En un viaje que tuve a Tariquía, una defensora de la Reserva de ese lugar me dijo:
“sólo quien tiene hijos sedientos sabe el verdadero valor del agua, sólo quién tiene un enfermo a quien vela en su descanso sabe el valor del tiempo y sólo quien cuida sabe el verdadero valor de la vida”,
no sé si fue tan textual pero así quedó en mi mente y corazón.
Dentro de las muchas trincheras en las que las mujeres hemos luchado para transformar las realidades, existe una, quizá la más extendida y también quizá la más invisibilizada: el cuidado. Pero es inevitablemente una trinchera que atraviesa a todo, a todas las luchas, a todos los seres humanos y a todas las realidades. Todas y todos hemos recibido cuidado en algún momento, pues tod@s fuimos bebés, tod@s seremos mayores, tod@s enfermamos y tod@s necesitamos el abrazo infinito del otro/a para conseguir seguir adelante en el camino de la vida; el cuidado –adicionalmente- se da en momentos sumamente vulnerables, además de la cotidianidad, cuando necesitamos aseo, alimento, contención, por lo que expone nuestra gran necesidad de las y los demás como comunidad. Quien sostiene la mano de alguien cuando siente dolor, quien limpia a alguien que lucha por recomponerse, quien enseña a caminar a quien quiere correr solo… actúa fundamentalmente por el amor; pues no hay más forma de dar dignidad a esta vulnerabilidad que a través del amor. De igual manera sólo al entender la necesidad y vulnerabilidad se entiende el verdadero valor y fragilidad de la vida, y así, entendemos que no hay vida sin agua, sin aire, sin animales; y éstos también necesitan cuidado, pues toda vida necesita el sustento del otro. Somos un gran ecosistema entrelazado entre unos y otros; por tanto el cuidado no puede llevarse a cabo en soledad, sino que es un trabajo en comunidad.
Las mujeres que defienden el territorio, el agua, el medio ambiente tienen la claridad de que el cuidado forjó su amor por los/as demás; pues ellas cuidan lo que sustenta la vida de todas y todos, y por su parte revalorizan el cuidado que tenemos y necesitamos entre seres humanos como comunidad (cualidad común) y condición sine qua non para la vida misma.
Entonces me pregunto ¿cómo y en qué momento el cuidado de la vida se convirtió en un modo de explotación y opresión, invisibilizándose su verdadero valor?
Pues el capitalismo, experto en explotar cuerpos y territorios, borró el valor del trabajo de cuidado; ya que su modo de producción no cuida sino que es voraz con el medioambiente y es voraz con las personas y sus cuerpos; necesita del consumo sin detenerse; al igual que necesita recursos naturales sin fin, necesita obreros explotados y mujeres explotadas sosteniendo la acumulación de capital en manos de unos pocos. La lógica capitalista, así como usa el cuerpo de los obreros, usa el amor para esclavizar a las mujeres en el cuidado; explotándolas y asignando este trabajo a ellas solas, sin comunidad, sin compañeros y sin Estado que las cuide a ellas; al asignarlas como reproductoras, las condenó a un bucle infinito de trabajo sin reconocimiento (ni económico, ni social) y las privó de su realización y aporte en otros ámbitos, además de su autocuidado, sobreexplotándolas gratuitamente.
Por su parte el patriarcado quitó la cualidad de amar/cuidar a los varones, para que simplemente sean herramienta del capitalismo (generar dinero, y no necesariamente para ellos sino para las pocas manos del capital), dio “roles” a los géneros y quitó a los varones la posibilidad de ser parte del cuidado de la vida, una parte fundamental en su misma humanidad, pues todo ser vivo cuida. En cambio los hace herramienta para su perpetuación, generando desigualdad (dando privilegios dentro de la misma opresión a hombres sobre mujeres), dominación y violencia.
Aún así, en este tiempo y pese a que va contra de los intereses del capital y el patriarcado, estamos viendo el reconocimiento y revalorización del cuidado de la vida; ya que la vida no acepta explotación ni del medio ambiente, ni de las personas, ni de sus cuerpos, porque está regida por el amor y el trabajo en comunidad como ecosistema. Vemos con grata ilusión el surgimiento de nuevas masculinidades; padres presentes, responsables del cuidado de quienes aman y los aman; hombres que no aceptan ser parte de la violencia. Así también vemos la lucha feminista en la defensa de los derechos, la igualdad y la vida; mujeres que no aceptan su opresión ni la de sus hermanas; y mujeres que desde las trincheras más humildes están forjando nuevas generaciones más compatibles con la vida, enfrentando así el catastrófico final al que se acerca el capitalismo junto con el patriarcado: la extinción del medioambiente, de los derechos humanos, de la justicia y de la vida.
Pero también vemos que hay una tendencia muy grande hacia la ruptura de las posturas ideológicas entre hombres y mujeres; aunque en los varones la tendencia conservadora es mayor. De un lado, muchas mujeres van superando las desventajas estructurales de los roles impuestos por el patriarcado, lo que les permite ingresar al mercado laboral y obtener independencia económica, pese a que tienen que sobreexplotarse ellas mismas pues aún se hacen cargo del trabajo de cuidado en su entorno familiar. Adicionalmente, la autonomía económica conquistada por las mujeres, les permite a su vez salir de relaciones violentas y opresoras. Por el lado de los varones, en cambio, este cambio de situación de las mujeres, significa para muchos de ellos quedarse sin sus privilegios masculinos y, al no poder redefinirse en esta nueva realidad, optan por defender al patriarcado, incluso con saña y violencia.
En esta realidad, lo que está por ver es si el cuidado de la vida o su extinción gana la batalla.
Tenemos a nuestras grandes lideresas, defensoras ambientales, defensoras del agua y del territorio; mujeres indígenas que están recorriendo un camino tortuoso de la defensa del futuro mismo de la vida; de quienes podemos aprender pues justamente extrajeron su gran sabiduría cuidando de otros/as seres humanos, del medio ambiente y de ellas mismas como transformadoras de la realidad.
Andrea Bohorquez Morales
Comunicadora Social y activista
Alianza por la Solidaridad / ActionAid