Diagnóstico precoz de lesiones orales potencialmente malignas: claves clínicas - Laboratorios KIN

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Las lesiones orales potencialmente malignas (LOPM) son alteraciones morfológicas que aparecen en la mucosa bucal y que tienen un mayor riesgo de transformación neoplásica, por ello es importante entender la relevancia epidemiológica que tienen y saber clasificarlas para poder realizar un diagnóstico y seguimiento acertado.

Relevancia epidemiológica de las LOPM

El cáncer oral representa alrededor del 3% de todas las neoplasias malignas a nivel mundial y, a pesar de los avances en su tratamiento, la mortalidad sigue siendo alta: solo entre el 40% o 60% de los pacientes sobreviven más de cinco años, normalmente por diagnósticos tardíos. Estos datos resaltan la importancia de optar por un enfoque preventivo para detectar lo antes posible las lesiones orales potencialmente malignas.  

Clasificación de las lesiones orales potencialmente malignas

Las lesiones orales potencialmente malignas se clasifican en varios tipos:

  • Leucoplasia oral: representa el 85% de los casos. Esta se divide a su vez en dos tipos, las lesiones homogéneas y las no homogéneas, siendo las últimas a las que hay que prestar más atención.
  • Eritroplasia oral: suele desarrollarse solo en entre un 0,2% o 0,83% de las personas, pero se le atribuye una alta probabilidad de riesgo de transformación maligna, concretamente en un 14% y un 50% de los casos. 

También se clasifican en liquen plano oral, queilitis actínica, fibrosis submucosa oral, lesiones palatinas en fumadores inversos, úlcera traumática crónica, estomatitis nicotínica, candidiasis hiperplásica crónica, lupus eritematoso oral, glositis sifilítica y disqueratosis congénita.

Consideraciones etiopatogénicas y factores predisponentes

El incremento de las LOPM se relaciona con hábitos dañinos como el consumo de tabaco, sea fumado o masticado, así como con el consumo de alcohol y la exposición prolongada a la radiación ultravioleta. También por infecciones virales por el virus del papiloma humano (VPH) o el Epstein-Barr, alteraciones en el sistema inmune, traumas crónicos por prótesis mal ajustadas o bordes dentales cortantes, deficiencias nutricionales, entre otros hábitos. 

Lesión Factores asociados
Leucoplasia oral Consumo de tabaco, alcohol, infección por VPH, Candida albicans o Epstein-Barr, trastornos genéticos e irritación crónica por dentaduras mal adaptadas.
Eritroplasia oral Similar al anterior.
Liquen plano oral Su etiología es desconocida, se asocia con factores inmunológicos y puede agravarse por alcohol, tabaco, VPH, radiación ultravioleta, inmunosupresión, estrés, ansiedad y nuez de betel, entre otros. 
Queilitis actínica Exposición prolongada a la radiación ultravioleta, mala higiene bucal, traumatismos, consumo de tabaco o alcohol, reacciones alérgicas, infecciones o enfermedades sistémicas.
Fibrosis submucosa oral Su etiología es desconocida, se asocia con el consumo prolongado de tabaco, chiles, lima y nuez de betel, así como trastornos de colágeno e inmunológicos, o deficiencias nutricionales.

Manifestaciones clínicas de las LOPM

Las lesiones orales potencialmente malignas presentan un espectro clínico diverso:

Lesión Aspecto clínico Síntomas
Leucoplasia oral Mancha blanca que no se desprende al raspado. Puede ser homogénea o no homogénea: eritroleucoplasia, verrugosa o nodular. Asintomática; superficie lisa o fisurada; única o múltiple.
Eritroplasia oral Placa roja aterciopelada, lisa o granular, bordes bien definidos. Generalmente asintomática; aspecto inflamatorio.
Liquen plano oral Estrías de Wickham sobre fondo eritematoso. Puede ser reticular, erosivo o atrófico. Dolor, ardor y úlceras.
Queilitis actínica Afecta labio inferior; pérdida del borde bermellón, sequedad, fisuras, descamación. Dolor, sangrado, ampollas ocasionales.
Fibrosis submucosa oral Bandas fibrosas en mucosa, zonas pálidas. Ardor, limitación apertura oral.

Topografía habitual de las lesiones orales potencialmente malignas

Es importante tener en cuenta que la ubicación de las lesiones orales potencialmente malignas también influye en su riesgo, hay zonas de la boca en las que el epitelio es más delgado, está más expuesto a irritantes o carcinógenos, y tiene mayor tasa de renovación celular. Por ejemplo, algunas de estas zonas serían la lengua lateral y ventral, el piso de boca, el paladar blando y el labio inferior.

Lesión Localización habitual Zonas de mayor riesgo
Leucoplasia oral Lengua, bermellón del labio, mucosa alveolar mandibular, mucosa yugal. Lengua, piso de boca.
Eritroplasia oral Mucosa bucal, mucosa palatina, mucosa yugal. Piso de boca, lengua.
Liquen plano oral Lengua, mucosa bucal, labios, encías. Lengua (formas erosivas).
Queilitis actínica Labio inferior. Labio inferior.
Fibrosis submucosa oral Mucosa yugal, labios, paladar blando, faringe. Mucosa yugal.

Protocolos diagnósticos para las LOPM

Paso 1: Historia y exploración clínica completa

Los especialistas odontológicos que traten lesiones orales potencialmente malignas deben preguntar sobre hábitos y riesgos asociados, como el tabaco o el alcohol, y revisar toda la cavidad bucal con buena luz y utilizando tanto protección directa como indirecta. 

Es importante tomar fotografías estandarizadas a lo largo de todo el tratamiento para poder comparar la evolución de las lesiones orales potencialmente malignas. 

Paso 2: Biopsia y estudio histopatológico

La biopsia es imprescindible para confirmar el diagnóstico y saber si hay displasia epitelial. De ser así, un estudio histopatológico permitirá clasificarla, así como detectar atipias, mitosis anómalas o infiltración del tejido conectivo. 

En algunos casos, se puede recurrir a técnicas complementarias a la biopsia, como citología exfoliativa, tinción con azul de toluidina o autofluorescencia.

Seguimiento clínico y vigilancia

La frecuencia del seguimiento clínico dependerá del riesgo, es decir, del grado de displasia:

Tipo de displasia Frecuencia recomendada de control
Sin displasia Cada 6 o 12 meses.
Displasia leve Cada 3 o 6 meses.
Displasia moderada o severa Cada 2 o 3 meses, incluso considerar cirugía.


En cada control, es esencial documentar la lesión a través de fotografías para comparar cambios en forma, color, textura o tamaño respecto a visitas previas. También debe comprobarse si el paciente ha eliminado el factor causal: tabaco, alcohol, exposición solar, prótesis irritantes, etc.

Si se presenta cualquiera de estos casos, hay que volver a realizar la biopsia: crecimiento de la lesión, cambio de color (sobre todo de blanco a rojo), endurecimiento o ulceración, aparición de dolor o ardor, y persistencia de la lesión 2 o 3 meses después de quitar la causa.

Rol del odontólogo general en lesiones orales potencialmente malignas

La prevención y detección temprana es clave cuando se trata de LOPM, por lo que, en general, el rol de los odontólogos consiste en examinar la boca en todas las consultas, incluso si el paciente no tiene síntomas, con el objetivo de detectar signos de alarma. También es importante educar al paciente, explicando posibles riesgos y síntomas que deben vigilar. 

Es mejor derivar a un especialista en medicina oral o cirugía maxilofacial cuando hay sospecha de displasia o cáncer, o si la lesión no desaparece tras haber eliminado la causa.

https://www.redalyc.org/journal/2312/231260072005/231260072005.pdf

https://www.redalyc.org/journal/4215/421566120010/421566120010.pdf

https://docta.ucm.es/entities/publication/8ec36075-0222-4bb2-8386-7efca362b6f2

https://erevistas.uacj.mx/ojs/index.php/cienciafrontera/article/view/3594

Recapiti
Manuel Muñoz Piñol