presencia Global muy baja: apenas un quinto del de China. Es decir, son aliados con presencia externa “débil” en términos absolutos y más aún cuando se les compara con los aliados de EEUU. Finalmente, los neutrales no son estratégicamente un residuo: prácticamente son similares en peso a China y suponen un más de la mitad del índice de EEUU. Si se unieran a los aliados de EEUU, serían un bloque con el mismo peso que la suma de las dos potencias hegemónicas. Evidentemente, esta eventualidad es altamente improbable porque exigiría tener una gobernanza capaz de manejar una coalición de más de un centenar de países.
3. Los clústeres de la geopolítica
Para validar la pertenencia a los distintos bloques que surge del análisis de la votación en la ONU, utilizamos un modelo econométrico para estimar para cada país las elasticidades de su Índice Elcano a las variables que hemos seleccionado para evaluar su peso económico, su apertura al exterior y sus poderes militar y blando. Con técnicas de clustering se han validado las agrupaciones que surgían del análisis de votación en la ONU ya que la correlación entre las dos jerarquizaciones es virtualmente del 100%. La Figura 3 muestra los tres clústeres que ha sido detectados. El eje horizontal representa el grado de alineamiento con el voto de EEUU en la ONU mediante un indicador que integra la coincidencia y la persistencia de ese posicionamiento, mientras que el eje vertical indica la pertenencia a uno de los tres clústeres identificados.
Figura 3. Clústeres de países, según sus proyecciones militar y económica y el grado de alineamiento con EEUU
En la zona superior de la Figura 3 (clúster I) están los países que combinan una significativa capacidad económica con un peso militar elevado o, en algunos casos, un marcado perfil de influencia geopolítica. Entre ellos, se encuentran claramente diferenciados en la parte izquierda superior los países del golfo Pérsico (Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Qatar, Kuwait y Baréin) con elevados recursos económicos y una creciente proyección militar o de seguridad. También sobresalen naciones europeas muy desarrolladas como Dinamarca, Suiza, Austria, Suecia y España, junto a economías robustas como Singapur y Australia. Este clúster incluye, en gran medida, economías sólidas que respaldan una política de defensa relevante o ejercen influencia notable en asuntos internacionales.
El segundo clúster, parte central de la figura, incluye las potencias tradicionales: el Reino Unido, Alemania, Francia y Japón. Estas naciones se caracterizan por combinar un peso económico sustancial con instituciones de defensa consolidadas y un historial de liderazgo en organismos multilaterales. Asimismo, aparecen en este segundo clúster, Rusia y la India en posiciones intermedias, reflejando que, aunque poseen una fuerza militar considerable y un tamaño económico significativo, su situación en la izquierda de la figura refleja su no alineamiento con EEUU. En nuestra clasificación original, la India es un país neutral o no alineado, y Rusia uno de los pilares del bloque de los rivales.
En la franja inferior aparecen los países emergentes que tienen economías de tamaño medio o en crecimiento, junto con estructuras militares o defensivas de alcance regional. Aquí encontramos a un grupo variado que va desde países latinoamericanos como México, Colombia y Chile, hasta Estados africanos como Egipto, Sudáfrica, Etiopía y Nigeria, pasando por países de Asia como Pakistán, Filipinas e Indonesia. Es un clúster heterogéneo que, no obstante, comparte el rasgo de encontrarse en vías de diversificar su economía e incrementar su relevancia internacional, ya sea a nivel económico o geopolítico. Los situados más a la izquierda en nuestra terminología son rivales y a medida que nos movemos hacia la parte central de la figura van apareciendo los países neutrales. En la parte derecha aparecen aliados como Polonia, Portugal y la República Checa.
4. Teoría de Juegos y potencias hegemónicas
La actual situación geopolítica de rivalidad entre EEUU y China se adapta como un guante a la esencia de la Teoría de Juegos. Se trata de un “juego” no cooperativo, que se desarrolla secuencialmente y en la que en cada tirada cada uno de los protagonistas se esfuerza por maximizar sus ganancias y minimizar sus pérdidas. Es el llamado supuesto de racionalidad de todos los jugadores. Cada jugador tiene un número finito de estrategias y los jugadores, a medida que la partida se va desarrollando, desvelan sus estrategias de forma simultánea o secuencial. Dada la idoneidad aparente de este marco analítico a la situación geopolítica actual, se ha desarrollado un modelo que es un juego de suma cero, iterativo y en el que las estrategias de EEUU y de China cambian a lo largo de los periodos sucesivos en respuesta a los comportamientos del rival.
La “victoria” la definimos como un equilibrio en el que China consigue que su ratio relativo al de EEUU en el Índice Elcano de Presencia Global se sitúa en torno a 1 frente al 0,6 que tiene hoy. El objetivo de EEUU es evitarlo y seguir manteniendo el liderazgo. En ese marco, asumimos que las dos potencias hegemónicas pueden adoptar tres estrategias:
- Colaborar, estrategia que caracterizó el mundo hasta la primera Administración Trump.
- La que llamaremos MAGA, consistente en replegarse y aprovechar todos los recursos para redirigirlos al fortalecimiento de las capacidades domésticas.
- La confrontación entre potencias hegemónicas, que sería el nivel siguiente a la estrategia MAGA. La confrontación supone que las dos potencias se cierran entre sí e interrumpen sus flujos económicos.
Con la ayuda de las elasticidades estimadas en el modelo econométrico se construye una matriz “imaginaria” de pagos del juego que parece estar detrás del movimiento MAGA. La Figura 4 resume los resultados que se obtienen y ofrece una sólida –y racional– explicación sobre por qué EEUU ha optado por implosionar desde dentro el viejo orden mundial.
Figura 4. EEUU y China: realidades y percepciones del ayer y del mañana (EEUU antes y después de MAGA)
La Figura 4 representa la matriz de pagos entre China y EEUU en dos momentos del tiempo. Las columnas azules corresponden a los “cobros” de EEUU en las distintas estrategias alternativas y las naranjas a los cobros de China. Los números son los porcentajes de crecimiento del Índice Elcano de ambos países respecto al periodo previo.
“Cómo lo veían en los años 2000” representa la matriz de pagos que entonces EEUU creía que estaba generando su decisión de apoyar a China con su integración en la economía mundial propiciando la cooperación y su ingreso en la OMC. La lectura de los datos de ese bloque apunta a que EEUU aceptaba que colaborar con China, ésta iba a aumentar su posición en el Índice Elcano de Presencia Global en un 13%, una tasa que era superior a la que ellos mismo conseguían: un 11%. Pero, aun así, aceptaba ese recorte de diferencial, además de por convicciones, porque si confrontaba con China los beneficios que ellos obtenían (7%) eran inferiores a los que se producían en el escenario de colaboración. Para la evolución del propio índice de EEUU, el trade-off