Hegemonías quebradas y vasallajes emergentes: ¿adónde va el mundo?

Compatibilità
Salva(0)
Condividi

Mensajes clave:

  • Este documento analiza la reconfiguración del orden económico global bajo la denominada estrategia MAGA de Estados Unidos y sus implicaciones para China y la Unión Europea, utilizando teoría de juegos y el modelo de coerción económica del Global Capital Allocation Project.
  • Entre los hallazgos principales, destaca la asimetría de poder estructural: Estados Unidos mantiene una capacidad de coerción económica desproporcionada, pudiendo infligir pérdidas del 5,8% del PIB a China y del 8,6% a la Unión Europea, mientras su vulnerabilidad es limitada (3%). Ello, en parte, gracias al dominio financiero frente al manufacturero: el control estadounidense del sistema financiero global (80%-90% en segmentos clave) supera el dominio chino en manufacturas (30% global), debido a las menores elasticidades de sustitución en servicios financieros vs. bienes.
  • Destaca, asimismo, la racionalidad de la estrategia MAGA: de manera contraintuitiva, el proteccionismo estadounidense resulta óptimo a corto plazo, generando ganancias relativas del 0,3% del PIB, mientras China pierde un 3,4%, la Unión Europea sufre pérdidas moderadas del 0,3% y los países neutrales, beneficios marginales del 0,6% del PIB.
  • El modelo identifica una probabilidad significativa de crisis financiera endógena, amplificada por el “Greenspan put” y la pérdida de credibilidad de los bancos centrales. Dicha crisis podría generar pérdidas del 12,5% del PIB en Estados Unidos y del 23,8% en China.
  • El análisis demuestra que la transición desde el orden unipolar actual hacia un sistema multipolar implica costes sistémicos sustanciales, distribuidos de manera asimétrica. La Unión Europea se enfrenta al dilema de mantener su vasallaje transatlántico o asumir los costes de transición (1,5% del PIB) hacia la autonomía estratégica. Por su parte, China debe aceptar pérdidas a corto plazo mientras construye capacidades alternativas. La racionalidad de las estrategias de confrontación en juegos de suma cero contrasta con las pérdidas absolutas para todos los participantes, sugiriendo que la cooperación sólo emergerá ante crisis existenciales o tras el agotamiento de las estrategias de confrontación.

Análisis

1. Introducción

En abril de 2025, el Real Instituto Elcano publicó un trabajo en el que, usando el Índice Elcano de Presencia Global y los patrones de votación en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) de los últimos 10 años, se aplicaba la teoría de juegos a la situación geopolítica y geoeconómica actual. La conclusión central era que las estrategias tanto de Estados Unidos (EEUU) como de China revelaban comportamientos más racionales y persistentes de lo que se solía presentar en los análisis habituales.

El trabajo original “Hegemonías quebradas” presentaba un modelo donde había cinco tipos de jugadores que correspondían a cinco bloques geopolíticos: EEUU (la potencia hegemónica establecida), China (la potencia hegemónica), los aliados de EEUU (principalmente Europa, Japón, Canadá y Australia), los países neutrales/no alineados (alrededor de 100 países, entre los que como bloque destacaba América Latina) y los aliados de China (que se identificaban por su voto sistemático en la ONU a las posturas de EEUU).

Cada uno de esos jugadores desarrollaba tres tipos posibles de estrategias diferenciadas. Las potencias hegemónicas podían optar por Colaborar, Replegarse sobre si mismos –lo que llamábamos opción MAGA– o Confrontar a la potencia hegemónica rival y sus aliados. Los Aliados –tanto de EEUU como de China– podían optar por mantener su fidelidad a la potencia hegemónica histórica, buscar su autonomía estratégica desligándose gradualmente del antiguo patrón o cambiar de bando y acercarse a la potencia hegemónica rival. Por su parte, los Países Neutrales podían seguir siendo pragmáticos y neutrales para aprovechar todas las oportunidades de arbitraje que les daba el contexto geopolítico o buscar alianzas entre los aliados de las potencias hegemónicas que crearan una “tercera potencia hegemónica”.

Para construir las matrices de pagos necesarias para la simulación de la teoría de juegos, el modelo original utilizó la intuición estratégica más que una calibración empírica rigurosa.

En concreto, las matrices se construyeron tomando como variable objetiva la evolución de los tres componentes –económico, militar y poder blando– del Índice Elcano de Presencia Global en el periodo 2010-2020, la evolución del crecimiento económico, los flujos de comercio exterior y financieros de los últimos 25 años, y la sensibilidad del Índice Elcano a shocks exógenos de 0,5, 1 y 2 desviaciones típicas de las condiciones macro y del gasto militar. Asimismo, se simuló el efecto de un shock tecnológico monopolizado por una de las potencias hegemónicas en disputa. El ejercicio se configuró como un Juego de suma cero iterativo.  

La predicción central del modelo original fue que la opción “MAGA” era más racional de lo que se solía pensar[1] porque en ella China perdía más que EEUU.

La segunda conclusión, también contraintuitiva, era que la pugna que se estaba desarrollando podía mover el orden internacional hacía un nuevo equilibrio más estable pero no más próspero, ni pacífico– que el mundo existente en 2024 basado en un orden internacional reglado y multilateral. La razón era que ese mundo era radicalmente rechazado por el hegemón establecido como probaban las palabras del secretario de Estado estadounidense, Marc Rubio, en sus hearings de confirmación ante el Senado: “este orden internacional está obsoleto y nuestros aliados y rivales han weaponizado sus reglas contra nosotros”. Hacen falta dos para bailar el tango y EEUU claramente –al menos desde la primera presidencia de Donald Trump– no quería salir a la pista.

2. Viejos resultados, nueva presentación

La dificultad que planteaba el trabajo de abril era que, al estar sus predicciones centradas en la evolución del Índice Elcano de Presencia Global no era inmediata la visualización del efecto que las pugnas hegemónicas tenían sobre la prosperidad y la estabilidad de la situación global.

Para sortear este inconveniente hemos estimado el factor de conversión que podría establecerse entre las variaciones del Índice Elcano y los cambios del PIB, concluyendo que un 1% de cambio en el Índice Elcano equivale a un 0,18% de cambio en el PIB. Este factor captura no sólo los efectos comerciales directos de los aranceles y las sanciones, sino también los impactos sobre la inversión, la productividad, la confianza económica, los flujos financieros, el gasto y presencia militar, y el poder blando. La calibración se realizó utilizando datos de los aranceles impuestos entre EEUU y la Unión Europea (UE) (2018-2024) –un deterioro de 1,6% en el Índice Elcano de la UE correspondía a una pérdida de aproximadamente 0,3 puntos del PIB– las estimaciones de la Tax Foundation sobre el efecto de las medidas de Trump sobre la renta disponible de las familias estadounidenses, la literatura sobre modelos gravitacionales de comercio exterior e inversión extranjera directa (IED) y la experiencia de las crisis globales de 2001, 2008 y 2020.

La metodología sigue siendo la misma, con sus debilidades y fortalezas: el Índice Elcano sigue siendo la variable que ancla el modelo y el factor de conversión es simplemente una interfaz que trata de mejorar la comprensión del modelo. Es necesario advertir, que el factor de conversión es distinto para cada uno de los tres jugadores que el modelo considera. El rasgo más destacado de esa asimetría es que en el caso de China, el factor es significativamente superior.

Figura 1. Análisis de sensibilidad del factor de conversión

TipoDescripciónImpacto EEUUImpacto UEImpacto China
ConservadorSolo efectos comerciales directos0,1%-0,2%-2,3%
BaseModelo calibrado0,2%-0,3%-3,4%
AgresivoIncluye efectos multiplicadores0,3%-0,4%-4,7%
Muy agresivoCon efectos red y spillovers0,3%-0,5%-5,6%
Fuente: elaboración propia.

El modelo reconoce que los efectos económicos de la fragmentación geopolítica no se materializan instantáneamente. Para capturar ese aspecto hemos distribuido el impacto en un 30% para el corto plazo (0-1 años), un 70% en el medio plazo (1-3 años) y un 100% en el largo plazo (3-5 años). Esta estructura refleja la inercia inherente en las relaciones económicas internacionales, donde los contratos existentes y la gradualidad de las relocalizaciones de las alianzas amortiguan los efectos inmediatos, pero no pueden evitar los costes estructurales a largo plazo.

Los resultados que el modelo original arrojaba en sus escenarios centrales –EEUU adoptando la estrategia MAGA, China manteniendo en lo fundamental sus estrategia de intensificación de la globalización, la UE tratando de construir gradualmente su autonomía estratégica y los Neutrales manteniendo su pragmatismo y apertura a las dos potencias hegemónicas y sus aliados– revelaban que las “hegemonías quebradas” generaban pérdidas netas para el sistema global, con una distribución desigual de los costes y de los beneficios.

China emergía como el principal afectado por la confrontación actual, enfrentándose a pérdidas que en nuestra nueva presentación equivaldrían al 3,4% del PIB a largo plazo, un desafío considerable que interpretábamos requeriría ajustes estratégicos significativos. El mecanismo de transmisión operaba a través de múltiples canales: la reducción en el acceso a mercados occidentales afectaba a las exportaciones chinas, particularmente en sectores de alto valor agregado; las restricciones tecnológicas impuestas por EEUU y aliados limitaban su modernización, y la necesidad de construir cadenas de suministro alternativas generaba ineficiencias económicas considerables. Finalmente, la visibilidad del conflicto estratégico dificultaba que China pudiera seguir incumpliendo compromisos y reglas actuando como un “polizón” interesado del sistema abierto al que accedió con su entrada en la Organización Mundial del Comercio (OMC).

El hecho de que, según el modelo, China no fuese capaz de seguir cerrando al ritmo de las últimas dos décadas la brecha que le separaba de EEUU en el Índice Elcano –un dato que confirmó la edición del Índice de 2025: por primera vez desde el inicio de la serie, el valor absoluto del Índice de China cayó[2]– dotaba a la nueva estrategia americana de un bonus de racionalidad. Aunque sus beneficios eran modestos –obtiene ganancias del 0,3% del PIB– y para conseguirlos había tenido que aceptar riesgos muy considerables –sobre todo, en su poder blando– la realidad es que su estrategia había cortado la tendencia del irresistible ascenso chino.

Los beneficios estadounidenses provienen principalmente de tres fuentes: la relocalización de algunas cadenas productivas críticas (reshoring), el debilitamiento relativo de un competidor estratégico y la consolidación de su influencia sobre aliados dependientes de su protección. Algunos de estos beneficios se compensaban por la mayor inflación que potencialmente traían consigo los aranceles –o, en su caso, por la disminución de márgenes si el sector privado absorbía el coste del impuesto–, la pérdida de eficiencia productiva y la necesidad de subsidios para sostener industrias estratégicas.

Los Neutrales emergían como los beneficiarios del reajuste global con ganancias de 0,6% del PIB. Países como la India, Brasil, México, Vietnam e Indonesia podían capitalizar la confrontación sino-americana, posicionándose como alternativas de producción, intermediarios comerciales y destinos de inversión. La estrategia de estos países era mantener su globalización “multinivel” y sin compromisos geopolíticos vinculantes. Su apuesta era que la reconfiguración de las cadenas de valor globales creaba oportunidades para las economías emergentes que tenían capacidad manufacturera y una relativa estabilidad política.

Finalmente, la UE experimentaba pérdidas del 0,3% del PIB a pesar de no ser protagonista directo de la confrontación.

Esta situación reflejaba la vulnerabilidad europea a la fragmentación del sistema multilateral del cual ha sido beneficiaria durante décadas, y colocaba a Europa ante un dilema estratégico complejo: por un lado, la presión estadounidense para que redujera sus vínculos con China afectaba a relaciones comerciales criticas para países especialmente importantes –Alemania–, y por otro, la dependencia de la seguridad estadounidense limitaba su autonomía estratégica.

El resultado era una erosión gradual de la posición económica europea, atrapada entre dos bloques sin la escala para competir independientemente.

Figura 2.

País/RegiónDiferencia Índice ElcanoImpacto PIB (%)Clasificación
China-18,8%-3,4%PERDEDOR
Neutrales3,3%0,6%GANADOR
UE-1,6%-0,3%PERDEDOR
EEUU1,4%0,3%GANADOR
Aliados China-0,6%-0,1%PERDEDOR
Fuente: elaboración propia.

3. La realidad valida el modelo

Después de tres meses de guerras comerciales intensificadas y la firma de varios acuerdos bilaterales con la Administración Trump, los comportamientos observados parecen estar validando las predicciones de nuestro modelo.

Figura 3.

JugadorEstrategia PredichaEstrategia ObservadaValidación
EEUUConfrontación Universal✓ Aranceles + presión aliadosCONFIRMADA
ChinaConfrontación Selectiva✓ Aranceles mínimos + buscar aliadosCONFIRMADA
Aliados EEUUVasallaje Aceptado✓ UK, Japón, UE aceptan términosCONFIRMADA
NeutralesPragmatismo Marginal✓ Restricciones menores aceptadasCONFIRMADA
Aliados ChinaMantener Comercio✓ Comercio normal con todosCONFIRMADA
Fuente: elaboración propia.

Según la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), el comercio mundial aumentó en unos 300.000 millones de dólares durante la primera mitad de 2025 impulsado por un fuerte crecimiento en las importaciones de EEUU y las exportaciones de la UE.

El comercio de servicios se mantuvo como el principal motor del crecimiento anual, con una expansión del 9% interanual en los últimos cuatro trimestres. No obstante, el volumen físico del comercio de bienes apenas creció un 1%, una expansión muy moderada en términos reales.

Lo interesante es la composición de ese crecimiento: revirtiendo la tendencia histórica –favorable al sur global/plural– las economías desarrolladas superaron a los países en desarrollo en términos de crecimiento comercial. En particular, EEUU incrementó sus importaciones en un 14%, mientras que las exportaciones de la UE aumentaron un 6%. Por el contrario, las importaciones de los países en desarrollo cayeron un 2% y el comercio sur-sur se mantuvo estancado, con la excepción de África, cuyas exportaciones crecieron un 5% y el comercio intrarregional un 16% interanual.

Pese a ese tono –bueno, pero incierto– del comercio global de bienes, el comercio bilateral de EEUU y China descendió alrededor de un 15%. Desde enero de 2025, las importaciones estadounidenses de China se han reducido a la mitad: de 40.000 millones/mes a 20.000 millones/mes, mientras que las importaciones están estancadas.

En términos de valor en dólares, el déficit bilateral de EEUU con China en los últimos 12 meses ha aumentado hasta los 360.000 millones. En mayo de 2025, los dos países acordaron una reducción sustancial de los altos aranceles, estableciendo una tasa base del 10% para las llamadas tasas recíprocas. China también accedió a eliminar sus contramedidas no arancelarias, resultando en una tasa del 30% para productos chinos importados a EEUU, pero la situación sigue siendo volátil y no se espera que el acuerdo de mayo garantice una paz duradera, una percepción reforzada por el establecimiento por parte de China del objetivo de alcanzar un nivel de autosuficiencia del 70% en componentes básicos y materiales en 2025. 

La sucesión de acuerdos comerciales bilaterales que EEUU firmó hasta el mes de julio demostró de forma nítida la cohesión de su “alianza”: el 85% de sus socios –entre ellos la UE y Japón– aceptaron los términos propuestos que eran, en general, sustancialmente duros.

La cohesión de la alianza de China –que nunca ha estado realmente en cuestión– se mantuvo firme –90% mantuvieron los patrones comerciales – y los neutrale

Recapiti
José Juan Ruiz