Top 10 imprescindibles que ver y que hacer en Praga
Castillo de Praga
El Castillo de Praga no es solo “un castillo más” en Europa, es el corazón histórico y político de la ciudad… ¡y el castillo más grande del mundo! Sí, Guinness World Records lo confirma: mide nada menos que 70.000 metros cuadrados. Vamos, que más que un castillo parece una ciudad dentro de otra ciudad.
Su historia empieza en el siglo IX, cuando se levantó la primera fortificación de madera. Desde entonces, ha sido la residencia de reyes de Bohemia, emperadores del Sacro Imperio Romano Germánico y, hoy en día, es la sede oficial del presidente de la República Checa.
El complejo es enorme: palacios, iglesias, jardines, plazas… y, por supuesto, joyas como la Catedral de San Vito o el Callejón del Oro. Pasear por sus murallas también te regala algunas de las mejores vistas de la ciudad.
La entrada al recinto es gratuita, pero si quieres acceder a sus monumentos principales tienes que comprar un ticket. Y créenos, merece la pena, porque caminar por el castillo es básicamente recorrer más de mil años de historia europea en un mismo sitio. Eso sí, intenta ir temprano por la mañana o al final de la tarde para evitar la gran cantidad de turistas.
Un detalle que pocos se quieren perder es el cambio de guardia, que se hace cada hora. El más vistoso es al mediodía, con música incluida. Y te avisamos: no esperes algo tan espectacular como en Londres, pero tiene su encanto y es otro plan divertido si te preguntas qué hacer en Praga sin gastar un euro extra.
Catedral de San Vito
Dentro del complejo del Castillo de Praga te espera la joya de la corona: la Catedral de San Vito. Y ojo, porque no hablamos de una iglesia cualquiera. Esta catedral gótica es de esas que te hacen quedarte mirando hacia arriba con la boca abierta.
Aquí se coronaron reyes, se guardan tesoros de la corona checa y además puedes subir a su torre principal para tener unas de las mejores vistas de Praga. Eso sí, prepárate para subir más de 280 escalones.
El interior es simplemente impresionante: vidrieras de colores que te alumbran y capillas donde la historia se siente en cada rincón. Si te preguntas qué ver en Praga en un día, la Catedral de San Vito debe estar en tu lista sí o sí.
Callejón del Oro
Muy cerquita de la Catedral está el famoso Callejón del Oro. Y sí, es una pequeña calle llena de casitas de colores. Dicen que antiguamente vivían allí alquimistas que buscaban la fórmula para convertir metales en oro (de ahí su nombre). Aunque lo más probable es que fueran orfebres y artesanos.
Hoy en día las casas están convertidas en tiendecitas y pequeñas exposiciones. Incluso una de ellas fue hogar de Franz Kafka durante un tiempo. Es un sitio pequeño, pero lleno de encanto y uno de esos lugares donde sacarás las mejores fotos de tu viaje a las ciudades imperiales.
Eso sí, la entrada se incluye en el ticket del Castillo, así que aprovecha la visita completa. Aquí el truco es pasear sin prisa y dejarte llevar por ese aire medieval que lo envuelve todo.
Puente de Carlos
El Puente de Carlos es, sin duda, la estrella que ver en Praga. Todos lo cruzan, todos lo fotografían, y es el lugar donde la ciudad te conquista de verdad. Fue mandado construir en el siglo XIV por el rey Carlos IV para reemplazar un puente anterior destruido por una inundación. Se dice que para que la construcción fuera más resistente, mezclaron huevos en el mortero de las piedras.
El resultado fue un puente de piedra de 516 metros de largo, decorado con 30 estatuas barrocas (aunque las originales se guardan en el Museo Nacional para evitar daños). Cada estatua tiene su propia historia y simbolismo religioso, pero la más famosa es la de San Juan Nepomuceno. La tradición dice que si tocas su relieve, volverás a Praga algún día. Así que ya sabes, no pierdas la oportunidad de asegurar tu regreso.
Además de su historia, el Puente de Carlos es pura vida: músicos callejeros, artistas pintando, turistas haciendo malabares con los palos selfie y parejas enamoradas sacando fotos románticas. Y sí, suele estar lleno, pero eso también le da ese ambiente único.
¿Un consejo? Madruga y cruza el puente al amanecer. La niebla sobre el Moldava, los tonos dorados de la luz y el silencio casi total hacen que parezca que has viajado en el tiempo. Y si no eres de madrugar, al menos intenta pasearlo de noche. Con las luces de la ciudad reflejándose en el río, es una de esas experiencias que se quedan grabadas en la memoria.
La Ciudad Vieja (Staré Město)
La Ciudad Vieja es el corazón de Praga, el sitio donde la historia, el arte y la vida cotidiana se mezclan. Aquí es donde vas a sentir de verdad la esencia de la ciudad, porque cada rincón tiene algo que contar.
Tu recorrido seguramente empiece en la Torre de la Pólvora, una de las puertas de entrada a la Ciudad Vieja. Este pedazo de torre gótica, con su aspecto oscuro y un tanto misterioso, parece sacado del medievo. Era parte de las antiguas murallas de la ciudad y hoy es uno de los símbolos más reconocibles.
Muy cerca está el famosísimo Reloj Astronómico, instalado en 1410. Es uno de los más antiguos del mundo todavía en funcionamiento, y cada hora se convierte en espectáculo: las figuras de los apóstoles se mueven, la Muerte toca la campana y cientos de personas se agolpan para verlo.
La joya central de la Staré Město es la Plaza de la Ciudad Vieja, rodeada de edificios de colores, terrazas llenas de vida y monumentos que parecen competir por tu atención. Aquí no puedes dejar de mirar hacia arriba para contemplar la Iglesia de Nuestra Señora de Týn, con sus torres góticas puntiagudas.
Y si vas en diciembre… ¡prepárate para la Navidad de ensueño! El mercado navideño de la plaza es uno de los mercadillos navideños más bonitos de Europa. Puestos de comida, luces, música en vivo y un árbol gigante iluminado. Aunque ojo: no te vayas sin probar el grog, una bebida que te hará entrar en calor 100% asegurado.
Lo mejor de la Ciudad Vieja es perderse por sus callejuelas. Aquí encontrarás desde tiendas de marionetas hasta bares de cerveza artesanal y rincones donde cada piedra tiene un secreto. Si nos preguntas qué hacer en Praga en un paseo relajado: piérdete por Staré Město.
El Barrio Judío (Josefov)
El Barrio Judío de Praga, conocido como Josefov, es uno de esos lugares donde la historia se siente en cada rincón. Aquí vivió durante siglos la comunidad judía de la ciudad, y aunque gran parte del barrio fue demolido en el siglo XIX, todavía conserva algunos de los monumentos más importantes de su legado.
Uno de los lugares más impactantes es el Antiguo Cementerio Judío, donde miles de lápidas se amontonan unas sobre otras en un espacio muy reducido. La razón es sencilla: durante siglos este fue el único cementerio judío permitido en Praga, así que los enterramientos se fueron superponiendo hasta formar una especie de “bosque de lápidas” que impresiona y emociona a partes iguales.
Otro imprescindible es la Sinagoga Vieja-Nueva, considerada una de las más antiguas de Europa todavía en uso (data del siglo XIII). Según la leyenda, en su desván descansa el famoso Golem de Praga, una criatura creada por un rabino para proteger a la comunidad judía. Nunca se ha encontrado nada, pero ahí está el misterio.
La Sinagoga Pinkas es otra visita muy especial, aunque más dura: en sus paredes están escritos los nombres de casi 80.000 judíos checos y moravos que murieron en el Holocausto. Es un lugar de memoria que no deja a nadie indiferente.
Visitar Josefov no es solo ver monumentos, es conectar con una parte esencial de la historia de Praga. Si buscas qué ver en Praga más allá de lo típico, este barrio es una parada obligatoria.
Malá Strana (Barrio Pequeño)
Cruzando el Puente de Carlos llegas a Malá Strana, literalmente “la Ciudad Pequeña”. Pero ojo, que lo de “pequeña” no te engañe: este barrio tiene un encanto enorme.
Aquí las calles empedradas, las casas barrocas y los palacios elegantes crean un ambiente único en la capital. Uno de los lugares más famosos es el Muro de John Lennon, que desde los años 80 está cubierto de grafitis, frases y dibujos dedicados a la paz y a la libertad. Es un sitio colorido y con mucha vida, perfecto para sacar fotos diferentes.
Malá Strana también es ideal para pasear sin prisa. Sus jardines escondidos, como los del Palacio de Wallenstein, son de auténtica paz. Y si subes hacia el castillo, encontrarás miradores que regalan vistas espectaculares del casco histórico.
Por la noche, el barrio se transforma: las tabernas tradicionales se llenan de música y cerveza, y la atmósfera es mucho más tranquila que en la Ciudad Vieja. Si te preguntas qué hacer en Praga cuando quieres escapar un poco del bullicio, este es el lugar perfecto.
El Monte Petrín y sus jardines
Si buscas un respiro de tanto monumento y quieres disfrutar de la naturaleza, el Monte Petrín es tu sitio. Este parque gigante está lleno de jardines, senderos y rincones tranquilos donde desconectar del ajetreo del centro.
Lo más famoso es la Torre de Petrín, que se parece un poco a la Torre Eiffel (pero en versión checa y mucho más bajita). Puedes subir a pie por sus más de 200 escalones o en ascensor, y arriba te esperan unas vistas de Praga que quitan el aliento.
Otra visita curiosa en el monte es el Laberinto de Espejos, que se construyó a finales del siglo XIX como atracción para una exposición nacional. Es un sitio pensado para niños, pero te aseguramos que los adultos también salen riéndose.
Subir al Monte Petrín es gratis si lo haces andando, aunque también puedes usar el funicular. Sea como sea, es uno de los mejores planes cuando pienses en qué ver en Praga desde otra perspectiva.
La Ciudad Nueva (Nové Město)
La Ciudad Nueva es el contraste perfecto con la parte medieval de Praga. Fue fundada en el siglo XIV por Carlos IV, pero su aspecto actual es mucho más moderno. Aquí es donde late la vida contemporánea de la ciudad.
El centro neurálgico es la Plaza de Wenceslao, un enorme bulevar lleno de tiendas, restaurantes, hoteles y cafeterías. Pero no te confundas: no es solo un lugar de compras, también ha sido escenario de momentos históricos muy importantes, como la Revolución de Terciopelo que puso fin al comunismo en Checoslovaquia en 1989.
En esta zona también se encuentra la famosa Casa Danzante, un edificio de arquitectura moderna que rompe completamente con el estilo clásico de la ciudad. Fue diseñada por Frank Gehry y su forma recuerda a una pareja bailando (de ahí el nombre). Te puede gustar mucho o parecerte un pegote en medio del paisaje, pero seguro que no te deja indiferente.
Si buscas una cara diferente de la ciudad y te preguntas qué hacer en Praga más allá de los sitios medievales, Nové Město es perfecto para entender la mezcla entre historia y modernidad.
Visitar los museos más famosos de Praga
Praga no es solo castillos y plazas, también tiene museos muy interesantes. Y lo mejor es que hay para todos los gustos.
El más visitado es el Museo Nacional de Praga, en la Plaza de Wenceslao. Su edificio histórico es espectacular y dentro encontrarás colecciones de arqueología, historia natural y arte. La entrada reducida cuesta unos 280 CZK (unos 12€), y además de lo que hay dentro, el propio edificio ya merece la visita.
Si eres fan del arte moderno, no te puedes perder el Museo de Arte Contemporáneo DOX, donde siempre hay exposiciones originales y provocadoras. También está el Museo Mucha, dedicado al famoso artista del art nouveau Alphonse Mucha, muy conocido por sus carteles de estilo elegante y decorativo.
Y si buscas algo más curioso, tienes el Museo de Kafka, que te adentra en el universo del escritor más famoso de la ciudad, o el Museo de la Cerveza, porque claro, estamos en la República Checa, donde la cerveza es casi religión.
Vaya que si te preguntas qué ver en Praga cuando llueve o cuando te apetece algo diferente, una ruta por sus museos es la respuesta perfecta.
Mapa de los mejores sitios que visitar en Praga
Viaja a Praga y descubre los imprescindibles de la capital checa con Huakai
Praga es de esas ciudades que no se olvidan. Da igual si vas por un fin de semana o te quedas más días: siempre hay algo nuevo que ver en Praga y descubrir. Desde su imponente castillo hasta el ambiente mágico de la Ciudad Vieja, pasando por sus barrios llenos de historia y esos rincones tranquilos como el Monte Petrín donde la ciudad se ve con otros ojos.
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