A comienzos del año 2002, el joven trombonista Doug Beavers le presentó a un veteranísimo y premiadísimo Eddie Palmieri la transcripción de todas las partituras de los discos de La Perfecta, la banda estelar que había cambiado la forma de hacer música latina en Nueva York a comienzos de los años 60 del Siglo XX, y que sería capital para el surgimiento posterior de la salsa.
El joven Beavers, que conoció a Palmieri gracias a su maestro Conrad Herwig, le mostró un total 61 transcripciones de canciones correspondientes a siete álbumes. Palmieri, por supuesto, se entusiasmó, siendo esa la piedra de toque definitiva para el nacimiento de un proyecto que venía rumiando desde hacía tiempo: La Perfecta II.
Y así, 40 años, 33 discos después de su nacimiento y con algunos de sus protagonistas ya fallecidos, la grabación del álbum La Perfecta II se hizo con el sello Concord, al que siguió Ritmo Caliente y donde se rehicieron las canciones: El Molestoso, Tirándote Flores, Cuídate Compay, Tu Tu Ta Tá, Ay Que Rico, Lázaro y su Micrófono, Ritmo Caliente, Sujétate la Lengua y Lo Que Traigo es Sabroso.
“Hasta ese momento, yo creía que tocar de nuevo los temas de La Perfecta era una blasfemia”, confesaría luego Eddie Palmieri, para luego anotar en el texto del CD: “Luego de un concierto especial de tres noches en el Birdland de Nueva York, me di cuenta de que La Perfecta II era el mayor tributo posible a mi colaboración creativa con Barry. Durante los conciertos del Birdland sentí como si Barry, mi compañero musical, con quien compartí unas transferencias de pensamientos creativos únicos y espirituales, hubiera vuelto a la vida”.
Eddie Palmieri y Barry Rogers se habían conocido en 1960 es el Triton Club, un salón de baile ubicado en la segunda planta de un local del Southern Boulevard, en el Bronx. Acondicionado como tal e inaugurado a comienzos de ese mismo año, el Triton había sido durante 50 años teatro y cine. El teatro era el Spooner Theatre, donde actuaba la controvertida actriz local Cecil Spooner, en una época en que sus posiciones feministas le habían cerrado las puertas de todas las salas de la ciudad. El cine fue el Loew’s Spooner con 1.800 butacas y especializado en películas tipo B. Acabó en fracaso, claro, y fue arrendado al club deportivo The Sparks, que luego acabó convertido en club social, y que por obra y gracia del pelotero Frank Rivera, sería el Triton Club en la segunda planta de aquel teatro.
Cuando se conocieron, el Triton Club era el after de moda, primero gracias a la Charanga Duboney de Charlie Palmieri y luego gracias a Johnny Pacheco, quien se convirtió en el gran animador de las noches de los martes e inauguró allí el estilo de baile llamado Bronx-hop. Barry Rogers tocaba entonces en el grupo de un saxofonista llamado Hugo Dickens y Eddie Palmieri en la orquesta de Tito Rodríguez. Rogers sabía quien era Palmieri, pero Palmieri no sabía quien era Rogers hasta que lo vio tocar el trombón en una de las jam session que Pacheco organizaba, después de que el Triton acababa de servir copas.
El proyecto de crear una banda nueva nació tras ese encuentro y ambos estaban de acuerdo en el repertorio, pero había una discrepancia en el formato, discrepancia proveniente de sus orígenes. Palmieri optaba por cuatro trompetas en la sección de vientos estilo Tito Rodríguez, y Rogers por un trombón y un saxo estilo Hugo Dickens. Cuando Rogers ganó la partida por un razonamiento puramente económico (tener cuatro trompetas era carísimo), se optó por un trombón y una flauta, por aquello del sonido de charanga, formando un quinteto.
Cuenta Barry Rogers que la verdadera evolución del formato de La Perfecta fue: primero, un trombón; luego, trombón y flauta; y finalmente, dos trombones y flauta. Pero aunque la elección fue por una cuestión de fuerza (dos trombones pesan más que una flauta, aunque se equilibra el sonido), la confirmación de que estaban en el camino correcto se dio cuando Al Santiago, dueño de Alegre Records, decidió grabar un disco con el sonero y cantante popular puertorriqueño Mon Rivera. Rivera ya venía trabajando con un conjunto de trombones, algo raro porque eso era terreno de las grandes orquestas y no de los pequeños grupos. Raro o no, lo cierto es que Santiago lo graba, pero como Rivera no tenía a sus compañeros habituales de San Juan y Mayagüez, esa grabación la hizo acompañado por La Perfecta de Eddie Palmieri y se tituló Que Gente Averiguá.
Pero antes de la grabación para Mon Rivera y del disco debut de Palmieri, hubo que buscar a los integrantes de La Perfecta, lo que fue bastante rápido y eso que se dieron varios cambios. El más llamativo de ellos, estuvo en el caso del segundo trombón. El hombre escogido por Rogers fue Joao Donato de Oliveira Neto, natural de Río Branco y quien era capaz de interpretar de todo. Había llegado a Estados Unidos para tocar en un casino de Nevada, pero se quedó en Nueva York diez años, hasta 1961, cuando decidió volver a Brasil luego de grabar el álbum debut de La Perfecta, pero antes de que este saliera al mercado.
Con un montón de shows contratados en la ciudad, la búsqueda de un reemplazo fue incesante hasta que por fin se encontró la solución. A Rogers le hablaron muy bien de un multi-instrumentista de Brooklyn, graduado en la Julliard, quien tocaba para una banda conocida como Arvito Latin Rhythms, dirigida por Harvey Averne. Se llamaba Mark Weinstein y se le daba bien el trombón latino. Rogers lo contactó, hizo la prueba y Palmieri quedó tan encantado con él que lo firmó enseguida. Con ellos, más la flauta de George Castro, se lanzó Eddie Palmieri and his Conjunto La Perfecta.
Sin embargo, Weinstein tenía sus propios proyectos y compromisos (una gira por Europa entre ellos), y cuando llegó la hora de grabar un segundo disco, El Molestoso, sólo pudo colaborar en un tema: el bolero Contento Estoy, en el que participan tres trombonistas: Barry Rogers, Mark Weinstein y el nuevo fichaje de la casa, Joe Orange, recomendado, por supuesto, por Rogers.
Pero tanta era la efervescencia de la música en el Nueva York de entonces, que muchas formaciones no eran estables por estar cediendo músicos para las grabaciones y shows de otros. Con Orange pasó algo así y se tuvo que ir, y vuelta a empezar para Palmieri y Rogers en la búsqueda de un segundo trombón. Y aquí intervino un factor que ha caracterizado a Eddie Palmieri: todos lo que han pasado por su orquesta han hecho buenas migas con él.
Eso pasó con Joe Donato, quien acudió a una grabación de Tito Puente (Vaya Puente), a la que también fue invitado a colaborar Barry Rogers. Donato le presentó a Rogers a un amigo y paisano suyo con el que había trabajado en Río de Janeiro. Era trombonista, muy simpático y de ascendencia dominicana, y se llamaba José Rodrigues. Y Rogers, ni bien escucharlo, corrió donde Palmieri y le dijo: “Encontré el trombonista que nos hace falta”.
“El trabajo máximo de toda mi carrera ha sido el de Barry Rogers con José Rodrigues… Nunca se ha podido igualar y jamás se podrá volver a igualar lo que tocaron ellos los trombones para mi”, contaría Palmieri en La Hora Faniática.
A ello cabría agregar una reflexión que Palmieri le hizo a David Carp: “Barry Rogers y José Rodrígues eran tan opuestos como complementarios en lo que individualmente podían hacer, y nosotros trabajábamos de esa forma. Por ejemplo, Barry se ponía a cantar coros y cuando tocábamos un mambo, la primera parte se le daba a José o incluso las notas más altas, cualquier cosa que le hiciera la vida más fácil a Barry, quien tenía problemas con sus labios, unas llagas febriles que eran un problema… Aquellos trombones cuando se usaban en un riff detrás de la flauta, no paraban y entonces Barry despegaba y seguía, y nosotros nos manteníamos detrás empujando y empujando. Ese instrumento no es un instrumento que esté capacitado para hacer lo que ellos hacían”.
Con ese sistema de trabajo en escena, José Rodrigues es el segundo trombón en los álbumes Lo que Traigo es Sabroso (para el sello Alegre), Echando pa’lante, Azúcar pa’ti, Mambo con Conga es Mozambique y Molasses (para el sello Tico), y los dos discos que grabara con Cal Tjader: El Sonido Nuevo (Verve) y Bamboléate (Tico).
Pero el paso del tiempo dejó huella y ese formato tan atractivo de La Perfecta fue quedando atrás. Palmieri había roto los esquemas del concepto de charanga al reemplazar los violines por los trombones, en algo que su hermano Charlie denominó “trombanga”. Pero también había roto los moldes del ritmo de pachanga al interpretarla con una agresividad poco conocida y con un “in crescendo” permanente, como él mismo lo reconocía a Carp.
De esta forma llegó el año de 1968 y en pleno auge del boogaloo, grabó el disco Champagne, donde La Perfecta dejó de existir para dar paso a Eddie Palmieri y su Orquesta. Barry Rogers y José Rodrígues siguieron en los trombones, George Castro combinó flauta y saxo, y se agregaron tres trompetas en manos de Alfredo Chocolate Armenteros, Roy Román y Lew Soloff.
Fue también el inicio de su fase experimental, que para resolver de una manera más orquestal trató buscando un equilibrio entre trompetas y trombones. El estilo sobrio de Chocolate con inclinaciones hacia el fraseo cubano, le vino como anillo al dedo, de modo que todavía contratado por Tico Records, grabó los complejos y contestatarios álbumes Justicia, Superimposition y Vámonos pa’l Monte.
Sin embargo, Eddie lo tenía claro, pero Barry no. Y este prefirió buscar una alternativa estable de ingresos y menos riesgos y dejó la orquesta de Palmieri para trabajar en el grupo residente del Lloyd Price Turntable, un nightclub ubicado en la calle 52 y Broadway. Así, en Justicia tocaron Jose Rodrigues, Julian Preister, Lewis Kahn y Mark Weinstein; en Superimposition sólo Rodrigues y Kahn; y en Vámonos pa’l Monte sólo Rodrigues. En todos, eso si, intervino Chocolate como trompeta. Preister llegó a la banda por recomendación de Rogers, pues además de admirarlo mucho, tenía un estilo de interpretación muy parecido.
Vámonos pa’l Monte fue la última grabación en estudio de Palmieri para Tico. Se hizo en 1971 e incluyó al saxofonista Pete Yellin y a los trompetistas Charles Camilleri y Víctor Paz. Este último sería hombre clave en los siguientes años, al convertirse en director musical de la orquesta y confirmar que Palmieri desde entonces siempre necesitó apoyarse en un trompetista de confianza.
Tico en ese entonces pertenecía al emporio Branston Music de Morris Levy, del que hacían parte otros sellos como Alegre, Cotique, Roulette o Speed. Pues en Roulette Palmieri grabaría el álbum Harlem River Drive, nombre de un grupo homónimo. En este intervinieron como trompetistas Burt Collins y Randy Brecker, como trombonistas Bruce Fowler y Barry Rogers, y como saxofonistas Ronnie Cuber y Dick Meza. El grupo Harlem River Drive había nacido en 1970 por iniciativa de Eddie Palmieri y del cantante de rhythm & blues Jimmy Norman.
El disco final con Tico fue un concierto: Recorded Live at Sing Sing, álbum doble con grabaciones organizadas y recogidas por Joe Cain. En Sing Sing la trompeta la tocó Ray Maldonado, el trombón José Rodrigues y el saxo Ronnie Cuber. Tras ello, Palmieri firmó un contrato con el sello Coco de Harvey Averne.
En su casa de Queens, Averne me contó que fue a la oficina de Morris Levy con 35.000 dólares en efectivo para comprar los derechos de grabación de Palmieri, pues necesitaba una estrella que marcara tendencias para su recién creado sello Coco. Y que cuando se sentó con Palmieri le confesó que su máximo anhelo era penetrar en el mercado puertorriqueño, aunque sabía que Palmieri no hacía una música tan fácil para bailar fuera de Nueva York. Palmieri aceptó y por ello fue que retornó a la idea de dos trombones y una trompeta. Su álbum debut con Coco, Sentido, como no podía ser de otra manera, tuvo como trombonistas a Barry Rogers, José Rodrigues y como trompetista a Víctor Paz.
Los dos trombonistas se volverían a unir en el álbum de concierto Timeless, una reconstrucción de La Perfecta en una época en la que Palmieri tocaba todas las noches de la semana en el Riverboat Club del Empire State Building de Nueva York.
El éxito del artista se capitalizaría, igualmente, con un directo famoso: Concert at the University of Puerto Rico, donde aparecía un solo trombonista, José Rodrigues; un saxo, Ronnie Cuber; y dos trompetistas, Chocolate y Larry Spencer. Víctor Paz también intervino, pero sólo reforzando en estudio el trabajo del concierto. Es necesario anotar que Concert at the University of Puerto Rico fue grabado en otoño de 1971, tras un compromiso adquirido cuando aún Palmieri pertenecía a Tico… Por un módico precio quedó en poder de Coco.
Palmieri, de todas formas, era talento inquieto, y necesitaba carta blanca para hacer cosas. Y esa carta la consiguió en 1974 con el que es considerado como “El Sgt. Pepper de la salsa”: The Sun of Latin Music. La sola mención de la línea de metales utilizada da una idea de los alcances armónicos de la obra y de la complejidad de la orquestación: saxos y flautas, Mario Rivera y Ronnie Cuber; trompetas, Virgil Jones y Víctor Paz; tuba, Tony Price; trombones, Barry Rogers y José Rodrigues. A ellos cabría sumar el violín de Alfredo de la Fe.
Algo similar ocurrió en su siguiente trabajo, Unfinished Masterpiece, sólo que esta vez inclinó la balanza en los saxofones, cuatro en total interpretados por Lou Orenstein, Lou Marini, Ronnie Cuber y Mario Rivera. Los demás fueron individuales: trombón, Barry Rogers; trompeta, Víctor Paz; tuba, Tony Price y violín, Alfredo De La Fe.
Con esos discos llegaron los premios Grammy, y allí empezaron a enfrentarse dos conceptos explosivos en el mundo de la música: éxito y genialidad. Averne y Palmieri entraron en conflicto y en medio de demandas y acusaciones, Palmieri firmó un contrato con Epic, una de las firmas más poderosas de la industria y donde el pianista se codearía con las grandes estrellas pop de su tiempo.
El disco con Epic, producido por Bobby Colomby se tituló Lucumí, Macumba, Voodoo y se grabó en 1978 para ser lanzado al año siguiente. Fue otra obra maestra aún más ambiciosa pues la sección de metales estaba integrada por cinco trompetistas: Jon Faddis, Lew Soloff, Alan Rubin, Charlie Camilleri