En un entorno tan volátil como el actual, donde la exposición mediática y el escrutinio público pueden redefinir en cuestión de horas la percepción de una empresa o individuo, la comunicación estratégica ha dejado de ser un accesorio para convertirse en un pilar esencial de cualquier estrategia jurídica. La anticipación y gestión de riesgos reputacionales no es una función accesoria: es ya una disciplina crítica. El auge del litigation PR —la comunicación especializada para litigios— lo confirma.
Las empresas, especialmente aquellas envueltas en procedimientos judiciales de alto perfil, se enfrentan a una realidad compleja: ganar en los tribunales no garantiza salir bien parados en la opinión pública. De hecho, en muchos casos, los daños reputacionales superan con creces el perjuicio jurídico. La batalla, hoy, se libra también fuera del juzgado. Y aquí es donde entra en juego la comunicación legal bien entendida.
Toda estrategia eficaz de comunicación legal comienza antes de que estalle la crisis. Anticipar los riesgos, jerarquizarlos y diseñar planes de respuesta alineados con los objetivos legales y reputacionales del cliente es el único modo de tener capacidad de maniobra cuando la tensión aumenta. No se trata de maquillar conflictos, sino de entender el entorno, prever escenarios y actuar con rapidez y rigor cuando el contexto lo exija.
En casos complejos —acciones colectivas, litigios de consumo masivo o causas con alta carga emocional y social—, esta anticipación es especialmente crítica. La presión mediática puede inclinar la balanza incluso antes de que un juez dicte sentencia. Por eso, la coordinación entre abogados y equipos de comunicación debe ser total, compartiendo narrativa y tiempos, dentro y fuera del juzgado. Una incoherencia entre lo que se defiende en la sala y lo que se comunica al exterior puede ser devastadora.
Uno de los ejes fundamentales del litigation PR es la construcción y gestión del relato
Uno de los ejes fundamentales del litigation PR es la construcción y gestión del relato. Tomar el control de la narrativa pública de un conflicto permite minimizar daños a la reputación, proteger la imagen de marca del cliente y, en muchos casos, crear una ventana de oportunidad para favorecer una resolución extrajudicial. En ocasiones, el objetivo no es tanto convencer a la opinión pública como preservar la confianza de inversores, clientes, empleados o reguladores. Otras veces, el silencio estratégico —cuando se sostiene con disciplina y planificación— puede ser la mejor defensa.
En esta labor, el profesional del litigation PR no actúa como un portavoz al uso, sino como parte del equipo legal ampliado. Su rol es doble: proteger al cliente del impacto reputacional y utilizar los recursos comunicativos como palanca para alcanzar el mejor desenlace posible del litigio. Ya sea rebatiendo con contundencia acusaciones falsas o creando presión mediática para favorecer una negociación, la comunicación se convierte en una herramienta jurídica más.
La profesionalización del sector también ha alcanzado al mundo de la financiación de litigios. Los litigation funders, actores clave en el impulso de demandas de gran alcance, han entendido que su propia reputación está en juego en cada caso que respaldan. Ya no solo se analiza la viabilidad jurídica o financiera de una demanda: también se evalúa su impacto reputacional.
Es cada vez más habitual que los fondos contraten a asesores de comunicación para diseñar y ejecutar estrategias que les permitan posicionarse, explicar su rol, y anticipar riesgos mediáticos. En muchas ocasiones, la presión informativa bien orquestada puede ser decisiva para forzar un acuerdo. La comunicación, en este sentido, forma parte del presupuesto legal tanto como las horas del bufete.
Los despachos deben entender que la reputación no es un activo abstracto
La expansión de las demandas colectivas y el crecimiento de los litigios ligados a criterios ESG (ambientales, sociales y de gobernanza) ha elevado aún más el valor estratégico del litigation PR. En este tipo de procedimientos, el componente emocional y la presión de la opinión pública son determinantes. Para los demandantes, comunicar bien es esencial para atraer a otros afectados, lograr visibilidad y legitimar la causa. Para las empresas demandadas, proteger su licencia social para operar es tan importante como defenderse jurídicamente.
Los fondos de litigación lo saben. En este tipo de causas, no solo buscan rentabilidad: también reputación, posicionamiento y propósito. El litigation PR, bien ejecutado, puede ser el punto de encuentro entre el interés financiero, la justicia social y la gestión responsable de la reputación corporativa.
Hoy, más que nunca, los despachos deben entender que la reputación no es un activo abstracto, sino una dimensión jurídica concreta que influye en cada paso del litigio. Ignorarla es dejar una parte del tablero desatendida. Incorporar expertos en comunicación legal desde el inicio del caso no es solo prudente: es indispensable.
La justicia se decide en los tribunales. Pero la percepción pública, los titulares de prensa y las redes sociales también influyen. Quien no gestiona esta dimensión, simplemente la deja en manos del contrario. Y en litigios complejos, eso puede marcar la diferencia entre ganar… o perder más de lo que se esperaba.
Socia de Gericó Associates