“Cuando formo parte de lo que está sucediendo, no tengo la distancia suficiente para fotografiarlo” - AU Agenda

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El 29 de octubre de 2024, una lengua de agua entró en el taller de Torrent del fotógrafo oriolano Ricardo Cases y volvió a salir, llevándose unos ochocientos libros de su biblioteca personal. Cuando el mar que anegó l’Horta Sud desaguó en la costa, dejando atrás montañas de escombros y una gruesa capa de barro, los ejemplares fueron apareciendo por el barranco, y pudo abrirlos y fotografiarlos antes de que las páginas se secaran y quedaran pegadas para siempre. Algunas se habían recombinado en collages azarosos, otras habían sido intervenidas y resignificadas por el barro. Un año después de la catástrofe, las publica cosidas en un fotolibro llamado Catálogo en el que no hay ni rastro del costumbrismo, el humor y la ironía características de su fotografía, hay azar, pérdida, resignificación, memoria y la naturaleza imponiendo su marca. Hablamos de su último proyecto con este fotógrafo compulsivo que nos ha hecho mirar de otra manera objetos tan anodinos como un sillín de bici, un toldo, un maletero, una naranja o una gasolinera.

Las personas de tu entorno y sus costumbres son temas habituales de tu fotografía, pero en Catálogo el protagonista de fondo eres tú y tus libros ¿Cómo llevas ese rol?
Es un libro bien diferente para mí porque surge en una situación extraordinaria y cumple una primera necesidad importante: la de ver y fotografiar por última vez una selección de los libros que más valoraba de mi biblioteca. Estuve fotografiando cómo quedó todo, documentando el desastre, tratando de registrar el estado de mi taller, del barrio, del barranco. Todo se había transformado e, intuitivamente, necesitaba fotografiarlo como quien quiere despedirse de algo que va a desaparecer. Y mientras fotografiaba los libros que pude encontrar fui entendiendo que podía convertirse en un nuevo libro, que podía funcionar como una semilla de una nueva biblioteca en potencia, con el ánimo de avanzar y no estancarse.

Las fotografías de Catálogo son un testimonio sobrio y azaroso de aquella gran catástrofe del 29 de octubre. ¿Tú papel como fotógrafo aquí es más secundario que de costumbre, no?
No lo veo como secundario, lo que sí que veo es que cumple otro papel: el de hacer un inventario de lo que queda, no tanto elaborando una imagen como suelo hacer, sino catalogando, solucionando una necesidad.

Aunque haces proyectos por encargo, como el de fotografiar la campaña republicana en Florida, tus fotos más personales suelen capturar el absurdo de la cotidianidad que te rodea. ¿Qué imágenes se te han quedado grabadas del después de la catástrofe?
He tenido una experiencia diferente respecto a cuando cubría situaciones similares como fotoperiodista. En este caso, no he sido capaz de fotografiar lo de los demás (como tan magistralmente ha hecho mi amigo Biel Aliño). En mi caso, creo haber entendido que, cuando formo parte de lo que está sucediendo, no tengo la distancia suficiente para fotografiarlo.

Cuando por fin bajó el agua, ¿en qué condiciones encontraste el estudio?
Estaba todo cubierto de lodo. Gracias a un numeroso grupo de voluntarios, entre los que estaban los artistas de Torrent Cris Bartual, Sergio Rocafort y Miquel Ponce, pudo sacarse todo.

¿Qué tipo de libros perdiste? ¿Pudiste salvar alguno? ¿Dónde aparecieron los catálogos que se había llevado el agua?
Perdí toda mi producción fotográfica (exposiciones, libros, maquetas, archivo, etc.) y mi biblioteca quedó triturada y esparcida por el barranco de la Horteta. También la de mi amigo y cuñado Eugeni, librero (Odisseu Llibres, Per-r-ucho) que albergaba una colección de libros y vinilos increíble.

El barro en sus diferentes texturas pringa todas las fotografías. Lo vemos metalizado, líquido, arenoso, empastado… ¿Cuándo te diste cuenta de que esas fotografías tenían un valor estético y documental?

No ha habido una intención estética en este libro, tan solo cubrir esta necesidad de documentar, de hacer memoria.

Eres de la Vega Baja, una comarca inundable habituada también a las lluvias torrenciales. ¿Has vivido alguno de estos episodios en Orihuela?
Claro, este tipo de situaciones forman parte de la memoria de mi pueblo, que ha sufrido salidas del río Segura unas cuantas veces. De hecho, estuve fotografiando la Dana del 2019 en la Vega Baja y terminé haciendo un proyecto expositivo en Orihuela con el pintor portugués Martinho Costa.

Has hecho muchos fotolibros de distinto pelaje. ¿Qué te gusta tanto de este formato?
Entiendo que el libro es el soporte natural de la fotografía. Desde que tuve algo de conciencia fotográfica intenté publicar fotos, primero en periódicos y revistas, y luego en fanzines y libros. Trato de trabajar siempre libre cuando me planteo cualquier idea, tanto en la forma como en el fondo.

¿Qué nuevos proyectos te traes entre manos?
En 2026 publicaré El carpintero, un trabajo sobre la siesta de Miguel Ángel, el carpintero que trabaja debajo de la casa donde vivimos ahora.

Recapiti
sara