Clases de alfabetización mediática para profesores y padres en Rumanía, teatro participativo en España y líneas de atención telefónica y policía cibernética en Ucrania: estas son solo algunas de las soluciones que las organizaciones e instituciones están poniendo en marcha contra las formas de violencia digital en constante evolución a las que se enfrentan cada vez más los niños y adolescentes.
Desde el cyberbullying y el ciberacoso, la exposición a contenidos nocivos y el discurso de odio, hasta el abuso y la explotación sexual infantil en línea, las estadísticas muestran que estas formas de violencia están en aumento, y la seguridad digital de los ciudadanos más jóvenes se ha convertido en una preocupación mundial. El acelerado desarrollo de la inteligencia artificial no hace más que añadir complejidad, generando nuevas formas de ciberviolencia, como los desnudos y el porno deepfake, que no hacen más que agravar los ya graves riesgos emocionales y psicológicos que conlleva el tiempo prolongado frente a la pantalla.
Para muchos padres y educadores, el mundo digital resulta abrumador. Un Eurobarómetro Flash de 2023 mostraba un consenso del 82% de los encuestados sobre que las herramientas como el control parental ya no son suficientes para garantizar la seguridad de los niños en internet. Los colegios apenas están empezando a enfrentarse a las complejas formas de violencia que los niños experimentan en su vida cotidiana, mientras que las autoridades, que a menudo no son conscientes del problema o no tienen los medios necesarios, luchan por responder. La legislación va a la zaga y las empresas tecnológicas siguen en su mayoría en silencio sobre las amenazas que se perpetúan en sus plataformas y redes.
En este complejo contexto, ¿de qué herramientas, leyes o medidas de protección disponemos contra las formas cada vez más amplias de violencia en línea que afectan a millones de jóvenes? ¿Qué es lo que realmente funciona y cómo podemos, como sociedades, construir espacios en línea más seguros y solidarios para los niños y adolescentes?
Cómo mantener a los menores a salvo de la violencia digital y los desafíos de la IA
Este reportaje es el primero de una investigación internacional llevada a cabo por Maldita.es (España), Scena9 (Rumanía) y Rubryka (Ucrania). El proyecto explora la problemática de la violencia digital y su impacto en menores, así como las diferentes iniciativas que buscan identificar soluciones, prevenir estas situaciones y proteger a las víctimas. Esta investigación se ha desarrollado gracias al apoyo de Journalismfund Europe y a la mentoría y el apoyo de Transitions.
¿Cómo afecta la violencia digital a los menores? Hechos y cifras
Un niño rumano de 12 años fue engañado por algunos compañeros mayores del colegio, que le pidieron que mostrara sus genitales ante la cámara del teléfono. Le fotografiaron y compartieron las imágenes en varios grupos de WhatsApp, humillando y chantajeando al niño. En España, 16 chicas de secundaria denunciaron que sus imágenes habían sido modificadas con IA para mostrarlas desnudas. El material, creado por un menor, se distribuyó en las redes sociales y en una página web. En Ucrania, un desconocido le ofreció un trabajo a una chica. La esencia del trabajo consistía en que la chica tenía que tomar y publicar sus fotos íntimas en un canal de Telegram.
Son casos en apariencia diferentes, pero todos ellos representan formas de violencia digital que niños y adolescentes están sufriendo cada vez más en los últimos años. Los menores de hoy en día crecen rodeados de tecnología y, a menudo, dominan los dispositivos antes de saber hablar. Muchos de ellos tienen su propio smartphone a los 10 años, y una gran parte están expuestos a las pantallas desde que son bebés.
A los 12 años, entre el 75% y el 97% de los niños europeos suelen tener su propio smartphone. Según un estudio realizado en 19 países europeos, el 80% de los niños de entre 9 y 16 años utilizan su teléfono a diario o casi a diario para conectarse a internet, y el tiempo que pasan conectados sigue aumentando. De media, un niño de 12 años de la UE pasa entre tres y cuatro horas al día conectado a internet, pero las cifras reales pueden ser considerablemente superiores. El 27% de los niños y adolescentes rumanos encuestados por Save the Children recientemente admitieron que pasan alrededor de seis horas al día frente a la pantalla.
Detrás de esas pantallas hay riesgos y peligros con una característica particular: la violencia digital nunca termina, dura las 24 horas del día, los 7 días de la semana. Un estudio de 2022 dirigido por la Universidad Internacional de La Rioja reveló que el 6% de los adolescentes en España sufren ciberacoso constante; las niñas son, en gran medida, más propensas a sufrirlo de forma continua, en comparación con los niños.
Según la Organización Mundial de la Salud, casi el 17% de los niños europeos de entre 11 y 15 años han sido acosados por sus compañeros en internet. Desde 2018, esta cifra no ha dejado de crecer. España ha registrado una prevalencia del 57,5% en el ciberacoso, la más alta entre los demás países analizados en un estudio realizado por Frontiers in Public Health. La mitad de los niños rumanos también admiten haber sido humillados o acosados en internet, y en Ucrania, la violencia en línea contra los niños se ha agravado tras la invasión de Rusia.
Entre las formas de violencia digital que experimentan los jóvenes en su vida cotidiana, las relacionadas con el abuso sexual son extremadamente frecuentes y peligrosas. El último informe de Internet Watch muestra un aumento de las imágenes de abuso sexual infantil alojadas en la UE y que “cada 108 segundos, un informe [supervisado por la organización] mostraba a un niño siendo abusado sexualmente” en línea. En la mayoría de los casos, las imágenes utilizadas son “autogeneradas”, lo que significa que un niño ha producido imágenes o vídeos de sí mismo.
Al mismo tiempo, colegios de todo el mundo, incluidos España, Rumanía y Ucrania, se enfrentan a una “epidemia” de desnudos deepfake. Los estudiantes, especialmente los chicos, están utilizando la IA generativa para crear fotos deepfake de desnudos de sus compañeras o vídeos pornográficos sintéticos, que comparten sin ningún tipo de consentimiento en conversaciones privadas, en redes sociales o en sitios web de contenido para adultos.
Junto con el aumento del tiempo que los jóvenes pasan en las redes sociales, la exposición a tal diversidad de violencia digital tiene un impacto significativo en su salud mental. Pero a pesar de las impactantes estadísticas, no siempre se enseña a los niños y adolescentes cómo mantenerse seguros en Internet. Las familias, las escuelas y las instituciones luchan por lidiar con las complejidades que permiten la proliferación del ciberacoso, el grooming, la sextorsión, la pornografía vengativa, los desnudos deepfake y otros.
Buscamos soluciones eficaces en España, Rumanía y Ucrania. Estas soluciones apelan a la cultura, la tecnología y la legislación, ya que la violencia digital no es un problema único, sino una intrincada red de problemas y retos que afectan a nuestras vidas de una forma sin precedentes.
Teatro y otras apuestas culturales contra el cyberbullying y la violencia digital
En España se están impulsando diferentes iniciativas culturales y educativas para sensibilizar y prevenir el ciberbullying y otras formas de violencia digital entre menores. Una de las más destacadas es el teatro, que genera experiencias inmersivas capaces de despertar empatía y favorecer la reflexión.
Es el caso de la obra Aulas, del dramaturgo Carlos Molinero, que se ha representado en España unas 39 veces en tres años para unos 4.800 espectadores y permite al público interactuar a través de WhatsApp y decidir el final. Así, logra que los espectadores se sitúen en roles que nunca habían experimentado. Otras producciones, como Girls Like That, adaptación de una obra del dramaturgo británico Evan Placey por la compañía catalana Càlam sobre difusión de imágenes íntimas sin el consentimiento de la protagonista, o La Liga Contra el Bullying, con magia y participación infantil, de la compañía Espectáculos Educativos, abordan problemáticas reales en un lenguaje cercano a los jóvenes. Esta última compañía, desde la pandemia de la COVID-19, hace de media entre 150 y 300 pases de todas sus obras al año.
Los expertos consultados por Maldita.es coinciden en que estas iniciativas deben ir acompañadas de recursos educativos para afianzar los conceptos y aprendizajes de las representaciones. Girls Like That entrega un dossier al equipo docente con el que pueden seguir desarrollando actividades dentro del aula; y los autores de Aulas han desarrollado un cuaderno pedagógico interactivo con materiales y actividades con el mismo fin. Además, en ambos casos, tras la representación, tiene lugar una charla.
El teatro participativo fomenta la comunicación, la creatividad y la gestión de conflictos, generando cambios positivos en actitudes y comportamientos. Además, técnicas parateatrales desarrolladas por asociaciones como AEPAE, la Asociación Española para la Prevención del Acoso Escolar, han demostrado utilidad para empoderar a las víctimas: a través de herramientas corporales de asertividad, campamentos y psicodrama, los menores mejoran su autoestima, capacidad expresiva y seguridad frente al acoso.
“Se ve una evolución a nivel de actitud corporal y verbal. Ya no son niños que simplemente levantan la cabeza y te miran, ahora son capaces de expresar sus pensamientos, sus sensaciones, sus emociones”, explica Goyo Pastor, cofundador de AEPAE y profesor de arte dramático de la Real Escuela Superior de Arte Dramático de la Comunidad de Madrid (RESAD).
Según un estudio de 2023 sobre los efectos del psicodrama en la salud de las adolescentes, esta técnica demostró efectos positivos en varios aspectos de la salud mental y social, incluyendo la reducción de ansiedad, depresión, hiperactividad, frustración y trastorno oposicionista desafiante, además de mejoras en la regulación emocional, agresividad, habilidades para resolver conflictos, perdón, autoestima y comunicación.
Aparte del teatro, también se proponen otros recursos basados en la cultura para prevenir y educar. Organizaciones como PDA Bullying trabajan con series, como Adolescencia o Skam, y recomiendan leer novelas, como La Guarida o El infinito en tus manos, que permiten reflexionar sobre dinámicas