En Fundación Global Nature llevamos más de 30 años trabajando para proteger los ecosistemas, apostando por un modelo de vida que respete los límites de nuestro planeta. Hoy queremos lanzar una reflexión necesaria:
Vivir en un país desarrollado es un privilegio, pero la experiencia demuestra que nuestro modelo de confort e inmediatez (lo quiero, lo tengo) depende de un hilo frágil y de una sociedad completamente interconectada, donde la caída de una pieza derrumba al resto. El lunes con el apagón, tuvimos un ejemplo claro que vivimos en primera persona cada uno.
Nada de este lujo es eterno ni garantizado: la crisis climática, la pérdida de biodiversidad o los impactos de fenómenos como los grandes apagones energéticos nos recuerdan que el futuro será de quienes sepan ser resilientes.
¿Y de dónde nace esa resiliencia? De entender que no comemos ni respiramos apps, redes, tarjetas de crédito o cable, sino que nos alimentamos de naturaleza, de los territorios vivos, de los suelos fértiles, de las aguas limpias, de los ecosistemas que sostienen todo lo demás. Podemos calentar la comida con gas o con energía eléctrica, nos podemos comunicar con móviles o por carta, y podemos ir en coche o a caballo, pero lo radicalmente fundamental es que bebemos y comemos naturaleza, por eso, es el momento de valorarla.
Cuando el sistema falla, cuando la energía se corta o las cadenas globales de suministro se rompen, solo queda una red de seguridad: nuestro entorno natural y el conocimiento de cómo convivir con él. La tierra que nos alimenta. El agua que nos hidrata. La biodiversidad que regula el clima. La naturaleza que hace posible, en resumen, nuestra vida y bienestar real.
En Fundación Global Nature lo tenemos claro: invertir en la naturaleza es invertir en nuestro futuro más seguro. Preservar los humedales, restaurar los suelos, apoyar a los ganaderos y agricultores extensivos que trabajan en equilibrio con los ecosistemas, no es romanticismo, ni un deseo rural, no es un futurible, es lo necesario y fruto del más puro sentido común.
Hoy, más que nunca, necesitamos reconocer el privilegio que tenemos y actuar con coherencia: reducir nuestro impacto, apoyar modelos de producción sostenibles, proteger los espacios naturales y reconstruir nuestro vínculo con el territorio. Porque, frente a un futuro incierto, la naturaleza sigue siendo nuestro refugio más fuerte. Y actuar ahora para conservar y restaurar nuestra naturaleza no es una opción, es nuestra responsabilidad.
30 abril, 2025
