De las bombas a la esperanza: el refugio que protege a niñas y niños desplazados en Camboya ...

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Nita, de 13 años, estaba en clase una mañana cuando escuchó por primera vez el sonido de las explosiones. Su maestra pidió rápidamente al alumnado que regresara a casa. “Estaba aterrada y no sabía qué hacer”, recuerda Nita. “Cuando llegué, mi madre nos dijo a mis hermanos y a mí que nos escondiéramos en una trinchera. Todos llorábamos porque teníamos mucho miedo”. 

El 24 de julio de 2025 estallaron intensos enfrentamientos militares en la frontera entre Camboya y Tailandia, lo que supuso una grave escalada en la larga disputa territorial entre ambos países. Enraizado en desacuerdos históricos sobre las fronteras de la época colonial y la propiedad de templos antiguos, el conflicto se ha reavivado este verano tras una serie de incidentes que aumentaron la tensión. 

Aquella misma noche, el centro de salud de la comunidad fue bombardeado, lo que obligó a la familia de Nita a huir de su aldea. Llegaron a un campamento de desplazamiento a las seis de la mañana del día siguiente, tras haber pasado una noche de miedo e incertidumbre. “Durante el camino escuché disparos. Tenía mucho miedo”, cuenta Nita. Su abuela asumió la responsabilidad de cuidar de ella y de sus hermanos en esos momentos tan difíciles. 

En Camboya, más de 134.000 personas de casi 40.000 hogares fueron evacuadas a alojamientos temporales en cinco provincias. Al principio, Nita se sintió desbordada en el campo de desplazados. Le costaba dormir y la atormentaban los recuerdos de los bombardeos y las explosiones. “Cuando cerraba los ojos, todavía escuchaba las bombas. Tenía demasiado miedo para dormir”, relata. 

Para apoyar a niñas y niños afectados por el conflicto, como Nita, Plan International se ha aliado con la Organización Transcultural Psicosocial (TPO), la ONG líder en salud mental y apoyo psicosocial en Camboya, para crear espacios adaptados a la infancia en los centros de evacuación. Estos espacios seguros buscan garantizar el bienestar físico, emocional y psicosocial de la infancia que ha tenido que dejar sus hogares para ir a vivir en los campamentos. 

Nita recuerda haber visto uno de estos espacios a lo lejos y sentir curiosidad. “Me acerqué y me di cuenta de que era un lugar donde los niños y niñas podíamos jugar y hablar con personas adultas”, explica. “Hice nuevos amigos, dibujé, leí libros y hablé con el personal. Eso me ayudó a sentirme mejor. Ahora ya puedo dormir tranquila”. 

Nita acude todos los días al espacio e invita a otras niñas y niños a participar. Aunque ahora se siente más tranquila y ha hecho nuevas amistades, sigue echando mucho de menos su casa, su escuela y a su maestra. “Quiero volver a mi hogar. Echo de menos mi cama, a mi mascota y a mi profesora, que es muy cariñosa”, dice. “Cuando sea mayor quiero ser profesora, para poder ayudar a otros niños y niñas a aprender”. 

Recapiti
Sadaya Delaossa