¿Te cuesta dormirte y aún más levantarte? Podrías estar sufriendo el síndrome del retraso de la fase del sueño, un trastorno bastante habitual durante la adolescencia. Ahora bien, no te preocupes más de la cuenta: ¡Este no es permanente y hay varias estrategias que te pueden ayudar a revertirlo, al menos, a mejorarlo!
¿Qué es el síndrome del retraso de la fase del sueño?
El síndrome del retraso de la fase del sueño es un trastorno que afecta al reloj interno del cuerpo, también conocido como ritmo circadiano. Este reloj se regula principalmente a través de señales externas como la luz, la oscuridad, la alimentación o la actividad física, marcando un ciclo de 24 horas. Ahora bien, cuando estas señales se alteran o el reloj interno de la persona deja de estar en sincronía con su entorno, pueden aparecer los síntomas, como:
- Insomnio.
- Incapacidad de levantarse por la mañana.
- Somnolencia extrema durante el día.
- Dificultades para mantenerse alerta.
En este sentido, el síntoma más característico del trastorno es el retraso de al menos dos horas en el inicio y la finalización del sueño, lo que dificulta levantarse a tiempo para ir a la escuela o al instituto.
¿Cuáles son las causas de este síndrome?
Aunque la causa exacta de este síndrome se desconoce y el ritmo circadiano de los jóvenes puede retrasarse también por razones biológicas, existen numerosos factores psicosociales propios de esta etapa que pueden favorecer su aparición. Entre ellos se encuentran las actividades extraescolares deportivas a última hora de la tarde, que a menudo obligan a estudiar o hacer deberes hasta bien entrada la noche, o bien el incremento de salidas y actividades nocturnas sin supervisión parental.
Medidas para mejorar el descanso
Los adolescentes deberían dormir entre 8 y 10 horas diarias, ya que el descanso es fundamental para su correcto desarrollo y para mantener una buena salud mental. Por este motivo, y con el objetivo de prevenir el trastorno descrito en este artículo, se recomienda:
- Intentar mantener unos horarios de sueño lo más estables posibles.
- Reducir el uso de pantallas dos horas antes de acostarse.
- Evitar realizar siestas prolongadas que puedan alterar el descanso nocturno.
- Optar por cenas ligeras y rehuir de las bebidas energéticas.
- No realizar ejercicio físico intenso durante las últimas horas del día.
Para más consejos sobre salud, consulta el blog de Previsora General.
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