- Los líderes africanos cerraron en Adís Abeba la Segunda Cumbre del Clima de África con un mensaje unánime: el continente no quiere ser espectador en la lucha contra el cambio climático, sino protagonista. Reclaman financiación justa y predecible —al menos 50.000 millones de dólares anuales—, la puesta en marcha urgente del Fondo de Pérdidas y Daños, y el reconocimiento de que las soluciones africanas, desde la energía verde hasta la restauración de tierras, deben ocupar un lugar central en la agenda global
- Lanzada por Abiy Ahmed en 2019, la campaña nacional etíope Green Legacy Initiative de reforestación busca plantar miles de millones de árboles para restaurar suelos, proteger cuencas y frenar la desertificación. Hasta hoy se han sembrado cerca de 40.000 millones de plántulas en regiones como Oromía, Amhara, Tigray y Somali
- Inaugurada en septiembre de 2025, hace apenas unos días, la Gran Presa del Renacimiento (GERD) es la mayor hidroeléctrica de África, con 5.150 megavatios de capacidad instalada, se construyó con el objetivo es abastecer de energía limpia a millones de etíopes, reducir el uso de leña y carbón vegetal y estimular un desarrollo económico más sostenible
Serkalem D. Wolde / Especial para Terabithia Press / Addis Ababa, Ethiopia
Fotos: The Ministry of Foreign Affairs of Ethiopia
La imagen era poderosa: decenas de jefes de Estado y de Gobierno reunidos en el Centro Internacional de Convenciones de Adís Abeba, en Etiopía, alzando la voz para reclamar que África deje de ser vista como víctima pasiva del cambio climático. “África no causó esta crisis, pero África puede liderar para solucionarla”, proclamó el primer ministro etíope, Abiy Ahmed, en la inauguración de la cumbre. Con esa frase como eje, la Segunda Cumbre del Clima de África (ACS2) cerró esta semana con una conclusión clara: el continente quiere una sola voz, unida y firme, en los foros globales como la ONU, el G20 y la COP30 que se celebrará en Brasil en noviembre.
Un frente unido para el clima
Uno de los logros más relevantes del encuentro fue la decisión de articular una posición común africana frente a la crisis climática. Durante demasiado tiempo, señalaron los delegados, el continente ha acudido dividido a las cumbres internacionales, debilitando su capacidad de negociación. La ACS2 sentó las bases de la Declaración de Adís Abeba, un documento que recogerá la estrategia conjunta con la que África acudirá a las próximas citas globales.
Ese frente común se traduce en una exigencia clara: justicia climática. África es responsable de menos del 4 % de las emisiones globales históricas de gases de efecto invernadero, pero es la región más castigada por sequías, inundaciones y pérdidas agrícolas. Para los líderes presentes, resulta inaceptable que los países que menos contaminaron paguen el precio más alto.
Cómo financiar las acciones: la gran batalla
La discusión sobre el dinero ocupó el centro de los debates. Los líderes africanos acordaron lanzar una iniciativa para movilizar 50.000 millones de dólares anuales destinados a soluciones climáticas en el continente. El objetivo es que ese financiamiento sea catalizador, es decir, que atraiga inversiones adicionales de bancos de desarrollo, instituciones multilaterales y el sector privado.
Además, se subrayó que gran parte de estos fondos debe provenir de subvenciones y mecanismos justos, y no únicamente de préstamos, para evitar agravar la pesada carga de deuda que ya asfixia a muchos países africanos. También se planteó la necesidad de reformar el sistema financiero internacional para facilitar el acceso a créditos climáticos con condiciones favorables y para que instrumentos como los bonos verdes o los canjes de deuda por acción climática se conviertan en práctica habitual.
Adaptación, pérdidas y daños: la urgencia africana
Si bien la reducción de emisiones sigue siendo prioritaria, los líderes africanos insistieron en que su principal urgencia es la adaptación. El continente ya sufre los efectos del calentamiento global: sequías prolongadas en el Cuerno de África, ciclones devastadores en Mozambique, inundaciones en Sudán o Nigeria.
Por eso, la cumbre reclamó acelerar la puesta en marcha del Fondo de Pérdidas y Daños, acordado en las cumbres globales pero aún pendiente de materializarse. Para África, ese fondo debe ser operativo, ágil y basado en criterios de justicia climática, de modo que permita responder a las comunidades que ya están perdiendo cultivos, infraestructuras y vidas.
Soluciones propias: de la energía verde a la restauración de tierras
Lejos de presentarse solo como receptor de ayuda, la ACS2 quiso mostrar que África tiene soluciones. Se destacaron proyectos de reforestación masiva, como la Iniciativa del Gran Muro Verde en el Sahel o el programa “Green Legacy” etíope, que ya ha permitido plantar miles de millones de árboles.
Otro eje fue la transición energética: el continente posee algunos de los mayores recursos solares y eólicos del mundo, además de un potencial hidráulico y geotérmico inmenso. Los líderes defendieron que invertir en energías limpias en África no solo beneficia al continente, sino que es clave para la descarbonización global.
También se resaltó el impulso de una agricultura climáticamente inteligente, capaz de producir más con menos agua, proteger los suelos y garantizar la seguridad alimentaria de una población que superará los 1.500 millones de habitantes en pocos años.
Una transición justa e inclusiva
Un mensaje repetido en Adís Abeba fue la necesidad de garantizar una transición justa. Los líderes advirtieron que la transformación verde no puede repetirse con las desigualdades del pasado: debe generar empleos dignos, integrar a mujeres y jóvenes, y llevar energía limpia a las comunidades más pobres y remotas.
Este principio se aplicará también a los proyectos de adaptación y mitigación, de manera que las comunidades locales participen en su diseño y gestión, evitando soluciones impuestas desde arriba que no atienden a las realidades sobre el terreno.
Retos pendientes
A pesar del entusiasmo y de los compromisos anunciados, la ACS2 dejó claro que los desafíos son enormes. La brecha financiera sigue siendo colosal: se estima que África necesitará entre 250.000 y 400.000 millones de dólares anuales para hacer frente a la crisis climática, muy por encima de los 50.000 millones que ahora se aspiran a movilizar.
Otro obstáculo es la credibilidad de los compromisos internacionales: en el pasado, las promesas de financiación climática de los países ricos no siempre se han cumplido. La desconfianza persiste, y muchos líderes africanos advirtieron que esta vez no se conformarán con promesas vagas.
Conclusión: de Adís Abeba a la COP’30
La Segunda Cumbre del Clima de África ha marcado un punto de inflexión. Por primera vez, el continente se prepara para acudir a la COP30 con una voz común, reclamando justicia, recursos y espacio para liderar soluciones.
La Declaración de Adís Abeba, aún en borrador, se convertirá en el documento de referencia. Y aunque el camino está lleno de retos, el mensaje es contundente: África no quiere ser vista como víctima, sino como actor clave en la respuesta global a la crisis climática.
“Sabemos lo que hay que hacer”, repitió Abiy Ahmed. La cuestión ahora es si el resto del mundo está dispuesto a escuchar, y sobre todo, a actuar.
Más INFO:
ACS2 – Africa Climate Summit 2 | Addis Ababa, Ethiopia
Fotos: The Ministry of Foreign Affairs of Ethiopia; Foto de cabecera: African RF / Grand Ethiopian Renaissance Dam
El compromiso climático de Abiy Ahmed
El primer ministro etíope, Abiy Ahmed, se ha erigido en uno de los líderes africanos más visibles en la defensa del medioambiente y la acción frente al cambio climático. No se limita a pronunciar discursos: ha convertido la agenda climática en un eje central de su política de gobierno. Con frecuencia recuerda que invertir en la naturaleza no es solo una obligación ecológica, sino una estrategia imprescindible para construir economías resilientes y garantizar la estabilidad social en un país donde la mayoría de la población depende directamente de la tierra y del agua. Bajo su mandato, Etiopía ha querido demostrar que no se limita a reclamar justicia climática en los foros internacionales, sino que ofrece ejemplos tangibles de soluciones: desde la reforestación masiva con la Green Legacy Initiative, que ha movilizado a millones de ciudadanos en la plantación de árboles, hasta la apuesta por energías limpias con la Gran Presa del Renacimiento Etíope o la pionera prohibición de importar vehículos de gasolina y diésel. Estas iniciativas, de impacto local pero también con valor simbólico continental, le han permitido presentarse como un referente africano en la transición verde. “África no causó esta crisis, pero puede liderar para solucionarla”, subrayó durante la Cumbre de Adís Abeba, en un mensaje que condensa su visión de un continente protagonista en la respuesta global y capaz de transformar la amenaza climática en una oportunidad de desarrollo sostenible.
https://x.com/i/status/1960207919720378594
Green Legacy Initiative es el proyecto más ambicioso de reforestación en el continente africano. Desde el lanzamiento de la Iniciativa Green Legacy se han plantado más de 32.000 millones de plántulas forestales, agroforestales y ornamentales
Fotos: GLI Archives
Etiopía, un laboratorio de acción verde
- En 2024, el Ejecutivo etíope se convirtió en el primero del mundo en prohibir la importación de vehículos de gasolina y diésel. La medida, respaldada personalmente por Abiy Ahmed, busca abrir camino a la movilidad eléctrica en ciudades como Addis Abeba o Dire Dawa. Con este paso, Etiopía se posiciona como laboratorio de políticas urbanas verdes en África, adelantándose a desafíos que comparten muchas capitales del continente.
Eduardo Fernández / Madrid
En la última década, Etiopía se ha convertido en un referente de acción climática en África. La Green Legacy Initiative, puesta en marcha en 2019 por el primer ministro Abiy Ahmed, es el proyecto más ambicioso de reforestación en el continente. Su objetivo no es solo plantar árboles: se trata de restaurar tierras degradadas, proteger cuencas hidrográficas, asegurar la fertilidad del suelo y garantizar agua para millones de personas. Hasta ahora se han plantado unos 40.000 millones de árboles y la meta es alcanzar los 48.000 millones.
La magnitud del programa tiene un enorme valor ambiental: aumentar la cobertura forestal contribuye a capturar carbono, frenar la erosión, mejorar la calidad del aire y regular el ciclo hídrico. En un país donde cerca del 80 % de la población vive de la agricultura de subsistencia, la reforestación significa también más humedad en los suelos, más polinización y mayor seguridad alimentaria. Además, los proyectos de agroforestería vinculados a Green Legacy generan ingresos para familias rurales, al introducir cultivos asociados a los nuevos bosques.
Las zonas más beneficiadas se concentran en el altiplano central, alrededor de Addis Abeba y Oromía, donde la presión demográfica y la deforestación habían dejado tierras exhaustas. También en el norte, en Tigray y Amhara, donde las sequías recurrentes han devastado la agricultura, y en el sur y sureste, regiones como Sidama o Somali, donde la desertificación avanza rápidamente. Cada plantación no solo repuebla el paisaje, sino que se convierte en un muro de resistencia frente al avance del Sahel y las sequías prolongadas.
Otro pilar de la estrategia verde etíope es la Gran Presa del Renacimiento Etíope (GERD, Grand Ethiopian Renaissance Dam), inaugurada en 2025 como la mayor hidroeléctrica del continente. Con una capacidad instalada de 5.150 megavatios, la presa permitirá abastecer de electricidad limpia a decenas de millones de personas. Para un país donde una parte importante de la población rural aún depende de la leña y el carbón vegetal, disponer de energía renovable supone un cambio radical: mejora la salud de las familias al reducir la contaminación doméstica, alivia la presión sobre los bosques y abre la puerta a nuevas industrias sostenibles.
El compromiso ambiental de Etiopía no se detiene ahí. En 2024 se convirtió en el primer país del mundo en prohibir la importación de vehículos de gasolina y diésel. Aunque la medida enfrenta retos —falta de infraestructura de carga y desigualdad en el acceso—, apunta a una movilidad urbana más limpia en ciudades como Addis Abeba, Dire Dawa o Mekele, donde el crecimiento demográfico amenaza con colapsar el aire y el tráfico.
Estas acciones, que abarcan desde el altiplano agrícola hasta las grandes urbes y los desiertos en proceso de desertificación, reflejan un mensaje claro: la lucha contra el cambio climático no es un lujo, sino una necesidad vital para la supervivencia de millones de africanos. Al restaurar sus ecosistemas y generar energía limpia, Etiopía no solo se protege a sí misma: se convierte en un ejemplo de cómo la acción climática puede mejorar la vida de las personas y ofrecer soluciones replicables en todo el continente.
MAS INFO, Datos y Gráficos:
- Green Legacy Initiative | Department of Economic and Social Affairs
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- https://x.com/EthiopianNewsA/status/1960207919720378594/video/1
- https://www.facebook.com/reel/743671455336313/?s=single_unit&cft[0]=AZXKhLaYyhfwK_cOzQhYEAxnWTPDCWvbPsM3KjZ1fTQoicwleaODPDA19Usqb44hb4yBR83_CDsoujcM0Gye4ukI4A