La crisis de la que no se está hablando: Cabo Delgado - PLAN INTERNATIONAL

Compatibilità
Salva(0)
Condividi

30 de septiembre 2025 

Mientras la atención mediática se concentra, comprensiblemente, en Gaza y Sudán, otras crisis avanzan silenciosamente, como la del norte de Mozambique, provocada por el conflicto que comenzó en la región de Cabo Delgado hace 8 años, según explica nuestro compañero Mihalis Papamichail, Especialista Desplegable en Política e Incidencia Humanitaria de Plan International: 

En Cabo Delgado, miles de familias desplazadas desde 2020 siguen esperando seguridad, dignidad, y un futuro mejor. Sin embargo, la atención mediática limitada y el recorte en la financiación hacen que esa espera sea cada vez más desesperada. 

La mayoría de las familias con las que hablamos tuvieron que caminar durante días para huir de la violencia, y ahora deben recorrer más de 13 kilómetros para conseguir agua. Aunque han encontrado refugio en el distrito de Mueda, su seguridad sigue sin estar garantizada. A menos de 20 kilómetros, en la ciudad de Muidumbe, se registraron ataques mortales hace apenas unas semanas. Esta situación genera la percepción de que la amenaza nunca está lejos. 

Desde que comenzó la crisis en Cabo Delgado hace ocho años, más de 1,3 millones de personas han tenido que abandonar sus hogares. En la actualidad, más de 400.000 personas permanecen desplazadas. Esto se traduce en decenas de miles de familias viviendo al límite y viéndose obligadas a desplazarse recurrentemente ante un contexto de ataques constantes. 

El trauma convive en una región en la que la infancia ha sido particularmente damnificada. Así lo demuestran las cifras, que establecen que cerca del 60% de los desplazados en la última ola de ataques eran niños y niñas. De estos, la mayoría no estaban acompañados o se vieron separados de sus familias. 

Más allá de la situación provocada por su condición de desplazados, la infancia en Cabo Delgado se enfrenta a serias violaciones de sus derechos, entre las cuales se incluye el secuestro y el reclutamiento forzado por parte de grupos armados. De acuerdo con el informe anual del secretario general de las Naciones Unidas, “Los niños y los conflictos armados”, Mozambique figura entre los cinco países del mundo con el mayor aumento de violaciones graves contra la infancia, registrando un incremento del 525% en 2014. 

Las Naciones Unidas confirmaron que 403 niños fueron reclutados y explotados —entre ellos 71 niñas— y que 468 fueron secuestrados, de los cuales 392 fueron víctimas de reclutamiento y explotación por parte de grupos armados. Estas violaciones les arrebatan su seguridad y su dignidad, dejando a su paso un profundo trauma psicológico con impacto durante todas sus vidas. 

Quienes viven en centros para desplazados pasan sus días jugando en las calles, creciendo sin acceso a la educación ni a herramientas esenciales. Las escuelas están saturadas y carecen de suficiente personal docente. Además, muchas familias temen enviar a sus hijos e hijas a las aulas por el riesgo de secuestro y violencia al que se enfrentan durante los trayectos. 

Cuando se le pregunta a la gente si son optimistas acerca de la evolución del conflicto, no suenan convencidos de que vaya a ser así. El acceso humanitario se ve gravemente afectado por el conflicto, y la limitada disponibilidad de servicios de salud y apoyo psicológico, junto con la insuficiente financiación de la asistencia humanitaria, dificulta atender las crecientes necesidades de la población. 

En medio de la crisis, el espacio seguro para la infancia de Plan International se ha erigido como un pequeño refugio de esperanza al que los niños van para jugar y sanar las heridas emocionales que ha dejado a su paso el conflicto. A través de actividades como la música, el dibujo y la lectura, los niños y niñas están recibiendo asistencia psicosocial. No obstante, incluso este tipo de apoyo está bajo amenaza por los recortes en financiación, que están forzando a las organizaciones a reducer sus actividades. 

¿Crisis de abandono? 

Esto no es únicamente una crisis humanitaria, sino también una crisis de abandono. Queda claro que las necesidades superan con creces la respuesta disponible, por lo que es urgente restablecer y aumentar la asistencia humanitaria. Es necesario revertir los recortes en la financiación y ampliar el apoyo. Debemos invertir en educación y protección. Las familias anhelan que sus hijos e hijas estén seguros y puedan asistir a la escuela, por lo que crear entornos seguros, accesibles y con educación de calidad es crucial en este momento. 

Otro de los problemas derivados de esta crisis es el acceso a alimentos básicos. Nuestros compañeros y compañeras de Plan International han expresado su preocupación por que los niños, las niñas y las jóvenes se vean forzados a recurrir al trabajo infantil o sexo transaccional para poder cubrir sus necesidades básicas. Por ello, resulta crucial implementar intervenciones que protejan la infancia, cubran sus necesidades nutricionales sin pedir nada a cambio y restauren su dignidad. 

También existe una urgencia por implementar programas de reintegración para los niños y niñas que fueron secuestrados y/o reclutados por grupos armados, con el fin de ayudarles a reconstruir sus vidas y sus comunidades. Actualmente, y a pesar de su importancia, estos programas e intervenciones están críticamente subfinanciados. 

No debemos mirar a otro lado 

Como parte de nuestro rol, estamos interesados en compartir nuestras experiencias sobre el terreno en los espacios de toma de decisiones a nivel nacional e internacional. Fortalecer el compromiso diplomático y humanitario es fundamental en este momento. 

Cabo Delgado no es una crisis menor; es una línea de frente aún abierta. Mientras los recursos globales se redirigen hacia emergencias más visibles y ampliamente cubiertas por los medios, no debemos abandonar a las comunidades desplazadas en Mozambique. 

Los donantes deben reafirmar su compromiso financiero con la respuesta humanitaria en Mozambique, especialmente en protección infantil, educación y apoyo psicosocial. También deben involucrarse directamente con quienes están en primera línea para comprender la situación y desarrollar soluciones sostenibles de manera conjunta. 

El pueblo de Cabo Delgado merece más que simplemente sobrevivir; merece esperanza, dignidad y un futuro. 

Recapiti
Sadaya Delaossa